Al parecer, y a pesar de lo que cueste el cambio, la remodelación profunda del Transantiago “se viene”. Por lo menos, pronto saldrán de circulación los buses articulados, íconos del sistema; y ese anuncio provocó reacciones.

Para nada quedaron indiferentes los dirigentes gremiales de quienes trabajan detrás del volante de las máquinas del Transantiago, con el anuncio hecho por el ministro de Transportes, Felipe Morandé, de retirar del sistema los llamados buses “oruga”.

Así se comprueba al escuchar las declaraciones del presidente de la Asociación Gremial de Trabajadores del Transporte y presidente de la Central Autónoma de Trabajadores, Oscar Olivos, quien estimó que con medidas como ésta queda en claro que el secretario de Estado está desorientado.

Señaló que el problema es más de fondo, porque no se trata, como en el chiste de Don Otto, de vender el sillón para que se arreglen las cosas, sino que de establecer un sistema que de verdad funcione de manera integral.

Por su parte, Pedro Monsalve, presidente de la Confederación Nacional del Transporte, la consideró una buena medida, ya que en su debida oportunidad habría planteado que esos buses no funcionarían en las calles de Santiago, fundamentalmente porque no estaban diseñados para los requerimientos locales.

También estimó que en el último tiempo el sistema de transporte público de Santiago a progresado, pero que todavía falta bastante para que se parezca algo a lo que se prometió cuando se le anunció como la panacea que solucionaría en gran parte la vida de los santiaguinos.