Los socorristas y el ejército chino tratan de encontrar sobrevivientes de los deslizamientos de tierra que el sábado devastaron la provincia de Gansu (noroeste), con un saldo de más de 1.300 desaparecidos.

elvocerous.com

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El último balance oficial de la catástrofe que golpeó una zona aislada de esta remota provincia es de 137 muertos y 1.348 desaparecidos.

El siniestro, provocado por lluvias torrenciales, agravó el duelo en un país confrontado a las peores inundaciones de los últimos diez años, que han dejado hasta el momento 2.100 muertos.

En el Gansu, el aluvión de lodo y piedras sepultó una franja de 5 km de largo y 500 metros de ancho con una altura que llegó, en algunos lugares, hasta la tercera planta de los edificios, informó la agencia oficial China Nueva (Xinhua).

El alud arrasó todos los inmuebles de por lo menos tres aldeas de esta región montañosa, habitada principalmente por pobladores de etnia tibetana.

La capa de barro llegaba a dos metros de alto en algunas calles del distrito de Zhouqu, el más afectado, de 135.000 habitantes.

El primer ministro Wen Jiabao, que llegó el domingo a la región, instó a los miles de socorristas movilizados desde todo el país a hacer lo imposible para encontrar sobrevivientes y para asistir a los 45.000 evacuados.

“Es crucial en este momento salvar a quienes están bajo los escombros” y esos esfuerzos se proseguirán mientras exista la más mínima esperanza, dijo Wen.

“Hemos percibido señales de vida, teléfonos celulares que sonaban y débiles pedidos de auxilio”, dijo Xu Jiaming, al frente de un equipo de 500 soldados, a China Nueva.

Los socorristas trabajan con palas o a manos descubiertas, sin equipos pesados poco aptos para maniobrar sobre semejante espesor de barro.

El alud cubrió casas y vehículos y cortó puentes y caminos de esta región, que ya se había visto afectada duramente por el sismo que en 2008 tuvo por epicentro la vecina provincia de Sichuan.

China enfrenta este año inundaciones de una magnitud sin precedentes en una década, que ya dejaron 2.100 muertos y obligaron a evacuar a unas 12 millones de personas, principalmente en el sur y en el centro del país, pero que últimamente se extendieron también al noroeste.