Una seria denuncia hicieron a través del diario norteamericano New York Times, dos supuestas víctimas del sacerdote Fernando Karadima, quienes entregaron su testimonio sobre los abusos sexuales que habrían sufrido por parte del ex párroco de la Iglesia Sagrado Corazón de El Bosque.

Fernando Karadima / cornwalltube.com
Entrevistados en exclusiva por el periódico norteamericano, James Hamilton de 44 años y Juan Carlos Cruz de 46, se han convertido en dos de los 4 casos denunciados ante la Justicia por el abogado Juan Pablo Hermosilla.
En una extensa nota, El New York Times destaca al ex párroco como uno de los “más influyentes y respetados de Chile”. Incluso va más allá señalando que algunos de sus seguidores lo trataban como “un santo viviente”, debido a su trabajo en la formación de sacerdotes y jóvenes pertenecientes a la élite de Santiago.
Según el testimonio entregado por James Hamilton, él “adoraba” a Karadima casi desde el momento en que lo eligió a los 17 años de edad, para ser parte de su Movimiento Juvenil de la Acción Católica. El sacerdote se convirtió en su confesor, su consejero espiritual, su figura paterna.
“Él era el representante de Dios para mí”, señaló Hamilton, quien actualmente se desempeña como cirujano gástrico.
Según las declaraciones hechas por la víctima, semanas después de unirse al movimiento restó importancia a los besos en la boca y palmadas en sus genitales que le propinaba el sacerdote. “Pero un día, mientras estaba en un retiro en una ciudad costera al oeste de Santiago, el Padre Karadima fue mucho más lejos en sus tocaciones íntimas”.
“Me quedé paralizado, congelado”, dijo el Dr. Hamilton. “Estaba destruido”. Lo que siguió según Hamilton, fueron 20 años de abuso sexual a manos del religioso.
Según el otro de los denunciantes, Juan Carlos Cruz, chileno que ahora es un ejecutivo corporativo en Estados Unidos, comenzó el proceso para convertirse en seminarista también a los 17 años, justo cuando acababa de perder a su padre.
Cruz indicó que Fernando Karadima aprovechó el sacramento de la confesión como una forma para abusar de él, tocándole los genitales y besándolo en la boca. Aseguró que durante su confesión le había confidenciado al padre Karadima que estaba confundido acerca de su sexualidad, conocimiento que el sacerdote usó para amedrentarlo y que permaneciera en silencio.
“Este hombre tenía un poder total sobre mí”, dijo Cruz. “Yo sólo quería suicidarme, pero no tuve la valentía de hacerlo y dejar sola a mi madre”.
Agregó que se recuperó con el apoyo de psicólogos, su familia y amigos. Sin embargo, dijo que en Santiago las agresiones sexuales de Karadima con sus jóvenes seguidores eran un secreto a voces.
Ambos denunciantes aseguraron al medio estadounidense que su intención no es obtener dinero, sino sólo que la verdad respecto del poderoso sacerdote salga finalmente a la luz.