¿Paro cardíaco? ¿sobredosis? ¿complot de la CIA? ¿puesta en escena? Cuarenta años después de la muerte de Jim Morrison, encontrado sin vida el 3 de julio de 1971 en su bañera, en París, las circunstancias del fallecimiento del “Rey Lagarto” siguen siendo un misterio.

Condenado en Estados Unidos por “exhibición indecente”, el cantante del grupo The Doors se exilió en París durante la primavera de 1971. En ruptura con su grupo, se reunió con su novia Pamela Courson con la intención de dedicarse a la poesía.

Pero la salud del que fuera un sex-symbol para convertirse luego en un alcohólico obeso se deterioraba rápidamente. El 3 de julio por la mañana apareció muerto en la bañera de su domicilio parisino. Según las comprobaciones de la policía, murió de un ataque al corazón. Tenía 27 años.

A pesar de los antecedentes de Morrison, la policía no dispuso una autopsia. El mánager de The Doors, Bill Siddons, tomó el primer avión pero el féretro estaba cerrado cuando llegó.

La tesis oficial fue la de Pamela Courson, que el cantante murió durante la noche en su domicilio. Pero la joven dio dos versiones diferentes y a veces incoherentes hasta su muerte por sobredosis cuatro años más tarde.

El cantante fue enterrado el 7 de julio en el cementerio parisino de Père-Lachaise en presencia de solo cinco personas. La noticia de su muerte, que se extendió por todo el mundo, tardó dos días en recibir confirmación oficial.

En “Los Doors, la verdadera historia”, del periodista Jean-Noël Ogouz, Bill Siddons explica que el entorno de Morrison quiso “evitar el circo que se montó con las muertes de Jimi Hendrix et Janis Joplin”.

Pero todos los ingredientes estaban reunidos para que se multiplicaran las especulaciones y teorías sobre las causas reales de la muerte de Morrison.

En 1983, un periodista británico implica a la CIA en el marco de un vasto complot tendiente a eliminar a figuras de la contracultura.

Otros evocan los servicios secretos franceses o una conspiración sionista. Unas tesis que, 40 años más tarde, se siguen debatiendo con profusión en la red.

Por su parte, el periodista y escritor Sam Bernett contesta la tesis de la crisis cardiaca y da a entender que el ícono del rock murió de una sobredosis.

En un libro publicado en 2007, Sam Bernett afirma que Morrison no murió en su bañera, sino en los baños de una discoteca parisina que regentaba, el “Rock’n"Roll Circus”.

“Allí estaba Jim Morrison, con la cabeza entre las rodillas, los brazos colgando(…) Rostro grisáceo, los ojos cerrados, tenía sangre debajo de la nariz, una baba blancuzca como espuma alrededor de la boca, ligeramente entreabierta, y en la barba”, escribe en “Jim Morrison, la verdad”.

Según el escritor, un médico constató el deceso del cantante y dos hombres a los que Morrison acababa de comprar droga arrastraron el cuerpo hasta un taxi para llevarlo a su domicilio. Por miedo al escándalo, el dueño del club prefirió no avisar a la policía.

¿Y si Morrison estuviera vivo…? El organista de The Doors, Ray Manzarek, alimentó esta teoría.

Citando una conversación que tuvo con el cantante un año antes de su muerte, declaró a un diario popular inglés que se preguntaba si su amigo no habría escenificado su muerte para rehacer su vida en el anonimato.

En todo caso, una simple losa con su busto y su nombre en medio de imponentes mausoleos es una de las sepulturas más visitadas del cementerio de Père-Lachaise, donde también están enterrados Chopin, Marcel Proust y Oscar Wilde.

El plátano que extiende sus ramas encima de la tumba y la farola cercana están cubiertos de graffiti que rinden homenaje al ícono del rock de los años sesenta.

Varias compañías organizan verdaderos circuitos de varias horas por París para seguir los pasos del cantantes: su domicilio, sus cafés preferidos…

La revista norteamericana “Doors Collector” propone incluso una estancia de una semana por 900 dólares (625 euros) sin contar el viaje.