Fotografía: AFP

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  • En Europa a medida que la curva de muertos y de nuevos contagiados tiende a bajar – por ahora – se abre el debate sobre cómo se hará frente a la debacle económica provocada por la pandemia del Covid-19.

    En conversación con Radio Bío Bío, el reconocido consultor empresarial italiano y Director Ejecutivo de The European House - Ambrosetti, Valerio De Molli, advirtió que la solidaridad y unidad de los países que conforman la Unión Europea podría llegar hacer clave para enfrentar el futuro.

    Valerio De Molli advierte que todavía faltan varias semanas para poder tener un diagnóstico claro de la evolución que tendrá, pero subraya que, a diferencia de la inacción que tuvieron los países al inicio del Covid-19, es necesario que las medidas económicas se tomen a tiempo.

    Además, sostuvo que la pandemia no será el final del modelo capitalista, pero seguramente habrá cambios importantes desde muchos puntos de vista, como por ejemplo, una fuerte desburocratización del sistema público a nivel general.

    Sobre el futuro de Italia, el directivo de Ambrosetti sostiene que el legado de la crisis socio económica sanitaria será también el considerar aceptable un nivel de deuda más elevado para cada país del mundo.

    -¿No teme que los efectos económicos de la pandemia sean más perjudiciales que la pandemia misma? Algunos aventuran hambre, movimientos de protesta y violencia como resultado de la pobreza que se generará. Y la tentación de brote del nacionalismo o que población pida gobiernos “fuertes”, entiéndase totalitarios.

    – No sabemos qué tan generalizados son los daños que está causando la pandemia: la mayor parte de los datos económicos están disponibles sólo después de meses. En Italia tendremos que esperar al menos otro mes antes de tener el dato oficial del Instituto de Estadística Istat sobre la estimación preliminar del crecimiento (o más bien, la reducción) del PIB en el primer trimestre de 2020 y, por lo tanto, tener una idea precisa de lo que está sucediendo. Podemos plantear la hipótesis, según las estimaciones del modelo econométrico para medir los impactos socioeconómicos de The European House Ambrosetti, primer Think Tank del país, de una caída del 9% del PIB.

    No creo que habrá una explosión del nacionalismo: hay un fuerte sentido de unidad en Italia en este momento. El consenso a favor del Gobierno se encuentra entre los más altos del mundo y ha surgido una fuerte solidaridad nacional. El país se encuentra unido como nunca antes.

    -Las diferencias sobre las medidas de rescate o ayuda económica han mostrado las diferencias entre el norte y el sur de Europa. ¿A qué obedecen esas diferencias? ¿Hay diferencias culturales que hacen imposible ciertos niveles de unidad de Europa?

    -Se trata de una crisis nueva que, por lo tanto, necesita nuevos instrumentos a nivel europeo. Es necesario que exista un consenso entre el liderazgo del Norte y el Sur de Europa y que existan herramientas de las que todos los países europeos puedan beneficiarse. El Gobierno italiano propone que se amplifique la solidaridad europea mediante el lanzamiento de emisiones ESB (European Solidarity Bond, de no llamar nunca con el nombre de Eurobond, que genera fuertes anticuerpos entre los países nórdicos y Alemania) con dimensiones muy significativas, al menos el 10% del PIB del país, con plazos muy extensos. También en este tema es sólo fisiológico que haya diferencias en las evaluaciones y reacciones en Europa, ya que el tema de la organización y entrega de políticas de salud está muy regionalizado, con diferencias significativas incluso dentro de los propios Estados europeos.

    -¿Cree que la falta de consenso en Europa en cuanto a la ayuda económica, principalmente de Alemania y los países nórdicos -principalmente Holanda- puede alentar un incremento en Italia a una eventual salida de la Unión Europea?

    -Un Italexit no es absolutamente una opción en estudio. No lo es para Italia, pero tampoco para los otros países de la Zona Euro. Una salida de Italia ciertamente dañaría a nuestro País, pero también pondría de rodillas a los otros. Así que no se está formulando ninguna hipótesis en ese sentido, y ni siquiera los partidos más euroescépticos, Marine Le Pen en Francia o Salvini en Italia, hablan de ello.

    Es muy claro para todos que la única salida es una gran solidaridad europea.

    -¿Cómo califica la respuesta de la Unión Europea y de sus instituciones ante la epidemia? ¿reaccionaron a tiempo o imperó una burocracia, muchas veces criticada? ¿La renuncia del presidente del Consejo Europeo de Investigación (ERC), Mauro Ferrari, es una manifestación de una incapacidad para responder ágilmente pero también de problemas mayores?

