Rafael Nadal “marcó la cancha” en la cancha. “No seré el número 1 del mundo desde el lunes, pero aquí sigo siendo el campeón vigente…” habrá pensado cuando entró al gramado a disputar la segunda semifinal del día en el abierto de Inglaterra. Y dominó en todos los aspectos a Andy Murray, con parciales de 5-7, 6-2, 6-2 y 6-4 en 2 horas y 59 minutos para esperar a Novak Djokovic el próximo domingo.

Rafael Nadal ha ganado 20 partidos consecutivos en Wimbledon, campeón en 2008 y 2010 y no jugó en 2009 por lesión. Jugará su quinta final en Inglaterra y su partido número 28 contra Novak el domingo con 16 victorias y 11 derrotas, cuatro de ellas este año, el mejor de la historia para el serbio.

En definitiva será un partido entre dos números 1: el actual, Rafael Nadal y el que lo será desde el lunes, Novak Djokovic, un hecho inédito en la historia de los grandes torneos. Nadal cumplió, llegó otra vez a la final (quinta vez, dos títulos) y defendió prácticamente todos sus puntos.

Tras el gran espectáculo brindado por Noval Djokovic y Jo Wilfried Tsonga en la primera semifinal del abierto de Inglaterra, comenzó otro partido del mismo porte, una segunda semifinal en la que el público local deseaba ver al mejor Andy Murray, el tenista que representaba el sentimiento de un país deportivo que desea ver un campeón inglés en Wimbledon y a un oponente, defensor del título, que debía luchar por ello ya que unos minutos antes el serbio lo había derribado del pedestal de número 1 del mundo.

No se dieron tregua en el primer set. Murray pidió médico cuando había llegado al 3-2 a su favor, hasta ahí sin quiebres. Pero siguió jugando con soltura, cambiando sus tiros constantemente. Nadal (que jugó nuevamente infiltrado en su tobillo) lo hacía con la intensidad de siempre pero con algunos errores no muy frecuentes en él.

Tanto que con su servicio en el duodécimo juego del set inicial, perdió dos pelotas anchas y le dio al local una doble chance para llevarse el set. Murray desaprovechó la primera, pero no la segunda, obligando a una defección cerca de la red al español quien se equivocó en la ejecución, dejando el set 7-5 para el británico (nacido en Escocia). El público, aplaudiendo a rabiar, Nadal con una enorme mueca de disgusto. ¿Estaría sintiendo lo que sucedió con Djokovic, flamante número 1 desde el próximo lunes?

El mismo había dicho, en Roland Garros que “tarde o temprano este año el número 1 se perderá…Djokovic lo ha hecho muy bien (ya había ganado 7 títulos) y se lo merece…”. Por lo tanto debía estar libre en lo emocional. ¿Se vería en el segundo set?

Nadal no bajó su presión permanente con más y más pelotas en el sector de Murray. Logró un quiebre en el quinto juego para 3-2 (el escocés hizo doble falta) y servicio para extender la ventaja. No se complicó mucho, incluso en una devolución, fallida por cierto, las cuerdas de la raqueta de Murray se cortaron en el momento del impacto. El de Palma de Mallorca se adelantó 4-2. Murray no lo estaba pasando bien. Nadal se lo confirmó con otro quiebre más en el séptimo. Estaba a sus anchas el español otra vez. Todo había quedado atrás: Djokovic, el adiós al número 1 del mundo y la lesión en el pie. Servicio a favor, 6-2 y set iguales. Comenzaba otra historia. Y Nadal quería hacer sentir su paternidad (11-4 hasta este partido). Quería llegar al domingo. Comenzó de la mejor forma el tercer set: con un quiebre. Y mantuvo su chance con su saque. 2-0, Murray daba la sensación de estar golpeado. Nadal no le daba muchas opciones, más avanzaba el partido, más corría, más desacomodaba al local, era el sexto partido en el torneo, la segunda semana, quince días después de haber ganado Roland Garros y como si nada.

Rápido 4-2 para el manacorí, que hasta es momento solo totalizaba 4 errores no forzados en todo el partido, contra 23 de Murray. Todo ello lo contabilizó el español. Igualando lo realizado en el segundo set, volvió a quebrar en el séptimo y con él su saque, angulando como corresponde hacia el lado del revés en los puntos impares, taladró a Murray. Otro 6-2 en el tercer set. Murray no daba señales anímicas de poder revertir el estado del match, claramente volcado hacia el lado del campeón vigente.

Nadal tan duro como siempre le quebró de entrada en el cuarto set y avanzó hasta el 2-0 con sus armas. En algún momento se tomó la rodilla izquierda pero no dio más señales que esa, Murray descontó y en el cuarto juego, más osado el inglés, contó con dos chances de quiebre. Pero Nadal con una derecha invertida hacia la derecha de Murray puso las cosas iguales. Murray también entregaba señales de alguna falencia en su rodilla derecha, dificultad que se veía más claramente cuando debía trasladarse hacia el lado del revés. Se quedó con su servicio el español, el 3-1 a favor le daba respiro. Faltaba poco para volver a la final, para el domingo ante Novak, con ganas de mostrarle que él será el número 1 del mundo desde el lunes pero que en Wimbledon…

Por eso no extrañó el 4-2 a favor del Rafa y tampoco extrañó que Murray no entregara todo lo que debe un tenista de su nivel (cuarto del mundo) debe presentar en un partido semifinal del abierto de Inglaterra. Es habitual que el escocés caiga en ese pozo cuando enfrenta a Nadal, le cuesta entender que todo vuelve, que los exquisitos disparos que ubica o sus toques en la red, Nadal los contesta. Y si lo ayuda con errores no forzados más todavía. Con 4-3 a favor, Nadal se ubicó pronto 5-3 y esperó el momento para cerrar el partido. El noveno juego podía marcar el triunfo del español o la continuidad del inglés. Con la quinta doble falta en el partido, Murray le sirvió a Nadal el primer match point que salvó con un ace. Quedó con vida Murray, pero Nadal estaba 5-4 y saque…para partido.

Los errores de Murray con la derecha le dieron al campeón vigente un rápido 30-0 que coronó luego con una zurda paralela para triple match point. Salvó uno Murray yendo a la red; todavía quedaban dos. Y con una derecha cruzada puso candado. 57, 62, 62 y 64 para quien más allá haber perdido el número 1 del mundo sigue siendo un príncipe en el reino de Wimbledon. El domingo querrá convertirse otra vez en rey…

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