Sudán del Sur se convertirá el sábado en un país independiente, gracias a un referéndum que puso fin a cinco décadas de conflicto con el norte y que cortará en dos al país más grande de África.

Millones de sudaneses del sur, así como 30 dirigentes africanos y altos responsables de otros países asistirán al nacimiento del 54º Estado soberano del continente, algo que hasta hace unos meses muchos consideraban improbable.

“Es algo que la gente esperaba desde hace años. Un momento que celebraremos con júbilo”, afirmó Mangar Gordon Marial, portavoz oficial del gobierno de Sudán del Sur.

Entre 1955, un año antes de la independencia de Sudán (hasta ese momento un condominio anglo-egipcio) y 2005, los rebeldes sudistas lanzaron dos guerras contra Jartum con reclamos de mayor autonomía.

Los conflictos arrasaron la región, provocaron millones de muertos y generaron una desconfianza recíproca y durable entre las dos partes del país.

El acuerdo de paz firmado en 2005 por el jefe de los rebeldes John Garang -unos meses antes de su muerte en un accidente de helicóptero- y el presidente de Sudán Alí Osmán Taha abrió un nuevo capítulo y la vía a un referéndum sobre la independencia, realizado en enero pasado.

Los sudistas optaron casi unánimamente por la secesión en un voto organizado sin incidente mayor y cuyos resultados Jartum prometió respetar.

En el programa de celebraciones, organizadas en el mausoleo John Garang en la capital, Juba, hay paradas militares, danzas tradicionales, una ceremonia para izar la bandera de la nueva República del Sudán del Sur y la firma de la Constitución transitoria por su primer presidente, Salva Kiir.

La nueva nación deberá dar respuesta a enormes desafíos, como los enfrentamientos en la frontera que ya provocaron 1.800 muertos este año, indicadores sociales que la muestran como una de las menos desarrolladas del mundo y negociaciones sobre la separación de bienes y la reestructuración de sectores con el Norte.

Según fuentes allegadas a las negociaciones, un acuerdo sobre la reestructuración del sector petrolero parece poco probable antes del 9 de julio, debido a divergencias sobre el estatuto final del disputado territorio de Abyei.

La tensión allí aumentó el 21 de mayo, después de la ocupación por los nordistas de esta región fronteriza, obligando a huir a 117.000 sudistas.

Un acuerdo para dismilitarizar Abyei y para desplegar allí a 4.200 cascos azules etíopes fue logrado el 20 de junio, pero el futuro del territorio sigue siendo incierto.

Semanas después de la ocupación de Abyei, Kordofan del Sur, otro territorio fronterizo minado por las divisiones étnicas, fue teatro de violentos enfrentamientos entre las fuerzas nordistas y la rama nordista del SPLM (Movimiento Popular de Liberación de Sudán, ex rebeldes sudistas) que dejaron centenares de muertos.

El viernes, el presidente nordista Omar el Beshir ordenó al ejército continuar sus operaciones hasta que este territorio, la única región petrolera del norte, quede “limpio de rebeldes”.

En una entrevista, Beshir confirmó su participación en las celebraciones en Juba donde, según responsables sudistas, será el invitado de honor.

Pero muchos sudaneses sostienen que no hay nada que celebrar, sobre todo los islamistas de la línea dura de Jartum y algunos sudistas residentes en el norte, que lamentan que la visión de John Garang de un Sudán federal y democrático no haya sido realidad.