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Las redes y flancos del poderoso y millonario nuevo comandante en jefe del Ejército

Las redes y flancos del poderoso y millonario nuevo comandante en jefe del Ejército

Martes 09 enero de 2018 | 04:00

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Ricardo Martínez Menanteau y Juan Miguel-Fuentealba
Un complejo incidente en 2005, cuando aún estaba lejos de su vista un eventual nombramiento como comandante en Jefe del Ejército, protagonizó Ricardo Martínez Menanteau con un soldado conscripto. Al general, que asumirá en marzo la cabeza de la institución, se le acusa de haber golpeado a su subordinado, aunque él lo niega. Este hecho, comentando en reserva entre oficiales y reconocido por el propio soldado, es uno de los diversos antecedentes por los que su nombramiento genera resistencia en algunos sectores del mundo militar. También lo es su cercanía con el excomandante en Jefe, Juan Miguel Fuente-Alba, quien lo ascendió al Alto Mando en 2010, tras lo cual su carrera se disparó. Su elevado patrimonio, de más de 550 millones de pesos, el más alto entre los generales activos, su sintonía fina con algunos políticos de la DC, y su pasado como instructor en la Escuela de Las Américas, son otros aspectos que generan críticas en oficiales, pero también entre civiles. Lo anterior podría ser contrarrestado, en parte, con el peso que tiene su familia en la institución: su padre llegó a ser coronel y sus cinco hermanos también han integrado las filas. Cuatro de estos últimos, en todo caso, reciben millonarias pensiones y algunos han sido recontratados como civiles tras irse a retiro.

La hoja de vida del general Ricardo Martínez Menanteau es un archivo lleno de anotaciones positivas, felicitaciones y constataciones de diversos cursos en que ha participado durante sus más de 37 años en el Ejército. Nada de lo que hay en ese registro de más de 140 páginas tiene relación con conductas ajenas al ejercicio profesional y menos con hechos de violencia. Pero desde que el 15 de diciembre pasado Martínez Menanteau fue nombrado como sucesor del general Humberto Oviedo como comandante en jefe del Ejército, en los círculos militares reflotó un desconocido episodio de maltrato hacia un subordinado que protagonizó a fines de 2005 y que, a pesar de haberse mantenido bajo estricta reserva, no ha parado de comentarse.

El hecho ocurrió cuando Martínez Menanteau fue ascendido a coronel y designado como comandante del Regimiento Pudeto, en Punta Arenas. Varios oficiales supieron lo que allí pasó y lo criticaron, aunque en reserva, pues no se investigó ni se sancionó al uniformado por el maltrato a un inferior, pese a que esa conducta está prohibida por el artículo 331 del Código de Justicia Militar, para la cual se establecen distintos grados de presidio como castigo. Lo que sí pasó es que se ocultó: oficialmente nunca sucedió.

Por eso no aparece nada en su hoja de vida. Pero una revisión de la unidad de investigación de Radio Bío Bío de ese hecho y del currículum militar del que será desde marzo de 2018 el nuevo comandante en Jefe del Ejército, da cuenta de otra versión, aquella que sostienen en reserva algunos oficiales y que uno de los protagonistas del episodio reconoce y detalla por primera vez públicamente.

Se trata de Michael Rodríguez Mella, un soldado conscripto que coincidió poco menos de una semana con el entonces coronel Martínez Menanteau en Pudeto, mientras éste último asumía su mandato en el lugar. Cuando el oficial llegó, Rodríguez cumplía un castigo de 30 días de arresto por escaparse del cuartel y protagonizar una serie de otras conductas irregulares. Fue por esos días, en medio de su sanción, que Martínez Menanteau lo visitó y, sin mayor provocación -según relatan varias fuentes consultadas por Radio Bío Bío-, lo golpeó de forma reiterada.

