El fútbol femenino está en plena lucha por ser reconocido a nivel planetario y el Mundial de Francia 2019 es el que ha llamado más la atención del público a lo largo de la historia.

Pero aún queda mucho por mejorar. Abandonar a sus familias y continentes a temprana edad, perderse eventos sociales importantes, hipotecar estudios y hasta renunciar a tener hijos son algunos de los sacrificios que siguen haciendo varias jugadoras que tienen o tuvieron la oportunidad de disputar el mundial de Francia 2019.

The New York Times hizo un exhaustivo trabajo para tratar de entender la realidad a la que se someten a diario las futbolistas “profesionales”. El medio estadounidense encuestó a más de 100 futbolistas de 17 de los 24 países que clasificaron al Mundial de Francia.

Respondiendo preguntas específicas, las seleccionadas de sus países desnudaron la triste realidad.

El medio comienza preguntando sobre el pensamiento de sus familiares respecto a jugar al fútbol.

“Inicialmente estaban en contra, diciendo ‘¿Mujeres jugando fútbol?’… Pero ahora están muy contentos que estoy en el equipo nacional de Corea y que lo estoy haciendo bien en el mejor equipo”, reconoció Lee Sodam, mediocampista de 25 años de Corea del Sur.

“Especialmente mi mamá odiaba mi trabajo, porque decía que por ser mujer no tenía que estar jugando fútbol, sino que debería estar trabajando en una oficina o casada a estas alturas”, complementa con su experiencia Francisca Ordega, delantera nigeriana de 25 años.

¿Qué sacrificios has tenido que hacer por el fútbol?

En esta pregunta muchas jugadoras coincidieron en sacrificios sociales como dejar a la familia y hasta su propio continente a temprana edad o perderse eventos familiares como nacimientos, funerales o matrimonios.

Otras aseguran que debieron abandonar sus estudios, renunciar a la prosperidad económica, o “hacer que mi mamá invierta plata en mi carrera como futbolista sabiendo que el dinero era escaso”.

“Mantenerme con hambre para poder guardar dinero en el transporte para ir a entrenar”, o “caminar 20 kilómetros diarios para ir a la práctica”, son algunas de las acciones que han tenido que realizar las jugadoras.

Otra de las que respondió fue a un aspecto más general: “Todo en mi vida pasa a segundo plano cuando se trata del fútbol. He tenido que dejar todo de lado para estar donde estoy”, se sincera una futbolista.

Otro denominador común entre las participantes del Mundial tiene que ver con sus inicios jugando al fútbol. Frente a la pregunta si es que han jugado con o contra hombres, la respuesta fue unánime: todas lo han hecho y algunas hasta el día de hoy, ya que no hay espacio para el fútbol femenino.

Respecto a otros trabajos además de ser futbolistas, muchas respondieron que efectivamente hay que laborar en otras cosas durante mucho tiempo. En el caso de que no es así, algunas alternaron el tiempo con el estudio.

La respuesta de la chilena Daniela Pardo a esta pregunta es una de las más preocupantes, ya que describe el lamentable estado del fútbol femenino en nuestro país. “Además de estudiar, tengo dos trabajos”, reconoció la jugadora de Santiago Morning.

Pero eso no es todo. El medio estadounidense preguntó directamente sobre los salarios y la cantidad de dinero que se han hecho en el último año.

“No mucho. No tengo un salario, solo viajo con viáticos para el equipo nacional en las fechas FIFA”, revela la arquera chilena Natalia Campos.

En tanto, la delantera argentina María Belén Potassa detalla que “es tan bajo que no puedo llegar a fin de mes”.

“Estaba en la universidad por una beca de fútbol, así es que toda la plata que recibía de la beca la ponía como inversión para mi educación”, recuerda la jamaicana Chanel Hudson-Marks, de 21 años.

El medio norteamericano hizo una tabla con la cantidad de dinero que reciben las jugadoras al año y la muestra es lamentable. Mientras la que más gana llega a los 350 mil dólares (casi 238 millones de pesos) anualmente, la que menos recibe es 0 dólares. Entre las chilenas que contestaron, hay una que recibe 7,281 dólares (casi 5 millones de pesos) y otra que percibe 15,653 de la moneda norteamericana (poco más de 10 millones de pesos).

Evidentemente las mujeres tienen un camino más difícil para poder ser futbolistas profesionales. Además, son parte del proceso que está abriendo las puertas a la nuevas generaciones por lo que son un grupo muy reducido de jugadoras que hoy logran contratos millonarios con las que puedan asegurar su futuro.

Respecto a eso, le preguntaron a las encuestadas qué es lo más duro sobre la elección de dedicarse al fútbol.

“Financieramente no tiene sentido”, afirma la jamaicana Ashleigh Shim.

“La discriminación en todas las áreas, no hay apoyo, desigualdad en los pagos, mal estado de las canchas…solo pedimos respeto”, reclama la brasileña Kathellen.

Pero no todo es negativo, ya que al fin y al cabo y con todas las cosas en contra, las futbolistas pueden jugar a lo que más les gusta.

“La mejor parte de ser futbolista femenina es probarle a la gente que está en lo equivocado. En todos los aspectos de nuestra sociedad se ha vuelto un hábito y tendencia subestimar a las mujeres. Dicho eso, es espectacular callar a los que no creen”, concluye la defensora Chanel Hudson-Marks.

“Disfrutar la pureza y lo justo del juego. Las jugadoras femeninas viven por el juego, no por la plata. Esa motivación hace que el juego sea máspuro y divertido”, añade la arquera holandesa Loes Geurts.