    -Es una crisis en la que el factor tiempo juega un rol principal. Las respuestas deben llegar rápidamente. La Unión Europea, como todos los países, se ha visto abrumada por esta emergencia. Se ha tratado de una crisis sin precedentes, caracterizada por un alto nivel de ansiedad e incertidumbre. La Unión Europea, después de un momento inicial de inercia, ahora está reaccionando. Será necesario lo antes posible activar mecanismos de apoyo, como los solidarity bond, en nuestra opinión, la única solución para superar esta crisis. Sin solidaridad europea, no hay salida. A propósito de velocidad de respuesta, mientras que en la crisis financiera de 2008 el BCE tardó 3 años en preparar las respuestas, en esta crisis pandémica, en menos de 4 semanas ya se activó la política monetaria del BCE de 1,1 billones de euros; esto es lo que ha salvado las finanzas y la estabilidad de muchos países en Europa, Grecia, España, Portugal e Italia en primer lugar.

    Con referencia al profesor Ferrari, siento una profunda estima por él y estoy convencido de que aportará aún más contribuciones en el futuro para el proyecto de investigación sobre la vacuna coronavirus.

    -Italia es uno de los países más endeudados del Mundo en la relación deuda y PIB. ¿Cómo Italia saldrá de todo esto? ¿Podrá su economía poder ser competitiva?

    -Estamos dando una gran prueba de responsabilidad y solidaridad. Debemos estar orgullosos de cómo se está comportando Italia frente a esta crisis. Sólo para citar un ejemplo virtuoso, la producción italiana de máscaras era igual a cero al 29 de febrero, hoy podemos producir 1,5 millones de máscaras diariamente, habiendo reconvertido empresas en el sector textil y cosmético y demostrando una extraordinaria resiliencia del tejido productivo italiano. Este tipo de ejemplos nos hacen optimistas sobre el futuro. El paquete de estímulos será, seguramente, una oportunidad para fortalecer los puntos de fuerza y las áreas más dinámicas de nuestro país.

    En lo que respecta a la deuda, es necesario tener en cuenta que el valor del ahorro italiano es por si solo igual a un múltiplo de la deuda misma y que nuestra deuda está principalmente en manos del BCE y de los propios italianos; sin embargo, hay otros países como Japón que tienen estructuralmente una relación deuda / PIB que es mucho más alta que la italiana, y continúan su camino sin problemas.

    El legado de esta crisis socio económica sanitaria será también el considerar más aceptable un nivel de deuda más elevado para cada país del mundo.

    -Italia tiene una notable diferencia entre el norte y en el sur. Esa diferencia no solo se manifiesta en industrialización, en ingresos económicos per cápita, sino también en los rendimientos de la prueba SIMCE. El norte de Italia tiene resultados similares al norte de Europa y Alemania y el sur a Grecia. Todo esto, y ante la crisis, ¿puede atentar con la unidad del país y nuevamente llevar a que haya una separación más definitiva entre el norte y el sur?

    -En este momento nuestro país está más unido que nunca; el norte, equipado con los mejores servicios de salud, ha sido el más afectado por la emergencia, pero el sur también está respondiendo bien a la crisis. Los hospitales y el personal médico de todo el país están colaborando sin distinciones entre norte y sur; durante las primeras semanas, hemos asistido al traslado del norte al sur de varios pacientes y, afortunadamente, los contagios en el sur no parecen crecer al mismo nivel de lo que sucedió en el norte. Evidencia de que el lockdown se realizó en el momento justo.

    La división norte sur, desafortunadamente no es un descubrimiento reciente, y no es tampoco un legado de la crisis pandémica.

    Es más, la crisis que ha afectado sobre todo al norte, en todo caso, ayudará a reducir la brecha.

    -El sur de Italia hubo un intento de no pagar en un supermercado, lo que finalmente no ocurrió luego de la intervención de la policía. ¿Cree usted que intentos de este tipo puedan reiterarse e, incluso, masificarse, quebrando el Estado de Derecho, la confianza, ante la desesperación de muchas personas ante una situación económica que los lleva a la desesperación?

    -Absolutamente no, fue un caso aislado y la noticia se difundió más en el extranjero que en Italia. En cambio, estamos asistiendo a una gran cadena de solidaridad en todo el país: diversas iniciativas han sido promovidas por asociaciones públicas y privadas para enfrentar las necesidades de las familias más necesitadas. No olvidemos la medida del Gobierno destinada a apoyar a las familias en dificultad: 4.300 millones del fondo de solidaridad de los Municipios y otros 400 millones con una ordenanza de la Protección Civil. Esta medida se firmó el 28 de marzo y el 3 de abril este dinero ya estaba disponible para las familias. El gobierno está reaccionando rápidamente y con determinación.