Desde el Ejército descartaron el hecho y han insistido en reiteradas ocasiones sobre la conducta irregular de Rodríguez Mella mientras realizó su servicio militar. “El entonces coronel Ricardo Martínez no agredió en ninguna oportunidad a este soldado ni a ningún otro”, respondió el Ejército. “Además, el soldado conscripto aludido fue licenciado de la institución, sin valer militar, por las múltiples y graves sanciones que le fueran impuestas en atención a la mala conducta que presentó durante el servicio militar”, agregó.

La institución militar no se quedó ahí. También calificó como “calumniosas” las consultas sobre este hecho y calificó como “extraño” que “sólo a partir de su designación como futuro comandante en Jefe aparezcan este tipo de versiones”.

La Radio, no obstante, tuvo a la vista diversos antecedentes que contradicen a Martínez Menanteau y también pudo entrevistar a Rodríguez Mella, el exconscripto que acusa ser golpeado y que salió del Ejército precisamente tras el incidente con Martínez Menanteau.

“Tuve problemas con él”, dijo Rodríguez Mella en una de las tres conversaciones que sostuvo con Radio Bío Bío para contrastar con su testimonio la información recopilada de oficiales que hablaron bajo reserva. “Me trató mal, me pegó. Cuando estaba con días de arresto en la guardia, me levantó a puntetes y patadas. Me pegó combos y desafió a pelear, porque le respondí. Obvio, si me estaba pegando. Me traté de defender, pero no pude hacer mucho. Él es comando, imponía miedo. Esa fue la única vez que tuve contacto con él”, agregó.

Rodríguez Mella dijo que no conocía a Martínez Menanteau, pues éste “recién había llegado” a hacerse cargo del regimiento y por eso se sintió sorprendido con su actitud. Después del incidente, Martínez “prácticamente me echó del regimiento”, relató.

La salida adelantada de Rodríguez Mella del Regimiento Pudeto, sin completar su servicio militar, coincide con la llegada de Martínez Menanteau. Específicamente, fueron cuatro días los que compartieron regimiento entre el 14 de diciembre de 2005, cuando Martínez asumió el mando, y el 19 del mismo mes, fecha en la que Rodríguez fue despachado del cuartel, para ser licenciado 12 días después tras ocho meses de servicio.

 Michelle Bachelet y José Antonio Gómez, tras designar como comandante en Jefe del Ejército a Ricardo Martínez

Michelle Bachelet y José Antonio Gómez, tras designar como comandante en Jefe del Ejército a Ricardo Martínez

El primero en rango y en dinero

Actualmente, Martínez Menanteau es el jefe del Estado Mayor General del Ejército, es decir, el número dos en cuanto a rango. Y desde marzo próximo estará a la cabeza de la institución castrense por su nuevo cargo, pero también por otro ámbito en el cual lidera sin mayor contrapeso: es el general con el patrimonio más alto entre los que componen el Alto Mando.

El dato era desconocido entre miembros de la institución y sólo se hizo público cuando Radio Bío Bío accedió ante la Contraloría General de la República, vía Ley de Transparencia, a las declaraciones de patrimonio e interés del Alto Mando del Ejército (ver acá el reportaje). De acuerdo a su declaración, correspondiente a marzo de 2017, tiene un ingreso mensual de 3,8 millones de pesos, más bajo que el de varios de sus colegas generales (ver tabla de remuneraciones). Pero ese no es su único ingreso. Según el mismo documento, complementa ese sueldo con una remuneración extra por ser parte del consejo directivo de la Mutualidad del Ejército y Aviación.

Martínez no detalla el monto que recibe por sus labores de consejero en la mutual, al tiempo que los estados financieros, las memorias y los estatutos de la entidad tampoco lo indican. Sin embargo, hay un antecedente que podría arrojar alguna pista sobre su remuneración. Según un certificado de honorarios emitido por la institución en febrero de 2010, el general en retiro (r) y excomandante en Jefe del Ejército, Juan Miguel Fuente-Alba, obtuvo ingresos brutos por 16,2 millones de pesos en 2009, por su labor como integrante de dicho consejo.

