El futbolista Paulinho se convirtió en símbolo de la lucha contra la intolerancia religiosa en Brasil, tras celebrar un gol en los Juegos Olímpicos de Tokio con un gesto del candomblé, un culto de origen africano, blanco frecuente de ataques en su país.
Cuando el delantero del Bayer Leverkusen tendió su brazo izquierdo y colocó el derecho a la altura del rostro para festejar el jueves su gol en la victoria de Brasil (4-2) frente a Alemania, muchos pensaron que estaba imitando el gesto del legendario velocista jamaicano Usain Bolt para figurar un rayo.
Pero el joven jugador, de 21 años, estaba en realidad poniéndose en la posición de un cazador a punto de arrojar su flecha, con la que suele representarse a Oxóssi, un orixá (divinidad afro-brasileña).
En la mitología yoruba, que inspira los ritos del candomblé, Oxóssi puso fin a la miseria y el hambre matando de un flechazo a un pájaro hechizado.
“Grito de alivio”
Su gesto se viralizó en Brasil, donde los lugares de culto de origen africano son regularmente destruidos y sus fieles agredidos, principalmente por creyentes fundamentalistas de cultos pentecostales.
Paulinho “solo precisó de un relato en prosa de su vida y de un disparo certero al ángulo superior izquierdo del guardameta alemán para hacer oír el grito de alivio y orgullo hace mucho anudado en la garganta de todo un pueblo”, escribió este viernes Flávia Oliveira, una de las principales columnistas del diario O Globo y tía del jugador.
“Desde que Brasil es Brasil, las religiones de matriz africana son perseguidas y demonizadas”, agregó.
La mayoría de los jugadores brasileños muestran en sus gestos, sus tatuajes o su indumentaria su pertenencia a religiones cristianas, como en el caso de Neymar, que se colocó una banda con el lema “100% Jesús” cuando recibió la medalla de oro en las Olimpíadas de Rio-2016.
La actitud de Paulinho ya le valió ser invitado a desfilar en el carnaval de 2022 en el Sambódromo de Rio con la escuela de samba Mocidade, que planea precisamente rendir homenaje a Oxóssi.
El deportista ya había dado muestras de su determinación, en una carta publicada el martes por el portal The Players’ Tribune.
“Tengo mucho orgullo de mi religión. Aunque… Religión, no. Prefiero llamarla una filosofía de vida”, explicó
“Por todo lo que nuestro país ya sufrió, no solo tenemos prejuicios sobre religiones de matriz africana, sino también de otros tipos, como raciales, de género o sobre la orientación sexual”, expresó.
Paulinho es uno de los pocos futbolistas brasileños que critica abiertamente al presidente ultraderechista Jair Bolsonaro y su gestión de la pandemia de coronavirus, que ya dejó casi 550.000 muertos en Brasil.