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Essal: informe revela que superintendencia conocía en 2018 graves problemas en las plantas de Osorno

Essal: informe revela que superintendencia conocía en 2018 graves problemas en las plantas de Osorno

Miércoles 24 julio de 2019 | 04:24

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En mayo del año pasado el regulador contrató a una consultora ambiental para que evaluara el Sistema de Producción de Agua Potable de Essal. Las conclusiones a las que arribaron los auditores fueron reveladoras. El listado de anomalías es largo y hablan por sí solos: equipamiento antiguo, ausencia de planes de limpieza, mantenimiento irregular de la maquinaria, falta de control sobre los operarios, lechos de agua sucios, omisión de información y la entrega de datos de la empresa a la autoridad, que ponen en duda las pérdidas de producción de agua. Las conclusiones a las que arribó el estudio dejan claro que en octubre de 2018, cuando se entregó formalmente el documento, debió ser tomado como una voz de alerta sobre el prontuario de la sanitaria. El informe íntegro lo revela la Unidad de Investigación de Radio Bío Bío.

Parece mentira, pero en octubre de 2018 la Superintendencia de Servicios Sanitarios (SISS), tuvo pleno conocimiento de graves irregularidades en la infraestructura crítica de las plantas de Essal ubicadas en Osorno.

La información consta en un informe de auditoría encargado a una consultora ambiental por el SISS, que evaluó el Sistema de Producción de Agua Potable de Essal, al que accedió la Unidad de Investigación de Radio Bío Bío.

Lea el informe completo

La revisión buscaba hacer una radiografía a los procesos industriales de la compañía y poner bajo la lupa la capacidad real del sistema, la veracidad de los planes de desarrollo proyectados, para conocer si la sanitaria podía cumplir la demanda de agua que tendrá la zona hacia 2030.

Lo que el equipo de auditores encontró fue un largo y concluyente listado de graves anomalías que puso en duda -ya en octubre de 2018- la capacidad para proveer de forma correcta el suministro.

La enumeración de los problemas hablan por sí solos: equipamiento antiguo, ausencia de planes de limpieza, un tronco obstruyendo la entrada a un ducto de captación de agua, mantenimiento irregular de la maquinaria, falta de control sobre los operarios, lechos de agua sucios y omisión de información.

La lista sigue: falta de medición de caudal, deficiencias en el proceso de cloración, problemas en los equipos de respaldo al sistema, entrega de datos de la empresa a la autoridad, que ponen en duda las pérdidas de producción de agua.

La evaluación fue contratada bajo la gestión del ahora exsuperintendente Ronaldo Bruna, quien renunció a su puesto en marzo de este año, bajo fuertes cuestionamientos por su elevado patrimonio y contratar asesorías por cerca de 150 millones de pesos vía trato directo a personas ligadas transversalmente al mundo político.

Golpear con una piedra

Una de las conclusiones del documento de 35 páginas al que accedió este medio, califica a la planta de Caipulli -donde fueron derramados 1.100 litros de petróleo que desataron la crisis- como una instalación de “riesgo alto”.

“(…) los aspectos más relevantes y críticos se concentran en la Planta de Tratamiento de Caipulli. (debido a la) incidencia de su aporte en el volumen de producción de la localidad de Osorno por sobre el 60 por ciento”, establece la auditoría.

Y agrega: “(la) criticidad de la infraestructura faltante o definitivamente deteriorada, se ha asociado a esta instalación productiva, un nivel de riesgo relativamente alto para la proyección de su operación, durante los próximos quince años”.

El profesional a cargo de la revisión ordenada por el SISS es aún más categórico sobre el desempeño operacional de Caipulli.

“(…) dicha instalación presenta una brecha importante respecto de las prácticas estándares y acordes con la tecnología disponible (…) y del control operacional necesario para asegurar su adecuado desempeño”, sigue.

Las impresiones de los consultores sobre las falencias de Essal, fueron como una premonición porque coinciden con el testimonio prestado ante la PDI por el operario de la compañía, en cuyo turno ocurrió el vertimiento del petróleo a los estanques de agua.

El empleado recordó que, para saber cuál era el nivel del combustible, había que golpear “con una piedra” el marcador. De hecho, tuvo que usar una linterna por falta de iluminación.

La crisis del agua en Osorno tiene hoy el Presidente Sebastián en la encrucijada. Y esto, porque una vez que reciba el informe de la superintendencia del ramo -que debe detallar el prontuario de Essal- estará en condiciones de resolver si quita o no la concesión a la compañía controlada por Aguas Andinas. La Ley General de Servicios Sanitarios lo faculta para actuar como juez.

Geografía del agua

Actualmente la empresa Essal, a través de la concesión Osorno, abastece a cerca de 180 mil habitantes en el radio urbano.

El agua es captada en los ríos de la zona por las plantas Caipulli y Pilauco. Posteriormente es dirigida hacia Ovajerías donde pasa por un proceso de desinfección vía flúor, para luego llegar a los hogares osorninos. El informe establece graves falencias en estos tres últimos recintos.

El desarenador

La consultoría descubrió que un tronco obstruía los ductos de captación de agua desde el Río Rahue a la planta, ya que carecía de un sistema de rejas que protegiera el lugar.

“Agrava la ausencia de este sistema, el hecho (de) que (…) no se dispone de un programa de limpieza (…) solo se efectúan operaciones correctivas con buzos cuando se producen embanques u obstrucciones del ducto de alimentación”, señala el informe.

Un segundo problema radica en las obras de captación, porque no es posible establecer la cantidad de arena que llege al interior de la planta. ¿La razón? El llamado “desarenador”, no existe.

También se advirtió durante la revisión, es que Essal no cuenta con equipamiento para el empleo de productos químicos que ajuste el PH o acidez de las aguas, que haría más eficiente el proceso.

Sin embargo, uno de los puntos más graves explicados en la auditoría, es que la empresa opera con criterios de “prueba y error, con decisiones y criterios propios de cada operador”.

Las evaluaciones positivas en el informe son mínimas en materia de infraestructura. Un caso lo constituyen los filtros que se encontraban en buen estado, pero la falta de control en los procesos, terminaron sumándolos a la larga lista de problemas.

La auditoría sostiene también que la planta presenta “riesgos operacionales altos” por la falta de programas de mantenimiento en el tiempo.

Las otras dos

La planta Ovejerías es la que limpia el agua y también fue cuestionada, porque se descubrió que la maquinaria de la cloración es antigua y que para ensamblar sistemas se combinaban marcas y modelos a discreción.

La planta Pilauco es la más nueva de todas. Entró en operaciones en 2017, pero el nivel de riesgo es catalogado como “medio-alto”, principalmente por la falta de equipamiento y de respaldo en los sistemas, vitales para la generación de agua potable.

Essal by Jorge Molina Sanhueza on Scribd

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