La Mutualidad del Ejército y Aviación no quiso dar luces sobre el sueldo que recibe Martínez por sus funciones como consejero, señalando que “se trata de una información de carácter reservada”. Martínez, en tanto, dijo que no incluyó el monto en su declaración porque “el formato no da la opción”. Tampoco quiso transparentarlo tras las consultas de La Radio. Por lo mismo, la real dimensión de los ingresos del próximo comandante en Jefe del Ejército es un misterio. Aunque, su declaración de patrimonio desglosa un nutrido patrimonio.

Junto a su esposa, es dueño en partes iguales de un solo inmueble que compró en Las Condes en 2004, y que hoy tiene un avalúo fiscal de 119 millones de pesos. A ello suman dos vehículos: una Nissan Pathfinder de 2006 y una moto Suzuki DL1000 de 2010, que juntos totalizan un valor fiscal de 8,3 millones de pesos. El grueso de su patrimonio, sin embargo, no está en sus ingresos ni sus bienes, sino en sus inversiones.

El jefe del Estado Mayor General del Ejército declara menos de un millón de pesos en acciones de Ripley Corp y dos fondos mutuos que representan 23 millones de pesos. Pero lo que realmente hace la diferencia, son los 403 millones de pesos que posee en una cuenta de ahorro que mantiene en la Jefatura de Ahorro para la Vivienda del Ejército (JAVE). Radio Bío Bío revisó las declaraciones de patrimonio e intereses que Martínez entregó a la Contraloría entre 2010 y 2017 para ver la evolución que han tenido sus ahorros en la JAVE. Sin embargo, esta información, que se declara de forma voluntaria, solo la proporcionó en el último año, mientras que en los años anteriores simplemente la omitió (revisa acá las declaraciones de patrimonio de Ricardo Martínez).

El general no declara deudas, por lo que sumando sus activos y patrimonio (a valor fiscal) el total estimado se alza sobre los 555 millones de pesos, el más alto de la institución.

La Radio solicitó una entrevista con Martínez para aclarar el origen de su patrimonio, pero el general declinó la invitación y sólo respondió a través del Ejército de manera genérica.

Como sea, quienes lo conocen aseguran que el éxito que hoy cosecha el futuro comandante en Jefe del Ejército se debe, en parte, a su cercanía con el general (r) Juan Miguel Fuente-Alba, hoy investigado por el Ministerio Público por enriquecimiento ilícito, lavado de activos y la compra de un avión Cessna, modelo Citation 680 Sovereign (ver reportaje).

El ascenso clave

De acuerdo a varias fuentes consultadas en el Ejército, la carrera militar de Ricardo Martínez no tuvo un salto importante en la institución hasta que Juan Miguel Fuente-Alba comenzó a promoverlo.

A fines de 2010, cuando Fuente-Alba llevaba menos de un año al mando de la institución, le dio el primer gran empujón: lo ascendió desde el rango de coronel a general de Brigada. Este salto lo instaló en el Alto Mando, la elite del Ejército. Junto con ello, fue asignado a un puesto relevante: la dirección de Proyectos e Investigación de la rama castrense, unidad que juega un rol crucial en el sistema de licitaciones y adjudicaciones de los proyectos institucionales.

En este cargo ejercería un papel relevante en el proceso mediante el cual el Ejército compró el avión Cessna, modelo Citation 680 Sovereign, por 9,3 millones de dólares a Aircraft Sales Corporation en 2012, el que surgió a petición de Fuente-Alba. Lo anterior, debido a que Martínez, en su calidad de director de Proyectos e Investigación, fue uno de los cinco integrantes del Comité Permanente de Adquisiciones con derecho a voto que aprobó la licitación adjudicada a la empresa norteamericana. De todos modos, antes de dar su visto bueno, Martínez fue el único miembro del comité que preguntó por qué se había presentado solo una oferta. Tras ello, la operación pasó a manos de Fuente-Alba, quien con su firma selló el resultado.

