Las fiestas de San Fermín, escaparate de España en el mundo entero, tienen también su cara oculta: dos mujeres dicen haber sufrido agresiones sexuales, una práctica denunciada por grupos feministas que exigen respuestas a los poderes públicos.
Durante nueve días una multitud de visitantes invadió Pamplona, la capital de Navarra, buscando disfrutar de los encierros de toros, una atmósfera festiva y desbordada y la buena bebida y comida, a lo largo de unas fiestas que terminarán en la noche de este jueves cuando los mozos entonen el “Pobre de mí”, la tradicional canción con la que dan por finalizado los festejos.
Varias asociaciones feministas han denunciado este clima permisivo, propicio para las agresiones sexuales, y acusan a la municipalidad de esconderlo para no dañar la imagen de la fiesta.
Según estos grupos, una joven de 22 años, que presentó una denuncia, fue agredida el lunes al alba en un baño público por un hombre que había conocido en un bar, y una chica de 16 años habría sido violada el fin de semana anterior.
El lunes por la noche, unas 200 personas de todas las edades, con la tradicional vestimenta blanca y pañuelo y faja rojos, se manifestaron en silencio ante la alcaldía de Pamplona para denunciar los abusos sexuales.
“Llevamos muchos años soportando que se vendan estas fiestas con la frase de ‘En San Fermines todo vale’. En San Fermines, como en cualquier otra fiesta, no vale todo”, afirmó Zurine Altable, portavoz del colectivo Gora Irunea.
“Cuando una mujer dice ‘no’ es ‘no’, da igual en que condiciones esté ni que situación sea”, insistió Altable.
“Lo que actos como estos necesitan es hacerlos públicos, el trabajo de sensibilización y de compromiso de todos los pamploneses tiene que partir de una información veraz. No se pueden ocultar estas cosas, la fiesta tiene la parte blanca y la parte negra”, dijo por su parte la concejal de Pamplona, Itziar Gómez.
El alcalde, Enrique Maya, se defendió prometiendo una investigación sin concesiones: “si se demuestra que ha habido este tipo de abusos, habrá que aplicar la legalidad hasta las últimas consecuencias”.
Grupos de feministas habilitaron una línea telefónica roja destinada a las mujeres y pegaron en los muros pósters con el lema “no a los abusos sexuales”.
El mismo lema fue impreso en etiquetas blancas y violetas pegadas en los “gigantes”, suerte de grandes figuras de madera de reyes y reinas, que se pasean en procesión en las calles adoquinadas de la vieja ciudad o, en vasco, en banderolas que cuelgan de los balcones.