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La peor hora para estudiar si tienes un examen o prueba importante

Tratar de adquirir conocimientos a última hora y reducir las horas de sueño, no es una buena combinación Por lo mismo, estudiar en la noche es la peor idea que puedas tener. Una experta explica cómo la falta de descanso puede alterar un organismo que, a la hora de rendir pruebas debe estar atento y despierto.

Ya entrado el penúltimo mes del año, comienza a asomar en el horizonte el cierre del período lectivo para los estudiantes de todos los niveles en el país.

Probablemente habrán algunos que deberán hacer un esfuerzo titánico por salvar el año (o una que otra asignatura); otros querrán poner el resto de sus energías en las pruebas y exámenes finales para mejorar su promedio, y por cierto, muchos dedicarán su tiempo y esfuerzo a preparase para una PSU que se acerca a pasos agigantados.

Sea cual sea el escenario, lo cierto es que muchos serán los jóvenes que se sobreexigirán ante las últimas calificaciones y para ello –más allá de los hábitos de estudios que hayan desarrollado durante el año– varios caerán en la tentación de utilizar la noche para preparar las últimas materias.

Una decisión que puede no ser la mejor, considerando un estudio publicado por el Journal of Clinical Sleep Medicine, que arrojó que entre diversas ciudades latinoamericanas, Santiago se destaca como una capital con mal dormir.

Ante eso, ¿es un buen hábito el utilizar las horas de sueño para tratar de absorber conocimientos de última hora? ¿es saludable cambiar el descanso por el estudio?

Para la académica Geraldine Jara, directora nacional del Departamento de Pedagogía de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad San Sebastián, “la posibilidad de estudiar de noche tiene cierto límite, pues siguiendo con la lógica de usar varias noches para estudiar y cumplir con el horario escolar que implica levantarse antes de las 7 de la mañana, tenemos como resultado una persona muy cansada que claramente bajará su capacidad de respuesta, porque las horas de sueño no han sido suficientes y con ese ritmo y hábito, la calidad del aprendizaje y la capacidad de aprender se verán disminuidas”.

Por eso, para Geraldine Jara el hábito de estudio es fundamental. A fin de evitar situaciones que estresen innecesariamente a los jóvenes, Jara plantea que “es necesario que el estudiante sepa cómo aprende y cuáles son las estrategias más eficientes para su propio proceso”.

Y ejemplifica que “actualmente los estudiantes identifican los videos como el medio por el cual aprenden y al mismo tiempo se divierten, lo que echa por tierra la idea de que los jóvenes deben leer exclusivamente. Por ello podríamos decir que un hábito de estudio de un alumno que sabe gestionar su forma de aprender, es “el tiempo definido que dedica un joven para estar exclusivamente centrado en el aprendizaje”, entendiendo este concepto con la necesidad de que el tiempo esté previamente acordado con los padres o, en el caso de un joven maduro, su disposición total, es decir, dejando de lado distractores como consolas, celular y otros elementos que desvíen la atención”.

Dormir lo necesario

La académica de la Universidad San Sebastián explica que la medicina ha identificado una especie de “reloj interno”, lo que efectivamente haría que algunas personas despierten más temprano –los denominados “Alondras”– y otros más tarde, llamados “Búhos”. Esto explicaría por qué los primeros están más disponibles para actividades que requieran alta concentración en la mañana y los que despiertan más tarde no tanto, pues prefieren hacerlo más bien en la tarde o noche.

“Eso está claramente reñido con el horario del sistema escolar, pues si un joven prefiere la noche para estudiar, al día siguiente no podrá dormir lo necesario para tener un sueño reparador, lo que respalda la idea de ir a la cama temprano para cumplir con las 8 o 9 horas promedio que los especialistas recomiendan”, puntualiza Jara.

Para la académica, la solución para afrontar este período final de pruebas no tiene que ver con quedarse hasta más tarde, sino que es cosa de organizarse: “un joven puede identificar los elementos centrales del tema, es decir, guiarse por el temario que le dieron para la prueba, el cuestionario o los títulos del texto que tiene.

Luego tomar cada uno de estos temas y transformarlos en preguntas usando la interrogante “¿Qué me podrían preguntar sobre esto?” y luego de ello, aplicar según corresponda preguntas como: “¿Cómo se llama?”, “¿Para qué sirve?”, “¿Cuáles son sus partes?”, “¿Cuáles son sus etapas?”, “¿Con qué está relacionado?” y otras que le surjan al recordar los temas en los que el mismo profesor de su clase hizo hincapié”.

También existen otras opciones más acorde con los tiempos digitales, como apoyarse de un video que trate el contenido a estudiar y preguntarle a sus compañeros. Muchos de ellos comparten en el recreo, antes de una prueba o el cambio de hora lo que aprendido de manera más sencilla y eso les da seguridad, explica Geraldine Jara.

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