Pese a que los antecedentes consignan que Martínez firmó la aprobación de una fase de la adquisición, en conjunto con otros oficiales, desde el Ejército enfatizan que el general “no fue parte de la adquisición del citado avión, únicamente participa en el Comité de Adquisiciones como integrante según le corresponde el cargo que ocupa en esa época”.

Luego de su paso por esta unidad, la carrera de Martínez siguió un ritmo acelerado, otra vez de la mano de Fuente-Alba. A fines de 2012, fue designado comandante en Jefe de la II División Motorizada y al año siguiente fue ascendido al grado de general de División (GDD) y asumió como subjefe del Estado Mayor Conjunto (EMCO), organismo dependiente del Ministerio de Defensa que se encarga, entre otras cosas, de la coordinación de las tropas nacionales en el exterior.

Fuente-Alba y Martínez, de acuerdo a varias fuentes consultadas del Ejército, no eran amigos. Pero sus ascensos, dicen esas mismas fuentes, lo pusieron en el círculo cercano del excomandante en Jefe. Oficialmente, en todo caso, la institución militar dijo que “es de público conocimiento el desarrollo de la carrera profesional del GDD Ricardo Martínez, al igual que la de todo integrante de la institución, por lo que atribuir ascensos o destinaciones a factores ajenos al devenir del desempeño profesional se aleja con creces de la realidad”.

Como sea, Martínez se mantuvo como número dos del EMCO hasta diciembre de 2015, viajando dentro y fuera de Chile de forma frecuente, lo que le valdría nuevas críticas. Según la plataforma de Lobby de la entidad, en total fueron 14 los viajes que realizó por distintas regiones del país, además de Estados Unidos, África, Asia, Europa y América Central. Así, el EMCO desembolsó 79,5 millones de pesos, provenientes de recursos fiscales, para costear sus pasajes y viáticos.

Uno de los aspectos que generó reservadas críticas entre oficiales de varias ramas de las Fuerzas Armadas, fue el alto valor de esos pasajes, que en algunos casos superaron los ocho millones de pesos.

Dada esta situación, Radio Bío Bío solicitó mayores antecedentes al EMCO a través de la Ley de Transparencia. Y la documentación entregada arrojó un nuevo dato: adicionalmente, Martínez efectuó 16 viajes dentro de Chile y hacia el extranjero que no quedaron registrados en la página de Lobby, omisión que de acuerdo al EMCO, obedece “exclusivamente a las fechas de las etapas y procesos de implementación de la Ley del Lobby y el posterior reglamento de dicha ley”. En todo caso, al igual que los que sí se consignaron, estos 16 viajes también implicaron un alto costo: 40 millones de pesos, de los cuales 28 millones de pesos correspondieron a pasajes y el resto a viáticos (ver viajes no registrados por Lobby).

De ese modo, Martínez desarrolló 30 vuelos a nivel nacional e internacional, por un costo que bordeó los 120 millones de pesos. En tanto, todos sus vuelos al extranjero, de acuerdo a cotizaciones similares que realizó este medio, corresponden a los precios más elevados disponibles de la categoría business o ejecutiva, una clase exclusiva que sólo está reservada para jefes de servicio en el ámbito público. Martínez, como ya está dicho, no lo era.

Esta situación podría haber infringido la circular N° 16 que publicó el Ministerio de Hacienda en abril de 2015, que apunta a resguardar la austeridad, probidad y eficiencia en el uso de los recursos públicos (ver circular). Entre otros puntos, esta circular establece que solo pueden viajar en clase business o ejecutiva los jefes de servicio, aunque en condiciones excepcionales. Radio Bío Bío consultó al EMCO si Martínez había volado en business y cómo explicaban el alto costo de sus viajes. Pero la entidad sólo respondió, de manera genérica, que “el subjefe del Estado Mayor Conjunto de la época, por el que usted consulta, realizó viajes en el ejercicio de sus funciones, conforme a la normativa legal y reglamentaria vigentes que rigen la materia, representando al Estado Mayor Conjunto en actividades del servicio”.

