El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, acusado en el Congreso de haberse lanzado al conflicto en Libia sin una estrategia de salida, envió al frente este domingo a Hillary Clinton y Robert Gates para justificar la intervención estadounidense.

Luego de las explicaciones de Obama durante su alocución radial semanal del sábado y antes de su alocución televisada del lunes, su secretaria de Estado y su secretario de Defensa intervinieron en varios programas dominicales estadounidenses para explicar a la población la situación en Libia.

El secretario de Defensa reconoció, en respuesta a las críticas de los legisladores estadounidenses, que Libia no constituye “una amenaza real e inminente” para Estados Unidos, pero que su vecino Egipto es “una pieza central” en la región, y que había que apoyar al movimiento democrático nacido en ese país.

Además, los enfrentamientos entre el régimen del coronel Muamar Gadafi y la oposición “arriesgan con poner en peligro las revoluciones en Túnez y en Egipto”, afirmó Gates en la emisión dominical ‘This Week’ de la cadena ABC, donde fue interrogado junto a la secretaria de Estado Hillary Clinton.

“Había un éxodo masivo de tunecinos, de centenares de miles de otros trabajadores extranjeros en Libia que comenzaron a fluir hacia la frontera” tunecina, recordó Gates. Las mismas escenas se reproducían en la frontera egipcia con Libia.

Por eso, los nuevos regímenes nacidos de las revueltas populares de principios de año son “frágiles”, advirtió Gates, y Egipto es una pieza “central para el futuro de Medio Oriente”, añadió.

Egipto es el único país árabe que firmó un acuerdo de paz con Israel y es el principal aliado árabe de Washington.

El objetivo militar de la intervención en Libia no es el de derrocar al coronel Muamar Gadafi porque todo “cambio de régimen” es “muy complicado” de poner en práctica, afirmó Gates.

“Como lo hemos visto en el pasado (en Afganistán y en Irak, ndlr), un cambio de régimen es algo muy complicado, a veces requiere de mucho tiempo, a veces puede ser muy rápido. Pero esto jamás fue parte del objetivo militar” en Libia, destacó Gates.

En ese sentido, una fuente del ejército estadounidense negó que las fuerzas aliadas estén coordinadas con los rebeldes e insistió en que la misión internacional se reduce a proteger a los civiles.

Clinton y Gates, quienes deben testificar el miércoles a puertas cerradas ante el Congreso, aseguraron que la intervención internacional para aplicar la resolución 1973 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas iba “bien”.

“La zona de exclusión aérea está instaurada” y en tierra los elementos blindados de Gadafi fueron “reducidos de forma significativa”, afirmó Gates para tranquilizar a la opinión pública, que se muestra escéptica respecto a la intervención estadounidense en Libia.

Además, según los secretarios del gobierno de Obama, el régimen de Gadafi está sufriendo defecciones.

“Hay numerosos diplomáticos y jefes militares en Libia que se vuelcan, que cambian de bando, que defeccionan porque ven cómo esto va a terminar”, dijo Clinton en la emisión del programa ‘Face the Nation’ de la cadena CBS.

“No subestime la posibilidad (de) que los elementos del régimen se quiebren y abandonen al líder libio”, advirtió por su lado Gates en el mismo programa televisivo.

De otro lado, la secretaria de Estado descartó una acción militar en Siria pese a los enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas del orden, aunque consideró la situación como “muy preocupante”.

El uso de la fuerza por las fuerzas sirias fue bastante “más lejos” de lo que Estados Unidos hubiera deseado, agregó Clinton.

Más allá de lo que está ocurriendo en cada país árabe, las revueltas en Medio Oriente constituyen la mayor ola de cambios en mucho tiempo, remató Gates.

“En aproximadamente dos meses, probablemente hemos visto el cambio más vasto y más espectacular (…) en la región en el plano político desde las independencias de los años 50 y, quizás, desde la caída del imperio otomano hace casi un siglo”, estimó el secretario de Defensa.