El jefe de gobierno italiano Silvio Berlusconi, protagonista de un escándalo sexual sin precedentes, se reunió este viernes con representantes del Vaticano en el marco de las celebraciones anuales de los Acuerdos de Letrán de 1929.

La tradicional conmemoración del concordato firmado hace 81 años, el 11 de febrero de 1929, por el cardenal Pietro Gasparri y Benito Mussolini, con el que se puso fin al largo conflicto generado por la ocupación de Italia por parte de la Roma pontificia, se celebró en un momento delicado para el cuestionado Berlusconi, quien será procesado en abril por prostitución de menor y abuso de poder.

Desde hace varios meses, los diarios italianos publican revelaciones y conversaciones picantes de las jóvenes chicas que participaban en las fiestas privadas del primer ministro en su lujosa mansión de Milán, Villa Arcore.

“Todo está muy bien, como siempre”, se limitó a declarar Berlusconi, a la salida de una recepción en la embajada italiana ante la Santa Sede, a la que asistían autoridades de los dos Estados.

Según fuentes vaticanas, “la situación en Medio Oriente y de los cristianos en esa región” fueron los temas abordados durante el encuentro, mientras el canciller italiano, Franco Frattini, aseguró que se habló de temas como el “testamento biológico”.

Si bien la influyente Iglesia católica italiana reconoció oficialmente el mes pasado su malestar por la magnitud del escándalo sexual que implica al jefe de gobierno e invitó a la clase política a mantener “sobriedad”, “disciplina” y “honor”, continúa a apoyar al gobierno conservador de Berlusconi.

El controvertido multimillonario político, que se ha pronunciado con la Iglesia en contra del matrimonio homosexual, de la eutanasia pasiva, de la investigación con células madre y aprobó ampliar la financiación pública de colegios religiosos, no parece haber perdido por el momento a un aliado clave.

Pese a ello, medios católicos como Avvenire y la revista Famiglia Cristiana han sido muy críticos con Berlusconi, quien niega las acusaciones y asegura ser víctima de jueces politizados.

“La iglesia es muy pragmática y perdona los pecados del hombre”, comentó un vaticanista.

Numerosos católicos italianos temen además que sin Berlusconi se imponga un sector mucho más laico y menos sumiso.