Familia militar, pensiones millonarias

La resistencia que existe en torno a la figura de Ricardo Martínez en ciertos sectores del Ejército podría ser contrarrestada, en cierta medida, con la influencia que tiene su familia al interior de la institución. Su padre, Carlos Martínez Aguirre, fallecido en 1999, llegó a ser coronel y sus cinco hermanos han integrado las filas de la rama castrense en el escalafón de oficiales: Carlos (61 años), Leticia (59), Leonardo (56), Alicia (55) y Rafael (54).

De los seis hermanos, solo Ricardo y Leonardo escalaron al Alto Mando, pero los otros han ocupado cargos en unidades estratégicas.

Familia Martínez Menanteau
Familia Martínez Menanteau

En el caso de Carlos, alcanzó el grado de coronel y se acogió a retiro en febrero de 2008, recibiendo un último sueldo mensual líquido de 1,9 millones de pesos. Sin embargo, al mes siguiente fue recontratado como asesor de planificación en la dirección de Inteligencia del Ejército (DINE), donde se mantiene hasta hoy (ver datos de Carlos). En este cargo recibe un sueldo mensual de 1,5 millones de pesos y adicionalmente una jubilación de la Caja de Previsión de la Defensa Nacional (Capredena) que bordea los 2,6 millones de pesos brutos (ver pensión de Carlos).

Según información de Capredena, que Radio Bío Bío obtuvo a través de la Ley de Transparencia, Carlos Martínez ha recibido, entre marzo de 2008 y noviembre de este año, 267 millones de pesos brutos por concepto de jubilación.

Alicia, en tanto, alcanzó el rango de teniente coronel, se acogió a retiro en febrero de 2007 y luego, en enero de 2011, fue llamada al servicio activo, donde se mantuvo hasta fines de 2014. A inicios del año siguiente fue contratada como asesora en calidad de honorarios en la Escuela de Servicios hasta el 30 de noviembre, y en 2016 ocurrió lo mismo entre el 1 de enero y el 30 de junio. Pese a que esta información se obtuvo a través de una solicitud de Transparencia realizada al Ejército, la entidad no detalló cuál era la remuneración que recibía ni antes ni después de irse a retiro (ver datos de Alicia).

Como sea, en paralelo a ello, el año pasado fue nombrada como profesora civil de la Escuela de los Servicios, unidad dependiente, en su más alta línea de mando, del Comando de Educación y Doctrina (CEDOC), que hasta fines de noviembre estaba a cargo de su hermano Leonardo. En ese mismo mes Alicia renunció a su puesto, por el cual recibía un sueldo mensual líquido de 1,2 millones de pesos.

En su caso, adicionalmente a dichos ingresos, recibía dos jubilaciones: una por su carrera militar, la que le ha reportado 202 millones de pesos brutos entre marzo de 2007 y noviembre de 2017, mes en el que recibió 1,8 millón por este concepto; y la otra le corresponde por su trayectoria académica, gracias a la cual ha recibido 15,5 millones de pesos brutos desde enero a noviembre del año pasado (ver pensión de Alicia).

Leticia, por su parte, llegó a ser coronel, se acogió a retiro en 2014, cuando era jefa de finanzas del Estado Mayor Conjunto, mientras su hermano Ricardo era subjefe del organismo, y recibió una última remuneración mensual líquida de 2,2 millones de pesos. Según el Ejército, después no ha sido recontratada (ver datos de Leticia). Ella, al igual que sus hermanos, obtiene una jubilación mensual millonaria. De acuerdo a lo que acredita Capredena, su primera pensión la obtuvo en abril de 2015 por un monto de 2,2 millones de pesos, y con el tiempo fue subiendo hasta llegar a 2,5 millones de pesos en noviembre pasado. De este modo, durante ese lapso le han entregado 78,6 millones de pesos brutos por este concepto (ver pensión de Leticia).

