Tras la irrupción del COVID-19 y su rápida propagación en distintos países del mundo, poco a poco se han ido cancelando o aplazando distintos eventos deportivos.

Sí, la gran mayoría ha sufrido con la llegada de este coronavirus. Hasta la Premier League, la liga que nunca se detiene, tuvo que hacer un alto luego de que diera positivo el entrenador del Arsenal, Mikel Arteta.

España, Francia, Italia también debieron suspender sus respectivos campeonatos de balompié, en las diferentes categorías, mientras el tenis decidió paralizar toda competencia por seis semanas.

El básquetbol de la NBA, el circuito de tenis ATP, la Superliga de rugby y hasta Copas del Mundo de gimnasia debieron tomar medidas de urgencia para evitar una mayor masificación del virus.

Sin embargo, pese a que casi todos los eventos han ido sucumbiendo, los organizadores de la cita deportiva estelar por excelencia, los Juegos Olímpicos, se aferran a llevarla a cabo ‘contra viento y marea’ y tal como está previsto, desde el 24 de julio.

Tokio no se rinde

Cuando Tokio fue escogida como sede para el 2020 no se anduvo con pequeñeces. Luego de varios años de trabajo el propio presidente del Comité Organizador, Hiroshi Hase, expresó en 2018 que “serán los mejores Juegos Olímpicos de la historia”.

La expectativa es mayúscula, más aún porque toda la infraestructura está terminada desde el año pasado.

En plena crisis por el coronavirus el primer ministro de Japón, Shinzo Abe, reiteró el pasado sábado la voluntad del Gobierno de mantener la megacita.

“Vamos a vencer al contagio de la infección y acoger las Olimpiadas sin problema, según lo previsto”, afirmó Abe en una rueda de prensa.

El fuego olímpico ya se ha encendido en Grecia, pero su recorrido se ha reducido. Dentro de dos semanas está previsto que comience la ruta de la antorcha por Japón, concretamente en la prefectura de Fukushima.

Por otra parte, el Gobierno ha aprobado una ley que permite a Abe declarar el Estado de Emergencia si fuera necesario. “Esta ley es para prepararse para emergencias. Cuando la administración decida declarar el Estado de Emergencia restringirá varios derechos privados”, ha indicado Abe.

“Habrá recomendaciones de expertos para tomar cuidadosamente esta decisión. En estos momentos sigue subiendo el número de infecciones, pero la velocidad es más lenta que en otros países. En esta situación no es necesario declarar el Estado de Emergencia”, ha argumentado.

Una vez declarado el Estado de Emergencia, los gobiernos de prefectura podrán ordenar el cierre de las escuelas y que la gente se quede en sus casas. Además podrán requisar propiedades para convertirlos en instalaciones médicas de emergencia.

En Japón están dispuestos a extremar medidas si fuera necesario. Pero los Juegos quieren desarrollarlos. No piensan en otra alternativa.

¿Por qué no se suspende? Más que un tema netamente económico

Hasta la ciudad nipona se espera que lleguen cerca de 11 mil deportistas a participar de un evento que solo ha sido suspendido, por ahora, en tiempos de guerra.

Desde el inicio de los Juegos modernos (Atenas en 1896), ni los boicots (en 1980 a Moscú y en 1984 a Los Ángeles), ni el virus SRAS (en 2003) o el zika (antes de Rio-2016) pudieron con los Juegos.

Sólo las dos guerras mundiales provocaron la anulación de los Juegos previstos en 1916 en Berlín, en 1940 en Sapporo (invierno) y Tokio (verano), y 1944 en Cortina d’Ampezzo (invierno) y Londres (verano).

Esta sería la razón principal, según el periódico Los Angeles Times, para que la organización esté apuntando a realizar de todos modos el evento.

En Japón no desean ser tildados como la ‘mancha negra’ del listado de ciudades que sacaron adelante la tarea. Esto aún cuando el contrato firmado entre el COI y Tokio 2020 permite la cancelación del evento ‘por fuerza mayor’.

