El asesinato de León Trotsky en 1940 en Ciudad de México, donde fue atacado con un picahielo en la cabeza, fue organizado desde una farmacia en Estados Unidos, de acuerdo a las memorias de un ex agente de la CIA.

Trotsky | Wikipedia

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El agente de la KGB -servicio secreto de la entonces Unión Soviética- que planeó la muerte en 1940 del revolucionario bolchevique estableció una ‘casa segura’ en Santa Fe, a casi 2.000 kilómetros de la capital mexicana en el estado de Nuevo México (suroeste de Estados Unidos), indica un nuevo libro del experto en inteligencia E. B. Held.

“Una guía del espionaje en Albuquerque y Santa Fe” de Held -que en la actualidad es director de inteligencia en el departamento de Energía de Estados Unidos- parece confirmar años de especulaciones sobre la existencia de un escondite de espías en Santa Fe.

En una memoria de 1994, “Tareas Especiales”, el espía de la KGB Pavel Antolievich Sudoplatov escribió que una farmacia de Santa Fe sirvió de ‘casa segura’ para los asesinos de Trotsky.

El libro de Held indica que el escondite se llamaba Farmacia de Zook, visible en fotografías de archivo, y reemplazado en 1990 por un local de helados Haagen-Dazs.

Held, de 58 años, comenzó a investigar la historia del espionaje en la zona luego de retirarse de la CIA en 2002.

Su libro detalla el espionaje atómico en Los Alamos (1943-1945), la traición de Edward Lee Howard en 1985 y las acusaciones contra el ingeniero de Los Alamos Wen Ho Lee en el año 2000.

Pero el capítulo más controvertido es el que trata sobre el asesino de la KGB Josef Grigulevich y su escondite en Santa Fe entre 1940 y 1941.

Nacido en Lituania, Grigulevich emigró de niño a Argentina junto a su familia, donde su padre fundó una cadena de farmacias.

Fue reclutado por la policía secreta soviética cuando era un estudiante en París y aprendió a matar durante la guerra civil española (1936-1939).

Grigulevich | Wikipedia

Grigulevich | Wikipedia

Cuando llegó a Santa Fe tenía 27 años de edad, y era “un hombre cosmopolita y mujeriego parecido al ficticio James Bond”, escribe Held.

Katie Zook, 33 años y soltera, dirigía la farmacia Zook, fundada por su padre, hijo de inmigrantes lituanos. Ella tenía pelo largo, amaba los sombreros y viajaba mucho.

Held especula que Grigulevich se acercó a los Zook gracias a sus raíces y profesiones comunes y les dijo que investigaba la historia de América Latina.

Así explicaba sus viajes a México. Luego de dejar la KGB, Grigulevich publicó 58 libros sobre la historia de América Latina.

Una vez instalado en Santa Fe, Grigulevich viajó a Ciudad de México para poner en marcha dos planes paralelos para asesinar a Trotsky, uno de los líderes de la revolución de 1917 forzado al exilio tras enfrentarse a José Stalin, luego líder soviético.

Uno de los planes involucraba a David Siqueiros, pintor y fundador del Partido Comunista mexicano. El otro plan confiaba en Ramón Mercader, un aristócrata español.

En la madrugada del 23 de mayo de 1940 Siqueiros y dos docenas de hombres armados atacaron la casa de Trotsky en la elegante zona de Coyoacán en la capital mexicana.

Dispararon con ametralladoras contra el dormitorio de Trotsky donde dormía junto a su esposa, pero ambos escaparon ilesos.

De acuerdo a Held, Grigulevich había engañado a Sheldon Harte, un estadounidense joven e idealista que oficiaba de secretario y guardaespaldas de Trotsky, para que dejara abierto un portón de acceso al complejo fortificado.

Harte, que podía identificar a Grigulevich, fue luego secuestrado y ejecutado.

Siqueiros fue acusado de intento de asesinato, pero escapó a Chile con la ayuda del poeta Pablo Neruda, también comunista y entonces cónsul general de Chile en México.

“Grigulevich desapareció, probablemente cruzando la frontera con Estados Unidos y refugiándose en Santa Fe con Katie Zook”, explica Held.

El 30 de agosto de 1940, Mercader, haciéndose pasar por un empresario canadiense, atacó a Trotsky con un picahielo. Herido en la cabeza, el ruso murió al día siguiente.

Mercader, que aseguraba que había matado a Trotsky porque el revolucionario le prohibió casarse con su secretaria, pasó 20 años en prisión. Una vez liberado viajó a la Unión Soviética donde fue condecorado como un héroe.

“Grigulevich mantuvo un perfil bajo en Santa Fe hasta 1941 y luego se separó de Katie Zook”, indica Held.

Según el autor, Zook nunca supo de las actividades de Grigulevich ni su verdadero nombre. El agente soviético murió en 1988 y ella una década más tarde.