El príncipe Alberto II y la princesa Charlene de Mónaco contrajeron matrimonio religioso este sábado en el Palacio, ante cientos de miembros de la realeza, jefes de Estado y celebridades del deporte y la moda.

El enlace religioso de Alberto II y la ex campeona de natación, que se casaron por lo civil el viernes, se celebra al aire libre, en el patio de honor del palacio, y no en la catedral donde se casaron los padres de Alberto, Rainiero y Grace Kelly, en 1956.

El sonriente novio vistió el uniforme de verano, blanco, de la compañía de carabineros y Charlene portó un espectacular vestido color blanco marfil diseñado por el modista italiano Giorgio Armani, bordado con cristales, nácar e hilos de oro, y con un largo velo de tul.

Entre los representantes de las familias reales que asisten a la ceremonia, en la que hubo cantos sudafricanos y coros religiosos, figuran los monarcas de Bélgica y Suecia y los príncipes herederos de Dinamarca y Holanda, junto a presidentes europeos como el francés Nicolas Sarkozy y el alemán Christian Wulff.

Unos 3.500 monegascos fueron invitados a la ceremonia, en la que participan la soprano estadounidense Renée Fleming y el tenor italiano Andrea Bocelli.

La ceremonia religiosa, oficiada por monseñor Bernard Barsi, arzobispo del Principado, es retransmitida en grandes pantallas en toda la ciudad-Estado.

Siguiendo la tradición, la novia depositará luego su ramo en la pequeña iglesia de Santa Devota, patrona del Principado, ante quien la bella y trágica princesa Grace depositó el suyo, tras su boda con Rainiero.

La pareja de recién casados no hará el recorrido por las calles de Mónaco en carroza, sino en un coche híbrido (que combina motor de combustión y eléctrico) –un Lexus LS 600h Landaulet descapotable– que el Principado señala como testimonio del interés de Alberto y Charlene por la defensa del medio ambiente.