El líder de Hezbolá, Hasan Nasralá, descartó el sábado la detención de cuatro miembros del poderoso movimiento libanés citados en las órdenes de detención emitidas por el tribunal de la ONU que investiga el asesinato en 2005 del ex primer ministro Rafic Hariri.

“Ninguna fuerza podrá detener a los que son mencionados en el acta de acusación (…) No se los podrá detener ni en 30 días, ni en 30 años ni en 300 años”, afirmó en un discurso de más de una hora retransmitido en directo por la televisión de Hezbolá, Al Manar.

“Rechazamos el tribunal internacional y todas las acusaciones sin fundamento provenientes de esta instancia”, agregó, acusando al Tribunal Especial para Líbano (TEL) de estar “politizado” y a “sueldo de Israel” y su investigación “trucada”.

“Se llegará hasta el juicio en rebeldía, el veredicto ya está listo”, afirmó, considerando que el tribunal quiere “atentar contra Hezbolá”.

Los cuatro miembros de Hezbolá mencionados en el acta de acusación del tribunal “tienen un pasado honorable en la lucha contra la ocupación” israelí, afirmó el líder del poderoso partido armado chiita, aliado de los regímenes de Siria e Irán.

El TEL entregó el jueves a las autoridades libanesas un acta de acusación y las órdenes de detención. El ministro del Interior libanés Marwan Sharbel confirmó al día siguiente los nombres de los cuatro sospechosos, miembros de Hezbolá, citados en las órdenes de detención: Mustafá Badredin, Salim Ayash, Asad Sabra y Husein Anaisi.

Se ignora el paradero de los cuatro sospechosos. Líbano dispone de 30 días para ejecutar las órdenes de detención.

La reacción del líder de Hezbolá no constituye una sorpresa en el medida en que ya en 2010 había afirmado prever que su movimiento sería acusado por el TEL y amenazó con “cortar la mano” del que detuviese a miembros de su partido.

Hezbolá y sus aliados provocaron en enero la caída del gobierno de unión de Saad Hariri, hijo de Rafic Hariri, por oponerse a dejar de cooperar con el tribunal en la investigación del asesinato de su padre en un atentado en Beirut en 2005, cuando Líbano aún estaba bajo tutela de Siria.

El asesinato de Hariri, un musulmán sunita y artífice de la reconstrucción del Líbano, sumió al país en una crisis y desató la “Revolución del Cedro” que forzó a Siria a retirar sus tropas del país.

Líbano quedó dividido entonces en dos campos, lo que degeneró en una oleada de enfrentamientos sangrientos entre chiitas y sunitas en 2008 que estuvieron a punto de sumir al país en una nueva guerra civil.