Cientos de haitianos protestaron el miércoles en Puerto Príncipe para expresar su rabia contra el gobierno, incapaz de saciar las necesidades de un pueblo aplastado por un terremoto hace tres semanas, mientras 10 estadounidenses siguen presos por caso de niños “robados”.

El juez haitiano a cargo de llevar el caso del grupo de cristianos estadounidenses que intentaron sacar del país a 33 niños sin ningún permiso el viernes pasado, escuchó el martes a cinco de los 10 implicados en este caso y este miércoles continuará con los cinco restantes, dijo a la AFP el juez Isai Pierre-Louis.

Los portavoces de la organización SOS Village, que están cuidando de estos menores, indicaron que “entre 15 a 20 de este grupo de niños” ha dicho que tienen padres, dando nombres e incluso direcciones.

En el plano social, los habitantes de los campamentos de refugiados que se erigieron en Puerto Príncipe tras el terremoto del 12 de enero, fueron saliendo de sus carpas para agruparse y protestar con rabia cerca de la alcaldía de Pétion-Ville contra el Gobierno y todas las autoridades que no logran hacer llegar la ayuda requerida por los damnificados, constataron periodistas de la AFP.

La gente reclama comida, trabajo y que se tomen las medidas necesarias para retomar el año escolar, en un clima de deterioro de la seguridad en la capital haitiana.

“El gobierno haitiano no ha hecho nada por nosotros, no nos ha dado trabajo. No nos han dado la comida que necesitamos”, dijo a la AFP Sandrac Baptiste, uno de los refugiados en la plaza Saint Pierre de Pétion-Ville, donde la frustración reunía a personas que tienen tres semanas viviendo en asentamientos bajo pésimas condiciones sanitarias, entre carpas de sábanas construidas sobre palos de madera.

En este lugar al sudeste del centro de la capital haitiana, donde viven las clases medias altas rodeadas de villas miserias, un hombre, con un bloque de cemento en mano, gritaba con rabia que estaba dispuesto a pelear por el grupo de unas 300 personas que se juntaban en la plaza Saint Pierre.

“Si la policía nos dispara le prenderemos fuego”, dijo uno de los manifestantes mientras corrían sin destino preciso por la calle.

“No queremos periodistas aquí”, gritó otro a uno de los fotógrafos haciéndole gestos obscenos ante la cámara.

El martes también hubo pequeños focos de protestas al frente de la sede de la policía de Puerto Príncipe, donde unas 50 personas gritaron: “¡Abajo Presidente Préval!”

Estos manifestantes hicieron notar que tras el desplome de sus viviendas, han estado viviendo en el asentamiento de refugiados de Champ de Mars, frente al Palacio Presidencial también en ruinas, y que como empleados de empresas estatales no ha aparecido nadie a pagar sueldos.

“No tenemos carpas, no tenemos comida”, se quejó Bousiquot Widmack, en este asentamiento hacinado de familias que cocinan en fogones improvisados y se ven obligados a bañarse con jarros con el agua que corre por las calles inmundas.

Desde el terremoto que dejó 170.000 muertos, un millón de personas sin hogar y gran parte de Puerto Príncipe virtualmente en ruinas, el gobierno del presidente René Préval no ha podido levantarse para tomar decisiones de estado, entre otras cosas porque la mayoría de los edificios públicos están destruidos.

De su parte, la Organización de Naciones Unidas (ONU) y cientos de representantes de ONG de todo el mundo no han logrado ejecutar un plan eficaz de distribución de la ayuda internacional que logre llegar a la mayoría de los damnificados, que sienten que el saco de arroz de 25 kg o el agua, llega como una cuestión de suerte o repartición de piñata.

En Brasil, el canciller brasileño Celso Amorim informó que una nutrida reunión ministerial Brasil-Unión Europea (UE) prevista para el próximo 15 de febrero en Madrid debatirá la reconstrucción de Haití, entre una agenda que incluye la situación de Irán y la paz en Medio Oriente.