Como pocas veces una final de campeonato reúne a los dos mejores exponentes del torneo. Universidad Católica y Universidad de Chile dirimirán al ganador del Apertura a dos finales que permiten augurar buenos partidos y con mucho juego, para quienes vayan al estadio.

Y es que las fuerzas son parejas para los encuentros de esta semana con dos equipos que apuestan a fórmulas muy distintas para llegar al mismo objetivo: Los de Sampaoli siempre buscan liquidar los partidos en el primer tercio, apelando a su juego por las bandas reforzado en playoffs con la gran faena de Eduardo Vargas y la conducción de Guillermo Marino, que recién comienza a tener atisbos del nivel que le llevó a salir de Newell’s hacia Boca Juniors -con conflicto contractual de por medio-. Luego sufren un bajón en el segundo tercio, en donde destacan los volantes de corte y la enorme campaña de Johnny Herrera en este 2011 -en el que ratifica su muy buen paso por Audax- y la aparición de Rivarola para resolverlo en la recta final. Un patrón que se ha repetido en los últimos encuentros, con la alta excepción de lo hecho el pasado sábado.

Mientras que los de Pizzi, por su parte, son pragmáticos para encarar cada encuentro y apuestan a un esquema que les sea funcional para ganar: Algunas veces carga el juego por las bandas para que Rodrigo Valenzuela, Juan Eduardo Eluchans (a quienes extrañó en la revancha ante Calera) y Fernando Meneses, especialmente cuando el centro es a la carrera. Otras ocasiones toma las banderas por el centro Milovan Milosevic, Francisco Silva o Marcelo Cañete (aunque lo del argentino transita por la vía de lo irregular) y, la gran mayoría de los partidos, es Lucas Pratto quien se encarga de resolver los pleitos a favor de los universitarios con su corpulencia y velocidad, esto último mérito del tremendo trabajo del preparador físico de los franjeados, Jorge Fleitas.

Ambos llegan con obligaciones a las finales: Universidad de Chile, la de replicar la brillante primera parte y la contundencia global de la revancha ante O’Higgins, como también el muy buen tercio final del Apertura. Mientras que la Universidad Católica, el cerrar con un título un semestre que lo tuvo como el mejor de la etapa regular y cuartofinalista de Copa Libertadores de América. Tan parejos, que es arriesgado pronosticar un ganador.

La memoria emotiva trae el recuerdo del cotejo que jugaron en Ñuñoa por la fase regular, que fue una muestra exacta de lo que mostraron ambos en la ronda inicial del campeonato: un inicio arrollador de Universidad de Chile, que pudo haber liquidado el encuentro en 35 minutos y la reacción de Católica, que le permitió equiparar el partido, apelando a las bandas y a Mirosevic.

Imágenes que esperemos se repitan esta semana, para que el final de torneo sea el que la afición espera: con buen fútbol, estadio lleno y en paz y con el mejor alzando la copa.