El Dalai Lama, jefe espiritual de los tibetanos, insistió en el hecho de que presidirá la elección de su sucesor, durante una entrevista difundida el lunes en Estados Unidos y en la cual calificó de “ridícula” la voluntad de Pekín de controlar el proceso.
El Dalai Lama partió el lunes de Estados Unidos tras una estadía de casi dos semanas en este país, durante la cual fue recibido el sábado en la Casa Blanca por el presidente Barack Obama, lo cual provocó la cólera de las autoridades chinas, que lo acusan de intenciones secesionistas.
El líder espiritual tibetano, que festejó sus 76 años durante su viaje, insistió en el hecho de que no dejará que China tome el control de su sucesión.
“La reencarnación o la próxima vida del Dalai Lama, final y lógicamente, es asunto mío, no de otros”, declaró en la entrevista difundida el lunes por la cadena NBC.
“Mi próxima vida, a fin de cuentas, la decidiré yo, nadie más”, insistió.
Haciendo referencia a los dirigentes chinos, declaró que ellos habían “adoptado recientemente una política, cierta política, que es ridícula”.
El Dalai Lama no explicitó claramente si se ocuparía de su sucesión en sentido material o espiritual. La tradición tibetana quiere que los monjes identifiquen a un hombre joven como la reencarnación de un lama fallecido.
El Dalai Lama ya declaró en el pasado que tenía la intención de romper con la tradición al elegir a su sucesor antes de morir, incluyendo entre los tibetanos en el exilio y sin excluir la elección de una joven.
Las autoridades chinas hicieron saber en marzo de 2010 que tenían la autoridad última en materia de elección del sucesor del Dalai Lama y que toda elección que no tenga la firma de Pekín sería “ilegítima y sin valor”.