Por primera vez en Italia, una mujer fue ordenada sacerdote el sábado en una iglesia del centro histórico de Roma, a pocos metros del Vaticano que, pese a una crisis de vocaciones, se niega a que las mujeres tengan acceso al sacerdocio.
El nuevo sacerdote, María Vittoria Longhitano, una italiana de 35 años, casada y madre de dos niños, pertenece a la Iglesia vetero-católica italiana (Chiesa Vetero-Cattolica Italiana), una pequeña congregación que abandonó el catolicismo romano en el siglo XIX para ingresar en la Unión de Utrecht, estrechamente ligada a su vez a la iglesia anglicana.
“Sin las mujeres, el catolicismo, que es sinónimo de universalidad, está como estropeado porque la mitad de la humanidad no participa en la misión de Cristo”, explicó a la prensa María Vittoria Longhitano, quien celebrará el domingo en Milán su primera misa.
El obispo Fritz-Rene Muller, de la Unión de Utrecht (Holanda) la ordenó ante un centenar de personas, durante un oficio de dos horas celebrado en la iglesia anglicana All Saints’ Church cerca de la célebre Plaza de España.
María Vittoria Longhitano no fue ordenada según el rito anglicano, sino según el de la iglesia vetero-católica.
Según ella, el interés del público y de los medios de comunicación por su ordenación demuestra que “las iglesias cristianas y la iglesia católica romana en Italia disponen de un apoyo popular para aceptar el sacerdocio de las mujeres”.
La Iglesia católica sólo acepta hombres para sacerdotes y obispos, reivindicando la práctica instaurada por Cristo, que escogió sus doce apóstoles entre hombres.
La decisión de la Iglesia anglicana en 1984 de abrir el sacerdocio a mujeres fue un motivo de fricción entre las dos Iglesias, y en julio de 2008 el Vaticano criticó la adopción, por parte de la Iglesia de Inglaterra (anglicana) del principio de la ordenación de mujeres obispos.