Pero antes de su retiro, Leticia no lo pasó muy bien en el Ejército. En dos oportunidades la Contraloría General de la República (CGR) cuestionó sus manejos de dinero e, incluso, le ordenó devolver 4,6 millones por uno de esos casos. (Revisa acá el primer y segundo informe de Contraloría).

En el caso de Rafael, él se acogió a retiro en 2011, percibiendo un último sueldo de 2,2 millones de pesos por su cargo de jefe del Departamento de Finanzas de la Dirección General de la Movilización Nacional (ver datos de Rafael). Actualmente presta servicios como civil a la institución, pues en su calidad de contador público y contador auditor es asesor en control de gestión, con contrato a honorarios, por un monto mensual 1,3 millones de pesos. Junto con ello, ha percibido su respectiva pensión de 2,3 millones de pesos brutos. Desde abril de 2011 hasta noviembre pasado, de acuerdo a la información entregada por Capredena, ha percibido 170,5 millones de pesos brutos (ver pensión de Rafael).

Los aliados en el Alto Mando

Así como existen grupos entre oficiales y la tropa que resisten el nombramiento de Ricardo Martínez como comandante en Jefe del Ejército, también hay sectores que lo validan, sobre todo en el Alto Mando.

De hecho, Martínez es cercano al actual titular de la entidad, el general Humberto Oviedo. Si bien esta relación se ha fortalecido por los cargos que han ejercido en los últimos años -Oviedo, como el número uno, y Martínez, el número dos- su vínculo proviene de cuando fueron compañeros en la especialidad de comandos. Fuentes cercanas a la institución comentan que esta especialidad es una de las instancias donde se genera mayor ambiente de camaradería y complicidad entre sus miembros.

Esta cercanía quedó de manifiesto cuando el general Oviedo creó bajo su mando el denominado Consejo General Estratégico, donde incluyó a Ricardo Martínez y a los otros generales de división. En este consejo, que no existe en de la ley orgánica de la entidad sino que actúa de facto, como su nombre lo dice, se toman decisiones estratégicas para el Ejército, restringiendo, en los hechos, el área de influencia del Alto Mando, compuesto por 49 generales.

Dentro de ese reducido espacio también participó hasta diciembre pasado Leonardo Martínez, quien se desempeñaba como comandante de Educación y Doctrina. Es decir, ambos hermanos concentraron un importante poder en una instancia clave para la toma de decisiones del Ejército, en la que además las lealtades son clave. De todos modos, Leonardo, quien también fue ascendido al Alto Mando en 2010 cuando Fuente-Alba lideraba la entidad, se acogió a retiro, lo que se hizo efectivo el mes pasado.

Otro oficial de alto rango que es aliado de Martínez y que algunas fuentes apuntan que será clave durante su mandato, es el general Schafik Nazal Lázaro, actual director de Inteligencia de Defensa y que hasta el año pasado era el encargado de la misma área, pero en el Ejército. Incluso, cuando Martínez dejó la comandancia de la II División Motorizada, en diciembre de 2013, para irse como subjefe al EMCO, en su lugar designaron a Nazal. A partir de ese nombramiento, fue facultado para ejercer como juez en el Segundo Juzgado Militar de Santiago, por lo que tenía acceso a todos los juicios que se veían ahí.

A todo ello se suma un aspecto desconocido a nivel público, pero de gran relevancia dentro de la institución, que le ha otorgado prestigio entre los generales que componen el Alto Mando. Martínez participó de la misión militar de Chile en Washington, Estados Unidos, en dos oportunidades: entre 1992 y 1993 y en 2003, según consigna su hoja vida, a la cual tuvo acceso Radio Bío Bío (ver parte de la hoja de vida de Ricardo Martínez).

Esta misión es una de las destinaciones en el exterior más anheladas por los miembros del Ejército, principalmente porque es bien remunerada y por los contactos que se pueden concretar con las Fuerzas Armadas de Estados Unidos. De hecho, varios de los uniformados que han pasado por ahí después han terminado ocupando altos cargos. Así ocurrió, al menos, con Juan Miguel Fuente-Alba y Humberto Oviedo, quienes predecedieron a Ricardo Martínez en la comandancia en Jefe del Ejército.

