Al menos ocho personas, cuatro de ellas militares, perecieron el domingo en atentados en el centro y el norte de Irak, según responsables de los servicios de seguridad.
El ataque más sangriento tuvo lugar en la provincia de Kirkuk, mosaico étnico y confesional al norte de Bagdad.
“Una bomba casera estalló al paso de una patrulla de militares a pie en Rachar”, al sur de la capital provincial Kirkuk”, declaró el coronel Ahmed al Barazanchi, de la policía local. “Tres soldados resultaron muertos”, añadió.
Siempre cerca de Kirkuk, en la localidad de Leylan, un civil murió por disparos de hombres que circulaban en un automóvil, agregó, sin dar precisiones sobre la identidad de la víctima.
Más al norte, en Mosul, la segunda ciudad del país, un kamikaze hizo estallar su vehículo en un retén de control del ejército y de la policía, matando a un soldado e hiriendo a cuatro personas, entre las cuales un militar y un agente, según las fuerzas de seguridad.
Si bien el nivel de la violencia en Irak no tiene comparación con aquella de orden confesional registrada en 2006 y 2007, Mosul sigue siendo una de las ciudades más inestables del país.
Por otra parte, dos civiles fueron asesinados en dos ataques en la provincia de Diyala, disputada, como Mosul y Kirkuk, por el gobierno central y el de la región autónoma de Kurdistán (norte).
En la capital, una bomba magnética adosada a un vehículo estalló y dejó un muerto y cuatro heridos en la céntrica plaza Wathaq, según un responsable del ministerio del Interior.