Salió a dar una vuelta con un amigo por una ruta que conocía de memoria, pero su fanatismo por la velocidad cambió para siempre la vida del polaco Bartosz Ostalowski.
Tenía apenas 20 años cuando, una rutinaria salida en motocicleta con un amigo, terminó con el joven que soñaba con ser corredor profesional sin sus brazos.
Pero, contra todo pronóstico, aquel accidente que pudo frustrar cualquier atisbo de competir en el deporte motor llevó a Bartosz a ser el único piloto en el mundo que contiende sin sus extremidades superiores.
Un sueño que se volvió imposible
De muy pequeño que Ostalowski se fascinó con la velocidad. Miraba competencias por televisión y se pasaba horas en la ventana de su escuela observando pasar vehículos y motocicletas.
“Quería verlos, tocarlos, subirme a ellos, intentar conducirlos. Siempre que podía, me sentaba en el regazo de mi padre para girar un poco el volante, ya que no alcanzaba los pedales”, recordó el polaco, en conversación con Native Hash.
Estudió mecánica y compró un auto para armar y desarmar. Su ilusión de llegar a una competencia internacional crecía cada día.
Pero en agosto de 2006, la vida de Bartosz cambió para siempre. Un amigo pasó a buscarlo para que salieran a pasear como lo hacían habitualmente en motocicleta. Pero a mitad de ruta, un vehículo se les atravesó.
“Íbamos con un amigo, que conducía su moto delante de mí. Íbamos hacia el centro de la ciudad cuando, de repente, un coche salió de una calle secundaria entre nosotros y me bloqueó el paso. Intenté frenar, pero todo sucedió muy rápido”, relató el europeo.
Ostalowski perdió el control de su moto y se estrelló frontalmente con una barrera de madera. Sus manos amortiguaron el golpe. Cuando despertó en el hospital, sus brazos le habían sido amputados.
“Mi vida se derrumbó”
Los planes y sueños de Bartosz Ostalowski se frustraron. Pasó un año en recuperación mientras su taller, con moto destruida y un auto abandonado, se llenaba de polvo.
“Mi vida se derrumbó. Todos los planes, aspiraciones y actividades que realizaba a diario dejaron de ser realistas e imposibles de continuar. Me encontré en el hospital, asustado porque había perdido ambas manos y no sabía qué sería de mi vida. No creía que volvería a conducir jamás”, contó el hoy piloto.
“Me di cuenta de que nunca volvería a tocar el coche ni a subirme a la motocicleta. Fue un regreso a la realidad triste y deprimente”, agregó el polaco.
Pero en medio de sus ejercicios y terapias, un video le devolvió a Bartosz el entusiasmo que perdió tras su accidente. “Fue mágico: encontré un video de un conductor manejando con el pie. Entonces recuperé la esperanza. Existía la posibilidad de que yo también pudiera intentarlo, y lo hice”.
Compró un auto automático. Lo llevó junto a su padre al estacionamiento de un aeropuerto para sentirse seguro y le dio marcha. “Solté el freno, el auto arrancó y sentí que podía controlarlo, podía girar, acelerar, frenar”, reconoció el europeo. Su sueño volvía a cobrar vida.
Bartosz, un piloto único
No fue fácil volver a conducir. La posición antinatural que Ostalowski utilizaba para manejar le provocaba calambres en las piernas y tensión en músculos y tendones.
“Hice ejercicios para fortalecer los músculos y estirarlos, para que mi pierna tuviera más movilidad. Aprendía por mi cuenta. Mi pie experimentó una transformación con el tiempo y, gracias a ello, empecé a sentir el coche en su totalidad y a comprender su funcionamiento”, confesó el hoy piloto.
Bartosz recuperó su licencia. Y ahí surgió, ya con mayor confianza, el deseo de conseguir la profesional. Llamó al Automóvil Club de Polonia y, pese a que el presidente se rió de él cuando le contó que no tenía manos, le dieron la posibilidad de obtener una superlicencia de la FIA.
“Fui a Varsovia, me subí al coche con el instructor, lo llevé a dar una vuelta al circuito. Le mostré lo que podía hacer, incluso conduje un poco más rápido, derrapando un poco al salir de las curvas. Llegamos a la meta y me dijo ‘Está bien’. Demostré que controlaba bien el coche”, contó Ostalowski.
Lo último que tuvo que resolver Bartosz fue el sistema de cinturones de su auto. Debía demostrar que, en caso de emergencia, podía salir del vehículo en 8 segundos. Lo hizo en 4,3. La superlicencia ya era suya.
Desde entonces, el polaco y su BMW E92 -al que bautizó “Fury”- son uno solo. Ostalowski ha sido subcampeón nacional de Drift, ha competido a nivel europeo y ostenta récords Guinness por su velocidad de conducción con los pies.
“Recibo muchos mensajes privados. Mi historia es motivadora porque la gente ve que hay alguien logrando lo imposible. Cuando se dan cuenta de la magnitud de mis desafíos, sus problemas se reducen. Ya no tienen excusas para rendirse”, reflexionó el hoy legendario piloto polaco.