Los líderes de las 20 economías más poderosas del planeta abrieron el jueves en Seúl una cumbre, destinada a corregir los desequilibrios cambiarios que afectan al comercio mundial, con un tenso debate por las políticas monetarias de Estados Unidos y China.

G20 | Wikipedia

G20 | Wikipedia

La quinta cumbre de potencias industrializadas y emergentes se abrió con una cena oficial ofrecida por el presidente surcoreano Lee Myung-bak en el Museo Nacional de Corea del Sur, y concluirá el viernes por la tarde.

La polémica por la “guerra de divisas”, que implica en principio a Estados Unidos y China por la infravaloración del yuan, ha acentuado las diferencias entre los miembros del grupo, que está lejos de la cohesión exhibida en su primera cumbre de 2008 en Washington, en el apogeo de la crisis financiera mundial.

Convertido en uno de los voceros de los países emergentes, que han quedado atrapados en esta pelea, el presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva advirtió el jueves en Seúl que las naciones industrializadas deben fomentar su consumo interno, ya que en caso contrario “el mundo va a la quiebra”.

“Si ellos (los países desarrollados) no consumen, y se quiere apostar solo a las exportaciones (como mecanismo para salir de la crisis), el mundo va a la quiebra”, dijo Lula, señalando que el comercio mundial depende directamente del consumo en las naciones industrializadas.

El debate sobre las intervenciones para depreciar las monedas e impulsar las exportaciones propias se tensó más tras la decisión la semana pasada de la Reserva Federal, el banco central estadounidense, de inyectar 600.000 millones de dólares en el circuito financiero.

Este anuncio despertó fuertes críticas de China, Alemania y Brasil porque debilita la cotización del dólar.

Tanto el presidente Barack Obama a su llegada a Seúl el miércoles, como su secretario del Tesoro, Timothy Geithner, este jueves, defendieron que Estados Unidos adopte medidas para alentar el consumo interno en una economía que no logra crear empleos.

“Una recuperación fuerte que crea puestos de trabajo, ingresos y consumo es la contribución más importante que Estados Unidos puede hacer para la reactivación global”, expresó Obama en una carta a sus pares del G20.

En medio de las evidentes divergencias sino-norteamericanas, el presidente chino Hu Jintao prometió a Obama incrementar el diálogo y la cooperación con Estados Unidos, luego de un encuentro bilateral.

“China está dispuesta a trabajar con Estados Unidos para mejorar el diálogo, los intercambios y la cooperación de manera que la relación sino-norteamericano avance”, declaró Hu.

Pero las últimas cifras sobre la balanza comercial de Estados Unidos y China pueden tensar más los debate en la capital surcoreana.

China anunció el miércoles que su excedente comercial registró un fuerte aumento en octubre, alcanzando 27.150 millones de dólares, cifra muy superior a los 16.880 millones de setiembre.

De su lado, el déficit comercial estadounidense descendió con respecto a agosto pasando a 44.000 millones de dólares contra 46.500 millones, las exportaciones subieron y las importaciones retrocedieron.

Los negociadores del texto final de la cumbre no lograron aún acuerdos sobre dos temas clave: ¿qué hacer con las medidas cambiarias adoptadas por los países y cómo enfrentar colectivamente los desequilibrios de cuentas corrientes?

El G20 debería discutir una polémica propuesta estadounidense para hacer converger tanto superávits como déficits comerciales en los países del grupo, una alternativa que fue considerada “injustificada” e inapropiada por la canciller alemana Angela Merkel.

De su lado, los países latinoamericanos del grupo (Brasil, Argentina y México) han insistido en que el G20 alcance acuerdos para evitar devaluaciones con fines competitivos que puedan alentar el proteccionismo y alimentar una “guerra de divisas” en el mundo.