Trabajos domésticos, tales como ir de compras, cocinar, limpiar, entre otros, que mantengan un nivel adecuado de actividad física son recomendables para los adultos mayores porque, además, esto les ayudará desde un punto de vista mental.

Imagen | 26noticias.com.ar

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Los especialistas sostienen que es conveniente potenciar ocupaciones simples como jardinería, bricolaje o paseos diarios, porque los representantes de la tercera edad tienen que luchar, en la medida en que se pueda, contra la inactividad, agregando que es evidente que un estado saludable tanto de cuerpo como de espíritu, favorece un envejecimiento activo.

La actividad física, además de comportar beneficios para el individuo, también los comporta para la sociedad por la reducción de costos en salud y cuidados asistenciales.

El miembro de la Sociedad de Geriatría y Gerontología de Chile, doctor Augusto Brizzolara, expresó que “la actividad física reporta varios beneficios. En el área mental, se observa una reducción de la sintomatología ansiosa, ya que la actividad física regular eleva los niveles de endorfinas, noradrenalina y serotonina, lo que genera estabilidad de ánimo y favorece un sueño reparador”.

Agregó que “el ejercicio mejora el rendimiento cognitivo en personas con demencia y trastornos cognitivos, en adultos mayores con baja auto-estima producto de pérdidas en su autovalencia, la actividad física aumenta el auto-estima y lleva a una mejora en la percepción de bienestar”.

El especialista sostiene que “a nivel músculo-esquelético, en las mujeres post-menopáusicas se observa que el ejercicio produce una disminución en el ritmo de pérdida de masa ósea y el efecto mecánico de la tracción de los músculos sirve de estímulo para la formación ósea”.

También mantener actividad física aparece como una herramienta útil en la prevención de caídas en el adulto mayor.

Brizzolara dijo que desde el punto de vista cardiovascular “es ampliamente reconocido que 3 a 5 sesiones semanales de ejercicio son capaces de mantener una buena función cardiovascular. La actividad física contribuye a la prevención y manejo de una serie de enfermedades, entre las que se destacan las enfermedades cardiovasculares, diabetes mellitus tipo II, obesidad, hipertensión arterial y depresión, entre otras”.

Sin embargo, hace una advertencia, expresando que “es evidente que la sobreestimación de las propias capacidades, la competitividad o el intentar mantener un tono físico similar al de otras épocas pasadas puede comportar serios peligros que deben ser tenidos en cuenta. Los riesgos del ejercicio físico en esta época de la vida se sitúan principalmente en dos ámbitos: existe un riesgo cardiovascular latente, y en segundo término, hay que valorar la existencia de osteoporosis ya que esta enfermedad, que se caracteriza por una disminución de la masa ósea, hace que los huesos afectados sean más porosos y se fracturen con mayor facilidad que un hueso normal.

Pero el médico reafirma que el “movimiento” es uno de los principales medicamentos contra el envejecimiento patológico.