La OTAN y Rusia acordaron el sábado examinar una cooperación en un escudo antimisiles para defender Europa de un eventual ataque y reforzar su colaboración sobre Afganistán, enterrando un periodo de tensiones entre los antiguos enemigos de la Guerra Fría.

Al recibir al presidente ruso, Dimitri Medvedev, para una cumbre bilateral en Lisboa, el secretario general de la Alianza Atlántica, Anders Fogh Rasmussen, saludó lo que describió como un punto de inflexión histórico en las relaciones, a menudo tensas, entre Moscú y Occidente.

“Hoy hemos contribuido no solamente a enterrar los fantasmas del pasado que nos han acechado durante tanto tiempo, sino que los hemos exorcizado”, declaró Rasmussen en la primera cumbre entre la OTAN y Rusia en más de dos años.

Los países de la Alianza y Moscú acordaron que “no suponen ninguna amenaza recíproca”, según el secretario general, que habló en nombre de los 28 dirigentes de la organización, que el sábado cerraron una cumbre de dos días en Lisboa.

Ambas partes atravesaron un difícil periodo en sus relaciones tras el conflicto de agosto de 2008 en Georgia, cuyo gobierno, aliado de Estados Unidos, se enfrentó durante cinco días a dos de sus provincias separatistas, apoyadas por Moscú.

“Un periodo de relaciones muy difíciles y tensas se ha superado”, coincidió Medvedev.

“Vemos a Rusia como un aliado, no como un adversario”, reafirmó el presidente estadounidense, Barack Obama.

La Alianza acordó con Medvedev explorar una cooperación en un sistema de defensa antimisiles para Europa, que los 28 acordaron crear el viernes en su cumbre, pese a que el dirigente ruso advirtió que deberá ser tratado como un socio de pleno derecho.

“O bien participamos completamente (…) o bien no participamos en absoluto”, afirmó Medvedev.

Rasmussen precisó que la idea es que los sistemas europeo y ruso funcionen de forma separada, pero cooperen intercambiando información, para estar “más alerta sobre una eventual amenaza”. No excluyó “cooperar eventualmente abatiendo un misil” dirigido contra el continente.

Moscú aceptó, por otro lado, permitir que un mayor número de provisiones no letales de la Alianza Atlántica cruce su territorio hasta Afganistán, incluyendo por primera vez vehículos capaces de resistir a las minas.

De esta forma, la OTAN podrá reducir el número de envíos, más arriesgados, a través de Pakistán.

La cumbre también sirvió para sentar las bases de un fondo conjunto para pagar 21 helicópteros rusos destinados a las fuerzas armadas afganas.

Pero lo que Obama definió como una “vuelta a empezar” en las relaciones bilaterales choca con un escollo mayor, el posible retraso en el Congreso de Estados Unidos de la ratificación del tratado ruso-norteamericano de desarme nuclear START, bloqueado por parte de la oposición republicana.

Los aliados europeos incrementaron la presión sobre los senadores estadounidenses, advirtiendo que está en juego la seguridad del Viejo Continente.

Medvedev llamó por su parte a esa cámara a demostrar su “responsabilidad” ratificando el tratado y alertó que Moscú “actuará de forma recíproca”.

El tratado, firmado por Obama y Medvedev en abril en Praga, prevé una reducción del 30% del número de ojivas nucleares en posesión de las dos superpotencias atómicas y verificaciones mutuas más transparentes.

Obama necesita una mayoría cualificada de 67 votos de 100 para obtener la ratificación en el Senado, y se esfuerza por convencer a un grupo de republicanos reticentes a que vote a favor de este texto antes de finales de año.

Esta fecha es crucial, porque a partir del 3 de enero de 2011, empezará a trabajar el nuevo Senado surgido de las elecciones legislativas del 2 de noviembre. Los republicanos serán entonces 47, contra 41 actualmente, lo que complicará la cuestión.