Por Cristián Jara Bizama

Luego de la presentación de los brasileros Sepultura, pasadas las 21:00 horas, el llamado “Padrino del heavy metal” apareció en escena con el clásico “Bark at the moon”, provocando la algarabía de los más de 10 mil fanáticos que llegaron al Movistar Arena en otra jornada memorable para los amantes del rock duro.

Tres años pasaron antes de tener de vuelta en suelo nacional al longevo cantante inglés Ozzy Osbourne quien, luego de sus presentaciones en los festivales “Monsters of Rock” de 1995 y 2008, este último junto a Korn y Black Label Society, es uno de los actos preferidos y más esperados por la afición metalera nacional.

Con este precedente; un grupo renovado y un disco reciente titulado Scream (2010) motivo de la gira, la noche del lunes 28 de marzo demostró que -a pesar de su extenso recorrido-, sus cualidades artística y carisma sobre el escenario continúan estando intactas.

Durante más de una hora y media de show, la tercera presentación del músico en Chile estuvo marcada por su enérgico desplante y calidad interpretativa, de la cual hizo gala en canciones clásicas de su repertorio solista como “Mr. Crowley”, “Road to Nowhere”, ‘Suicide Solution’ “Mama, I’m Coming Home” y “Crazy Train”, y también a la hora de tocar los verdaderos himnos del rock pesado pertenecientes a su etapa con Black Sabbath como “War Pigs”, “Rat Salad”, “Iron Man”, ‘Fairies Wear Boots’ y Paranoid, con la cual se bajó el telón.

Un repertorio que, ante el gran entusiasmo de los asistentes que corearon al unísono cada uno de los temas presentados, se asimiló vertiginoso, pero muy contundente. Y, entre rociadas de agua con su característica manguera, constantes “¡we love you all!” y solos de guitarra y batería, el espectáculo dejó muy conformes a los seguidores del artista que durante su carrera ha sido criticado por decapitar con sus mandíbulas palomas y murciélagos sobre el escenario.

Con un sonido espectacular, músicos de primera línea (como su nuevo guitarrista Gus G), riffs virtuosos a máximo volumen y un vozarrón que denotando oscuridad, furia y alegría a la misma vez se niega a decaer, Osbourne demostró que aún está capacitado para entregar presentaciones al más alto nivel, una leyenda que todavía hace vibrar los escenarios en donde se presente.