El presidente de Estados Unidos Barack Obama luchaba este lunes por enderezar el rumbo de una elección caracterizada por la rabia de los votantes por el curso de la economía, lo que podría dar a los republicanos el control de al menos la Cámara de Representantes.

Temiendo un duro revés en las urnas a dos años de su campaña por el cambio en Estados Unidos, Obama planificó una ola de entrevistas radiales y llamadas telefónicas a voluntarios demócratas encargados de levantar el ánimo alicaído por los resultados de las últimas encuestas.

En su estrategia Obama apuntó directamente a campos de batalla cruciales como Florida, Minnesota, Ohio y Pensilvania –todos clave para su posible reelección en 2012– como a su Hawai natal, indicó la Casa Blanca.

El mandatario afirmó a la radio WDAS-FM de Filadelfia (Pensilvania, este) que Estados Unidos se arriesga a vivir “una situación muy, muy difícil”, que tendrá “consecuencias durante las décadas futuras”.

“Va a necesitarse una buena participación” a favor de los candidatos demócratas porque “si los otros (republicanos) son más entusiastas, podríamos tener problemas para hacer progresar este país”, añadió el mandatario ante la posibilidad de una victoria republicana.

Alimentando los temores demócratas, el grupo encuestador Gallup en su encuesta final de intención de voto a nivel nacional halló que los republicanos se llevarían la mayor victoria en las elecciones de mitad de mandato que cualquier partido haya logrado en los últimos tiempos.

Los republicanos lideraban sobre los demócratas por un margen de 55% contra 40%, la mayor brecha desde 1974, cuando los demócratas obtuvieron una aplastante victoria tras el escándalo público de Watergate que provocó la renuncia del presidente republicano Richard Nixon.

La compulsa avala las predicciones de los analistas de que los republicanos recuperarán la Cámara de Representantes y obtendrán varios asientos en el Senado, aunque los expertos estiman que no creen que la mayoría de esta cámara cambie de manos.

Los republicanos, entusiasmados con el movimiento ultraconservador Tea Party, pretenden revocar la vasta reforma de la salud lograda por el oficialismo y prometieron recortes presupuestarios e impositivos que aseguran permitirá reducir el déficit e impulsar el crecimiento.

La elección de los 435 representantes federales y de 37 senadores tiene lugar cuando la esperanzada euforia de Obama en 2008 parece perdida en el tiempo y cuando el usual optimismo estentóreo de Estados Unidos fue superado por el declive nacional.

De obtener el control de la Cámara de Representantes, los republicanos podrán desbaratar los ambiciosos planes de Obama sobre el calentamiento global y la reforma migratoria. También dominarán en comisiones que podrían iniciar pesquisas perjudiciales para la Casa Blanca. Por otra parte, ya han prometido que trabajarán por una reforma del seguro de salud y del sistema financiero.

El panorama en el Senado permanece incierto, aunque no parece que la oposición vaya a ganar los 10 escaños que requiere para dominar esa cámara.

Según los analistas, los votantes estarían más inclinados a castigar al partido en el poder, más que a adherir a los republicanos, que siguen siendo ampliamente impopulares.

Y a pesar de los dos años tan complicados en materia económica, Obama permanece siendo el líder político más popular de Estados Unidos, a pesar de que los índices de aprobación que hoy rondan los 40 puntos han caído de las alturas estratoféricas en que se encontraban.

Históricamente, los presidentes en ejercicio, vieron cómo su partido perdía escaños en la mitad de su mandato, una tendencia que George W. Bush rompió en 2002.

Los estadounidenses también elegirán el martes a los gobernadores de 37 de los 50 estados del país, incluidos California, Florida, Nueva York y Texas.