Centenares de policías en rebelión mantenían sitiado este jueves en un hospital de Quito al presidente de Ecuador, Rafael Correa, quien había enfrentado a los uniformados que protestaban contra una ley que les reducirá beneficios económicos.
Los manifestantes, de civil y uniformados, lanzaban arengas contra el gobierno en las afueras del sanatorio de la Policía, en el norte de la capital, donde Correa es atendido tras haber sido agredido por agentes en un cuartel policial, al que acudió para tratar de sofocar la sublevación.
Correa denunció desde la clínica que su gobierno es víctima de un intento de golpe de Estado y que policías en rebelión intentaban ingresar a su habitación, en la que se encontraba para recibir atención médica.
“Nosotros queremos que derogue la ley aprobada por el Legislativo. Vamos a estar aquí hasta cuando sea necesario”, dijo a la AFP un policía que pidió no ser identificado, en medio de un tumulto en el que estallaron bombas de gas lacrimógeno.
Los agentes, varios de ellos movilizados en vehículos y motocicletas, impedían que el presidente ecuatoriano abandonara el hospital para ser trasladado hasta el Palacio de Carondelet, sede del Ejecutivo.