    Además, es como si pensáramos que, como en Estados Unidos ocurren masacres y tiroteos en muchas escuelas todos los meses, los estadounidenses fueran todos asesinos; hemos leído sobre el record de venta de armas en Estados Unidos al comienzo de la epidemia; no creo que debamos dar por sentado que todos saldrán a la calle a dispararse unos a otros.

    -¿Qué cambios culturales inminentes en la sociedad italiana son esperables una vez pasada la crisis?

    -Seremos testigos de cambios muy significativos: un legado positivo será el derivado de la modernización, del uso de las tecnologías. Estamos presenciando la difusión masiva de nuevos modelos de trabajo, como el smart working. Hoy ya tenemos varios millones de italianos trabajando en esta modalidad; nuestro think tank The European House – Ambrosetti es un buen ejemplo con el 100% de los 250 colegas que trabajan en Smart working.

    -¿Cuánto podría demorar la recuperación de Italia?

    -La incertidumbre, desde el punto de vista económico, viene dada por un corolario de factores todos en movimiento. La duración del lockdown no sólo en Italia sino también en Francia, Alemania y Estados Unidos, que representan el 33% de nuestras exportaciones; la tasa de supervivencia de las empresas: se estima que el 10% arriesga el default; la tendencia de los servicios a las empresas; el tiempo de llegada de la recuperación, es decir, si será en V, con un rebote inmediato, o en U, con un arrastre después de la caída antes de la recuperación; el alcance y la calidad de las medidas gubernamentales; la velocidad de desarrollo de fármacos. Todos son factores determinantes sobre los cuales actualmente no hay certezas y, por lo tanto, crean diversas ansiedades y preocupaciones.

    -¿Quién o quienes han sido más certeros y asertivos en el liderazgo y manejo de la crisis, y por qué?

    -Los países asiáticos han respondido proactivamente a la emergencia, probablemente porque ya habían experimentado en los últimos años algunas epidemias como el SARS y el MERS. La población de esos países ya había vivido medidas de contención y seguridad, por lo que a nivel cultural partieron de una situación ventajosa. Italia por un caso fortuito, y la mayoría de los científicos y académicos están de acuerdo en afirmar que fue un caso, fue el primer país occidental en enfrentar la pandemia. En retrospectiva, es fácil criticar algunas medidas tomadas durante los primeros días, pero es necesario dar el crédito a nuestro Gobierno por haber reaccionado con prontitud al enfrentar esta emergencia, adoptando medidas que luego fueron replicadas por otros países europeos. Las pruebas de estima de las instituciones y otros líderes europeos han confirmado la bondad de las medidas adoptadas por nuestro gobierno.

    -¿Emergió algún nuevo líder político y/o social de esta crisis?

    -Francamente en este momento no me parece que haya surgido ningún líder político o social. Todos los líderes están viviendo una crisis sin precedentes. Sólo en algunos años más podremos sacar conclusiones y hacer evaluaciones al respecto.

    -¿Qué fue a su juicio lo más sorprendente o inesperado de todo lo que ha pasado a la fecha?

    -Me impresionó la velocidad con la que la investigación se ha movilizado en todo el mundo. Desde finales de febrero hasta hoy, han nacido más de trescientos programas de investigación sobre coronavirus: no podrán no tener resultados, no sólo en la vacuna a largo plazo, sino antes en mejores tratamientos.

    -Llama la atención que al momento de esta entrevista han muerto en Italia cerca de 90 médicos. No ha estado entre las noticias más destacadas. ¿Por qué? ¿Sentido del deber, países que tienen recuerdos de guerra, por lo que saben enfrentar grandes dificultades, simple existencialismo?

    -Los medios están informando periódicamente estas noticias, se está hablando de ello. Pero aquí también es necesario hacer una aclaración; el personal médico está luchando en el frente donde el virus está más presente y, al ser un virus con una carga virológica increíble, ha golpeado duramente al personal médico territorial y hospitalario; pero aquí también tenemos que mirar los números: se trata de un centenar de personas entre más de 25,000 muertos; es siempre un dato trágico, pero en esta óptica relativa, más redimensionado.

    -Varios políticos demandan, ante esta crisis, un mayor rol del Estado. Incluso, algunos estiman que lo que está pasando es el fin del modelo capitalista. ¿Usted comparte ese juicio? ¿Cuál sería la alternativa?

    -Estamos abrumados por una crisis de una dimensión extraordinaria, sanitaria, económica y que pronto se convertirá también en una crisis social, con una doble pinza de crisis de demanda y de oferta que nuestra generación nunca antes había experimentado. No es casualidad que muchos comentaristas, muchos políticos, muchos economistas, hayan definido este período como un período de economía de guerra. No será el final del modelo capitalista, pero seguramente habrá cambios importantes desde muchos puntos de vista, como por ejemplo, una fuerte desburocratización del sistema público a nivel general. Quiero reiterar que la crisis no es sólo italiana o europea, sino mundial.