Además, pese a que se habla mucho de que podría existir un factor económico, lo cierto es que el Comité Olímpico Internacional está acostumbrado a tomar resguardos y paga importantes cifras a compañías de seguro, por lo que las pérdidas de este ítem no serían demasiadas. Así lo hizo en Río de Janeiro 2016, pagando 14,4 millones de dólares, y también de cara a los juegos de invierno del 2018 en Pyeongchang, Corea del Sur, cancelando 12,8 millones de la misma divisa.

Philip Fong / Agence France-Presse
Philip Fong / Agence France-Presse

Wolfgang Maennig, excampeón olímpico de remo y profesor de economía deportiva en la Universidad de Hamburgo, sentenció al medio recién citado que “las compañías de seguro tendrían que pagar por buena parte de las pérdidas, el resto lo tendrá que absorber el COI”.

Con estos datos sobre la mesa, hay que resaltar que los grandes perjudicados serían los propios habitantes y empresarios de Tokio, especialmente los relacionados al rubro turístico, por el buen número de hinchas y participantes que se desplazan a una cita de esta magnitud. Por ahí va la porfía japonesa.

En lo netamente deportivo hay que decir que un aplazamiento de las Olimpiadas podría provocar problemas de calendarización, teniendo en cuenta que para llegar a competir hay que clasificar en los denominados ‘ciclos olímpicos’, que en muchos casos duran cuatro años y contienen torneos específicos -por zona o categorías- en todo ese tiempo. Por ende, se podría generar un verdadero ‘terremoto’ a la programación deportiva mundial.

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La anulación de los Juegos es inconcebible
- Seiko Hashimoto, ministra JJ.OO.

¿Quién puede decidir la anulación o aplazamiento?

El COI confía al Comité de Organización la misión de organizar los Juegos y la Carta Olímpica prevé que tienen que celebrarse en el año previsto (2020).

Este principio fue confirmado a comienzos de marzo por la ministra de los Juegos Olímpicos, Seiko Hashimoto.

Pero este punto puede modificarse con los dos tercios de los votos de los miembros del COI, que podrían decidir aplazarlos.

El poder de anularlos lo tiene formalmente el COI. El contrato con la ‘ciudad-sede’ firmado con Tokio prevé que la instancia puede retirar la organización de los Juegos a una ciudad “si la seguridad de los participantes está seriamente amenazada”.

Toda decisión será presentada “como de mutuo acuerdo, pero el gobierno nacional tiene la mano”, estima Jean-Loup Chappelet, profesor del Institut de Hautes Etudes en Administration Publique (IDHEAP) de Lausana y especialista del COI.

Un respaldo que ya no lo es tanto

Cuando el COVID-19 empezó a fortalecerse en diferentes países, incluso cobrando sus primeras víctimas, el Comité Olímpico siempre salió a confirmar su edición de Tokio.

“Ni la palabra anulación ni la palabra aplazamiento han sido pronunciadas durante la Comisión Ejecutiva”, aseguró Thomas Bach, presidente del organismo, a principios de mes.

“El COI reafirma su total compromiso para asegurar el éxito de los Juegos Olímpicos de Tokio-2020”, complementó Bach, desatando más de una polémica.

Pero con el paso de los días la entidad ha matizado su discurso. Este domingo se conoció que habrá una videoconferencia para efectuar una nueva evaluación general del tema.

Esta reunión telefónica tiene como objetivo “tener a las federaciones internacionales informadas de la situación, así como a los comités olímpicos nacionales y a los deportistas”, indicó a Agence France Presse una fuente próxima al COI.

“Se hará un balance de las acciones realizadas” para responder a las consecuencias de la crisis por la expansión del coronavirus “y las federaciones tendrán la posibilidad de hacer preguntas”, añadió el consultado de la federación internacional.

En tanto, Bach señaló el pasado jueves que su institución seguirá las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), sin descartar un posible aplazamiento.

Por ahora la porfía de Japón (que registra 29 muertos y más de 700 casos del virus) está ganando una batalla¿Pero podrá vencer en esta guerra? A juzgar por las cifras, lo más sensato sería que no.