Parlamentarios exigen a una fiscalización sanitaria del suministro de agua en las aldeas, por los riesgos de infecciones a los que están expuestos los habitantes de los campamentos de la Región del Bío-Bío.

Desde que se crearon las aldeas después del terremoto, las familias damnificadas tienen que abastecerse de agua, acarreando botellas y bidones desde estanques hasta sus mediaguas, para poder realizar acciones cotidianas como cocinar o lavarse los dientes.

Estos contenedores podrían transformarse en focos infecciosos que afectarían la salud de los pobladores, provocando diarreas o incluso cólera, sino se realiza una limpieza permenente y adecuada.

Claudia Placencio, perdió su casa tras la avasalladora ola del 27 de febrero, y ahora vive en el campamento Salinas de Talcahuano, explicó que encargados les llenan los bidones, pero no los limpian. Esto ha provocado que los niños se enfermen.

Mario Camaño, de la aldea Santa Clara, expresó que el edor en los baños no se soporta, y que incluso la laguna de agua debajo de las duchas se transformó en un criadero de bacterias.

El diputado UDI Juan Lobos, comentó que como el Gobierno no instalará agua potable en las casas, si deben extremar las medidas sanitarias en los estanques, para evitar intoxicaciones en época estival.

Similar petición realizó el Senador Alejandro Navarro.

El Jefe del Departamento de Salud Ambiental de la Seremi, Claudio Baez, informó que los estanques se evalúan por lo menos una vez a la semana, para conservar los niveles de cloro que mantengan el agua desinfecada, aunque sí confirmó que existen problemas con las aguas grises. Que se acumulan bajo las duchas.

Mientras tanto, los 100 mil damnificados de la región, continúan ingeniándoselas para sanitizar el agua, hirviéndola antes de consumirla o aplicándole cloro, para así evitar cualquier tipo de infección que pueda cultivarse en los estanques, dispuestos para el aseo y consumo de las personas de las 83 aldeas del Bío-Bío.