    -La pandemia ha generado un confinamiento de buena parte de la población. ¿Es más por sentido de responsabilidad o por miedo a la muerte? ¿Ve usted en lo que está ocurriendo la posibilidad de que puedan generarse directrices mundiales en determinadas materias?

    -El pueblo italiano ha demostrado un fuerte sentido de responsabilidad en esta situación. Según una investigación reciente, por ejemplo, los ciudadanos milaneses son los que a nivel mundial han reducido mayormente los desplazamientos: dada 100 la cantidad de desplazamientos en un período normal, Milán en estos días resulta igual a 3: significa que en Milán los desplazamientos se han reducido en un 97%. No se trata del miedo a morir sino de un fuerte sentido cívico. Es posible que después de esta emergencia, se generen directivas en todo el mundo sobre estos aspectos.

    -¿La respuesta ante la pandemia no es una derrota del individualismo? ¿Cómo preservar los espacios de libertad individual en tiempos en que las nuevas tecnologías permiten y permitirán cada vez más un control más estricto de la población? ¿Ante problemas globales, existe el peligro de una respuesta totalitaria mundial?

    -En mi opinión, las libertades personales pueden ser limitadas, pero dentro de un marco de reglas. Creo que necesariamente tendremos que enfrentar una limitación de nuestra libertad por un bien que debe defenderse con todas nuestras fuerzas: nuestra salud.

    -La velocidad (y las falsedades) de las redes sociales dejan, en muchos momentos, a los gobiernos desfasados, obligados a replicar lo que la opinión pública hace circular por esas redes, sea falso o no. ¿Qué juicio le merecen las redes sociales? ¿Cómo puede combatirse la difusión de falsedades por ella? ¿Su velocidad, atenta contra un desempeño político reflexivo? ¿Qué perdurabilidad puede tener un programa de gobierno en medio de ese frenesí?

    -Estamos experimentando una de las mayores crisis desde la posguerra en todos los niveles. En este momento, la información tiene un rol y una responsabilidad enorme. Los medios tienen una gran responsabilidad en este período de emergencia. Por otro lado, esta emergencia ha dado un gran impulso a lo digital y el peligro de lo digital es la velocidad que es enemiga de la exactitud de la información. Si queremos recuperar una especie de normalidad, debemos mantener la racionalidad a partir de la información que debe ser funcional a la recuperación del país. No podemos ser prisioneros del ansia. El único antídoto contra las fake news es el desarrollo de habilidades de análisis y evaluación de fuentes.

    -Muchos señalan que en China, que ya tiene experiencia, se acrecentó con la pandemia la vigilancia y control de la población mediante la tecnología. ¿Cuál puede ser el alcance en el mediano plazo de las supervigilancias vía digital de los ciudadanos? (salud, nivel Intelectual, formación profesional, experiencia laboral, nivel Socioeconómico etc.)

    -Como dije antes, creo que esta emergencia ha hecho surgir una fuerte necesidad de defender nuestra salud. Si esto significa que tendremos que aceptar algún compromiso, significará que lo aceptaremos.

    -¿Qué país europeo mostró más empatía y solidaridad con Italia y cuál fue el más hostil y menos empático? ¿Cómo se interpreta y que se espera de la relación con Rusia?

    -Es posible que haya habido diferentes posturas por parte de cada país, pero lo importante en este momento es demostrar unidad a nivel europeo. El Euro es la única solución real. Europa tiene que dar una respuesta fuerte y unificada a esta emergencia, sin unidad cada país se encontrará solo a enfrentar una emergencia sin precedentes. Después de todo, como dijo Maquiavelo (en realidad, probablemente apócrifo, pero sigue siendo una máxima válida), “donde hay una gran voluntad no pueden haber grandes dificultades”. Y a tener en cuenta especialmente en situaciones como esta: una voluntad fuerte, cohesiva y determinada es la condición indispensable para garantizar que el coronavirus no aseste un golpe mortal a nuestra sociedad y nuestra economía.

    Hemos visto una gran solidaridad y apoyo hacia Italia y España, los dos países más afectados por la crisis de salud (España, donde inició después, ahora está mucho más afectada que Italia) de todo el mundo, desde China hasta Rusia, desde Alemania y Francia a los Estados Unidos; todos han contribuido y dado el máximo; incluso Cuba y Albania han enviado una docena de médicos a Italia para apoyar en la fase más aguda de la crisis de salud, ahora ya a nuestras espaldas. Una gota, pero de un gran contenido simbólico.

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