Las acusaciones de agresión sexual en Francia contra el ex jefe del FMI, Dominique Strauss-Kahn, tendrán poco o ningún efecto en su juicio en Nueva York por presunto intento de violación a una camarera de hotel, según los expertos.

La periodista francesa Tristan Banon, de 32 años, anunció el lunes que demandará a Strauss-Kahn por tentativa de violación hace ocho años, a lo cual el político francés reaccionó amenanzando con presentar una demanda contra Banon “por denuncia calumniosa”.

Pero es poco probable que estos procedimientos afecten el juicio de Strauss-Kahn en Nueva York, donde fue liberado el viernes después de que los fiscales plantearon dudas sobre la credibilidad de la empleada de hotel que lo acusó de asalto sexual.

“La demanda de la señora Banon proablemente no cambie nada… La fiscalía no la puede usar”, dijo Matthew Galluzzo, un ex fiscal de crímenes sexuales de Nueva York.

Galluzzo y otros expertos dijeron que la ley estadounidense hace que sea extremadamente difícil presentar el caso francés como prueba contra Strauss-Kahn.

“La ley estadounidense es muy restrictiva sobre el uso de otros delitos o faltas como prueba en un caso penal”, dijo a la AFP Ian Weinstein, profesor de Derecho de la Universidad Fordham de Nueva York.

“Esta es un área compleja de la ley, pero basta decir que las acusaciones francesas en trámite tendrían poco o ningún impacto en un caso en Estados Unidos, e incluso una condena francesa tendría un impacto limitado”.

El fiscal John McConnell pareció aludir a las acusaciones de Banon durante una audiencia el 16 de mayo pasado, cuando dijo que Strauss-Kahn había “incurrido en una conducta similar a la conducta alegada en esta demanda por lo menos en otra ocasión” fuera de Estados Unidos.

Pero el abogado de Strauss-Kahn, Benjamin Brafman, contestó rápidamente que su defendido no puede responder a las acusaciones hechas fuera de Estados Unidos y que no dieron lugar a un proceso penal.

El tema no se ha planteado desde entonces.

Los cargos en Estados Unidos contra Strauss-Kahn tuvieron fuerte impacto en Francia -donde el acusado era considerado un serio contendiente a la candidatura presidencial de 2012-, y provocaron su reemplazo como director gerente del Fondo Monetario Internacional, en momentos en que la entidad crediticia mundial enfrenta la crisis de la deuda en la zona euro.