La Eurozona se encontraba el miércoles otra vez en el ojo de la tormenta, con un duro plan de ahorro que debía ser aprobado en Irlanda, una huelga general en Portugal y una presión creciente de los mercados sobre España, obligada a pagar altísimos intereses para refinanciar su deuda.

Tras la crisis de la deuda griega en la pasada primavera boreal, ahora es el turno de Irlanda de hundirse bajo las deudas tras las inyecciones de dinero que dio a sus bancos y sembrar el pánico en Europa.

Los inversores temen otra vez un contagio a otros países de frágil situación financiera, como Portugal o España, y el euro se cotizaba en baja el miércoles hacia las 11H10 GMT, a 1,3335 dólares.

Hay “sin duda” un “abismo” entre las situaciones económicas de España e Irlanda, declaró el miércoles el secretario español de Estado de Economía, José Manuel Campa, en un nuevo intento del gobierno socialista por paliar las preocupaciones de los mercados de los últimos días.

Sin embargo, la tasa de interés de las emisiones de deuda española superaba este miércoles el 5% por primera vez desde 2002. La Bolsa de Madrid cerró el martes con una pérdida del 3,05%, con números rojos por tercer día consecutivo, con la caída más pronunciada en Europa.

Portugal también se hallaba en dificultades debido a su enorme déficit público, en momentos en que el gobierno socialista de José Sócrates trata de imponer una difícil cura de austeridad.

Las tasas de las emisiones de este país, donde este miércoles se llevaba a cabo una huelga general que podría ser la más grande de los últimos 20 años, se elevaban a 6,909% (18 puntos de base más que el martes por la noche).

En Dublín, el gobierno, al borde de la implosión, tenía previsto presentar el miércoles por la tarde un plan de rigor draconiano tendiente a dividir por diez el déficit público hacia 2014, del récord de 32% del PIB (Producto Interior Bruto) previsto para este año a un 3%, límite tolerado por las reglas de la Unión Europea (UE).

Tras un recorte de las prestaciones familiares y los subsidios al desempleo, e importantes supresiones de empleos públicos, el nuevo programa quiere ir aún más lejos reduciendo el salario mínimo.

Este plan es presentado como la condición para el otorgamiento de la ayuda financiera internacional acordada el domingo por la UE y el Fondo Monetario Internacional (FMI).

El monto de la ayuda alcanzaría los 85.000 millones de euros (113.700 millones de dólares) e incluiría la imposición de un impuesto a los bancos responsables de la crisis, según los medios de prensa irlandeses.

Pero los ajustes y las tensiones no se limitan a los países “periféricos” de la Eurozona.

En Francia, el primer ministro François Fillon presentaba el miércoles ante la Asamblea Nacional las prioridades de su nuevo gobierno, entre ellas una amplia reforma fiscal.

Fillon tenía previsto insistir en su voluntad de “reducir los déficits y la deuda” de Francia.

El gobierno conservador del presidente Nicolas Sarkozy propone duros recortes para reducir el déficit del Estado en 2011 de 152.000 a 92.000 millones de euros.

Tampoco Gran Bretaña estaba al margen de las preocupaciones, y el miércoles los estudiantes llevaban a cabo una jornada de acción para denunciar el aumento de los gastos de inscripción para la universidad.