Mañana, en Oslo, Noruega, se entrega el Premio Nobel de la Paz al presidente estadounidense, Barack Obama. Sin embargo, la polémica sobre Irak y Afganistán sigue dividiendo opiniones entre quienes consideran el galardón injustificado y los que lo defienden.
El comité Nobel causó estupor en el planeta el 9 de octubre al atribuir el premio a Obama, quien había llegado a la Casa Blanca menos de nueve meses antes y todavía está inmerso en los conflictos de Irak y Afganistán.
Dos meses más tarde, muchos consideran la elección del comité prematura, incluso injustificada.
Una encuesta publicada el martes en Estados Unidos por la Universidad de Quinnipiac muestra que dos de tres estadounidenses consideran que su presidente no merece el Nobel.
En Noruega, donde los preparativos avanzan antes de la ceremonia de entrega de premios el jueves, los reacciones son contradictorias.
Según una encuesta aparecida el miércoles en el diario Verdens Gang (VG), solo 35,9% de los noruegos -eran 42,7% hace dos meses- consideran que Obama merece el premio contra 33,5% que opinan lo contrario.
Esto no es ajeno al anuncio que realizó el 1 de diciembre sobre el envío de 30.000 soldados suplementarios a Afganistán para aumentar los efectivos estadounidenses a 100.000 hombres. Lo anterior obligó al comité Nobel a justificar de nuevo su selección.
“La mayoría de los presidentes deben lidiar con conflictos, incluso guerras”, declaró el secretario del comité, Geir Lundestad, a la radio NRK esta semana.
“Pero lo que Obama ha tratado de hacer es comprometerse en una nueva vía en materia de política extranjera, subrayando la cooperación internacional, la ONU, el diálogo, la negociación, la lucha contra el cambio climático y el desarme y eso fue clave” para la selección del jurado.
Obama, según la Casa Blanca, tratará de justificar su decisión en el discurso de agradecimiento que emitirá mañana durante la premiación.
Al lado de nombres como Nelson Mandela, Madre Teresa o Aung San Suu Kyi en la lista de los premios Nobel de la Paz, el 44º presidente estadounidense se salvará de las preguntas molestas de los periodistas, pues casi todos los encuentros habituales con la prensa fueron anulados.
Pero no evitará las manifestaciones previstas cerca de su hotel -para esta ocasión dotado con vidrios blindados- para exigir la retirada de las tropas de Afganistán.
Noruega, un país medianamente calmado, desplegó el dispositivo de seguridad más importante de su historia, con más de 2.000 policías movilizados en tierra, aviones de caza y un avión de vigilancia AWACS.
Baterías de misiles antiaéreos fueron desplegadas alrededor de la ciudad, sumida entre el ruido ensordecedor de los helicópteros de seguridad.
Con dos guerras y una crisis económica para controlar, Obama recortó al mínimo estricto su programa en Oslo, donde sólo estará un día cuando por lo regular las celebraciones del Nobel se extienden durante tres días.
Su prisa no es del gusto de los noruegos quienes, según el diario VG, en su mayoría encuentran poco “cortés” de su parte no almorzar con el rey Harald y no asistir el viernes al tradicional concierto en honor del galardonado.