Sin embargo, no todo lo anterior juega a favor de Martínez. Esto, pues hay un antecedente de su primer paso por la misión que lo podría convertir en blanco de críticas civiles. Entre 1992 y 1993, cuando tenía el grado de capitán, participó como instructor de la Escuela de las Américas, en Fort Benning, donde fue felicitado en varias oportunidades por su desempeño. Incluso, en octubre de 1993 lo destacaron por haber obtenido la nominación de ser el mejor instructor de la escuela, correspondiente a su grado, durante el trimestre comprendido entre julio y septiembre de ese año.

La Escuela de las Américas fue creada por Estados Unidos en 1946, en el inicio de la Guerra Fría, bajo la Doctrina de Seguridad Nacional, que buscaba evitar a toda costa la expansión del comunismo dentro del continente americano. Y pese a que se cerró en 2000, luego de varias acusaciones y polémicas, hasta el día de hoy carga con una historia negativa.

Esto, pues durante su existencia se graduaron más de 60.000 militares y policías de 23 países de América Latina, entre los cuales varios terminaron siendo reconocidos violadores a los derechos humanos. Ese es el caso, entre otros, de Manuel Antonio Noriega, dictador de Panamá entre 1983 y 1989; de Manuel Contreras, exdirector de la DINA y la CNI; y de Vladimiro Montesinos, quien fue la mano derecha del ex Presidente peruano, Alberto Fujimori, asesorándolo en los asesinatos masivos que se perpetraron durante su mandato. De hecho, Montesinos está preso, entre otros delitos, por estos hechos.

“Muchas de las personas que pasaron por ahí fueron entrenados en técnicas que hoy día se consideran atentatorias contra los derechos humanos, como, por ejemplo, la tortura. Por otro lado, muchos de los que fueron dictadores militares pasaron también por esa escuela y eso le dio un prestigio bastante sombrío”, explica Sebastián Briones, jefe de postgrado de la Academia Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos (Anepe), que depende del Ministerio de Defensa. De todos modos, el analista miltar precisa que “eso no quiere decir que todos los que pasaron por ahí fueron torturadores o violadores de los derechos humanos, pero claramente sentó un precedente bastante complicado para lo que viniera después”.

Carmen Hertz (PC), diputada electa por el distrito 8 de la Región Metropolitana y reconocida abogada en temas de derechos humanos, tiene una visión más crítica sobre esta entidad. “Es una de las lacras más detestables de la época de la Guerra Fría. Ahí se les entregó a los oficiales de los ejércitos latinoamericanos la Doctrina de Seguridad Nacional, en la cual el adversario político, particularmente aquellos que pretendían realizar reformas estructurales, eran vistos como enemigos internos que debían ser eliminados bajo cualquier forma”, afirma. “Por lo tanto, todas las prácticas más deleznables y genocidas de las dictaduras del Cono Sur y de Centroamérica tenían por objeto lo anterior, y se enseñaron, principalmente, en la Escuela de las Américas”, agrega.

Carmen Hertz, diputada electa y abogada de derechos humanos
Carmen Hertz, diputada electa y abogada de derechos humanos

Si bien hay un diagnóstico civil sobre el pasado que tenía la escuela, no existe consenso respecto a si la lógica de instruir prácticas de tortura y violaciones a los derechos humanos continuó una vez acabada la Guerra Fría, a fines de los ochenta.

“La verdad es que esta escuela, con el fin de la Guerra Fría cambió bastante. Ya la obsesión norteamericana con la posibilidad de una guerra de guerrillas en América Latina desapareció y junto con eso desapareció ese énfasis en esta entidad, por lo que la institución se reformó”, asegura Sebastián Briones.

