Los Juegos Olímpicos de Invierno en Vancouver-2010 marcarán un antes y un después en el patinaje artístico mundial, con una emergente fuerza asiática que amenaza el imperio ruso en esta disciplina, y la necesidad de marcar una línea definitiva entre arte o deporte.

La perfección de la sudcoreana Kim Yu-Na para llevarse el oro en la prueba femenina, con una nota de 228,56 puntos, un récord mundial en esta disciplina, el segundo lugar ocupado por la japonesa Mao Asada y el título de los chinos Xue Shen y Hogbo Zhao en la competencia de parejas, hablan a las claras de una nueva tendencia en el patinaje artístico.

A ellos se suman la medalla de bronce conseguida por el japonés Daisuke Takahashi en el individual masculino, y la plata de China en el evento de parejas.

La ‘Escuela Asiática’, como ya muchos le llaman, demostró en Vancouver alto grado de maestría técnica, elevado concepto artístico, y una espiritualidad tan sutil como utilitaria.

De su lado, la escuela americana mostró su vigencia con los triunfos del estadounidense Evan Lysacek en la prueba masculina, y el 1-2 hecho por las parejas canadienses en la modalidad de danza sobre el hielo, donde Tessa Virtue y Scott Moir le dieron a su país la primera medalla de oro en la historia del patinaje canadiense.

Entre asiáticos y americanos quebraron el imperio de medio siglo que mantenía Rusia (antes la Unión Soviética) en esta disciplina. Esta es la primera vez desde los Juegos de Squaw Valley (Estados Unidos) 1960 que ningún ruso se encarama en lo más alto de un podio olímpico del patinaje artístico.

No se fueron con las manos vacías en Vancouver, pero se llevaron dos medallas que les arde en las manos como el brasero de oro que calentaba la alcoba del zar Nicolás.

La plata de su superestrella Evgeni Plushenko, y el bronce de los dobles campeones del mundo Oksana Domnina y Maxim Shabalin en la prueba de danza fueron guantes lanzados a la cara de una tradición que ha dado 24 títulos olímpicos y numerosos campeonatos mundiales.

El fracaso ruso en Vancouver fue tan sonado, que ya hablan de recoger a los entrenadores que tienen regados por el mundo para recomponer su escuela, de cara a los próximos Juegos Olímpicos en Sochi-2014.

También, la victoria del norteamericano Lysacek sobre el cuatro veces campeón mundial Plushenko, lanzó al ruedo el eterno debate de si el patinaje debe ser artístico, deportivo o de entretenimiento.

Plushenko brilló con dos programas repletos de complejidades técnicas y en los que enseñó su pleno dominio del salto cuádruple, que en realidad son cuatro giros completos en el aire antes de posar la pierna extendida sobre el hielo.

Lysasek escogió un programa sin riesgos, pero le puso más alma a su interpretación, y los jueces le dieron mejor puntuación.

“¡Esto es patinaje artístico y no ballet!”, exclamó el ruso en airadas declaraciones al conocer los resultados. “No estoy listo para patinar bien y perder”.

Las críticas le han llovido de todos lados a la Federación Internacional de Partinaje, que ha decidido analizar algunas propuestas para su congreso ordinario en junio, en la ciudad española de Barcelona.