La engañosa imagen sofisticada de la cocaína, basada en los excesos de la cantante Amy Winehouse o la actriz Lindsay Lohan, puede ocultar que esta droga cada vez más mortífera causa estragos en todos los ámbitos sociales, según un informe presentado en noviembre.

Rotorhead en Stock.xchng

Rotorhead en Stock.xchng

Para el director del Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías (OEDT), que publicó este informe anual a mediados de noviembre, Wolfgang Götz, “la cocaína tiene un problema de imagen: para el común de los mortales, la droga está siempre asociada a la celebridad y al triunfo en sociedad”.

“Esto ya no es verdad, pues desde el año 2000, a partir de grupos bien integrados socialmente, se ha extendido hacia sectores marginales”, indicó.

El informe anual de la OEDT muestra que en Europa la cocaína es la segunda droga ilícita después del cannabis.

Según Paul Griffiths, director científico de la OEDT, hay en el continente “14 millones de utilizadores desde que se creó el organismo, 4 millones sólo durante el último año, de los cuales 3 millones de edades entre 15 y 34 años”, sobre todo en los países de Europa Occidental.

Por primera vez, la OEDT dispone de cifras sobre mortalidad vinculada a la cocaína: en 2008, unas mil muertes vinculadas a esta droga fueron señaladas en 15 países, “pero están subevaluadas”, insistió Griffiths.

El país donde más se consume cocaína es España, donde también se ha registrado un “aumento notable” de muertes entre 2002 y 2007. En el Reino Unido, el número de fallecimientos relacionados con esta droga se duplicó entre 2003 y 2008.

“No olvidemos que la cocaína es la primera causa de muertes por drogas ilícitas en Estados Unidos, por delante de la heroína”, agregó William Lowenstein, director de una clínica especializada en la adicción de los alrededores de París.

“Se investiga poco sobre la posible incidencia de la cocaína en casos de accidentes vasculares cerebrales (AVC), crisis de epilepsia, alteraciones del ritmo cardiaco, infartos del miocardio e insuficiencias renales agudas. Y por supuesto en las autopsias”, cuando esas patologías son mortales, precisó el doctor Lowenstein.

Según la literatura científica estudiada por la OEDT, “la mayoría de las muertes (relacionadas con la toxicomanía) son causadas por AVC o accidentes cardiovasculares” y “tales decesos no dependen de la dosis y pueden ocurrir en personas que consumen la droga ocasionalmente o en pequeñas dosis”.

Por otra parte, preocupa al Observatorio la diversificación de los elementos destinados a “cortar” que se añaden a la cocaína en polvo.

Además de las sustancias llamadas “inertes” como el azúcar o el almidón, se utilizan numerosos adulterantes activos como los analgésicos (paracetamol), los anestésicos locales y los antihistamínicos.

A esta larga lista se agregan “la levamisola, un antiparásitos muy utilizado en la ganadería bovina de América latina” (región de producción de la cocaína) cuya utilización prolongada y a fuerte dosis puede provocar efectos secundarios inquietantes; y “la fenacetina, un analgésico tóxico para los riñones, disponible a través de internet”, precisó Paul Griffiths.

Por último, insiste William Lowenstein, “en el 95% de las casos, el sólo uso de la cocaína es casi imposible pues produce un tal grado de excitación que hay que atenuarla para ‘bajarse’ o simplemente poder dormir mediante alcohol, cannabis, opiáceos o somníferos”.

Es urgente entonces “difundir los mensajes esenciales: es una droga que puede provocar dependencia y que puede matar, y adaptar las estructuras de atención muy centradas hacia los opiáceos”, concluyó el doctor Lowenstein.