Pero Carmen Hertz (PC) discrepa de lo anterior. “Sin duda que la instrucción que recibían estos oficiales no cambió por decreto el año 1989 o en 1990. Esta doctrina, esta forma de ver al opositor político, es la que inspiró la formación que impartía la Escuela de las Américas hasta el día de su cierre”, asevera. “Por ello, resulta lamentable que el nuevo comandante en Jefe del Ejército haya sido instructor en esta escuela”, remarca.

Tenis político con la DC

La cercanía de Martínez con el general (r) Fuente-Alba, el rol de su familia en la institución, su elevado patrimonio, el episodio en el regimiento Pudeto y su paso por la Escuela de las Américas, no son los únicos factores que despiertan resistencia hacia su figura en parte del mundo civil y en círculos militares. A ellos se suma la influencia que posee más allá de las fronteras del Ejército. En particular, en las esferas políticas, pues él y su hermano, Leonardo, son cercanos a Jorge Burgos, exministro de Defensa, y al senador Jorge Pizarro, ambos reconocidos militantes de la Democracia Cristiana (DC).

Cuando Burgos se desempeñó como ministro de Defensa en el actual gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet, entre marzo de 2014 y mayo de 2015, tuvo que interactuar constantemente con Ricardo Martínez, quien entonces era el subjefe del Estado Mayor Conjunto. De hecho, a fines de 2014 viajaron juntos a Haití para visitar al contingente militar chileno que participaba de la misión de paz en ese país. Fueron a entregar el saludo del gobierno por la celebración del Año Nuevo 2015.

En su paso por Defensa, Burgos también generó nexos con su hermano, Leonardo Martínez. “A los dos los conocí en mi paso por Defensa, tengo una muy buena opinión de ambos”, confirmó a Radio Bío Bío Jorge Burgos, quien además valoró la designación de Martínez como nuevo comandante en Jefe de la institución.

La cercanía entre Burgos y los hermanos Martínez Menanteau se ha desplegado en las dependencias de la Escuela Militar. En múltiples oportunidades el exministro ha concurrido a ese lugar para jugar tenis con ambos hermanos, aunque la mayor parte de las veces ha sido con Leonardo. Incluso ha ido a comer a la casa de Ricardo en algunas oportunidades, según él mismo reconoció.

Una relación similar a esta es la que mantiene el senador Jorge Pizarro con los hermanos Martínez, en particular, con Leonardo. Pizarro, al igual Burgos, ha sido invitado por los hermanos Martínez a jugar tenis en la Escuela Militar.

“Pese a que conozco mucho más a su hermano, tengo una excelente opinión del general Ricardo Martínez Menanteau. Tiene las capacidades para enfrentar la desafiante tarea de recuperar la confianza de la gente tras los casos de corrupción que se han conocido al interior del Ejército”, señaló a La Radio el senador Pizarro.

Pero las jornadas deportivas de los hermanos Martínez Menanteau con Burgos y Pizarro en la Escuela Militar han sido motivo de comentario entre varios oficiales del Ejército, quienes las han denominado como el “tenis político”.

Esta y otras situaciones han generado entre oficiales la idea de que Ricardo fue el candidato que levantaron los políticos para asumir la cabeza del Ejército. Lo anterior, principalmente porque parte del mundo militar esperaba que la Presidenta Bachelet nombrara en el cargo al general de División, John Griffiths Spielman, quien se desempeña como comandante del Comando Conjunto Norte, y es un conocido seguidor de la Doctrina Schneider, relacionada con el apego al orden constitucional, la no deliberación política y el sometimiento del mundo militar a la voluntad civil.

Pero la llegada de Martínez a la comandancia en Jefe del Ejército, en realidad, tuvo más que ver con el actual ministro de Defensa, José Antonio Gómez, del Partido Radical (PR). De acuerdo a fuentes de gobierno, fue él quien eligió a Martínez para el cargo, mientras que Bachelet optó por designar al nuevo comandante en Jefe de la Armada, el Almirante Julio Leiva, quien asumió el mando el pasado 18 de junio.

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