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En estado catatónico: la familia del soldado que busca entender lo que sucedió dentro del Ejército

En estado catatónico: la familia del soldado que busca entender lo que sucedió dentro del Ejército

Josefina Ossandón

Periodista del equipo de Investigación en Radio Bío Bío Santiago

Josefina Ossandón

Periodista del equipo de Investigación en Radio Bío Bío Santiago

Sábado 19 abril de 2025 | 07:00
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Hace un año y siete meses, Matías Hormazábal realizaba el servicio militar cuando, de un día para otro, entró en estado catatónico. ¿La razón? Aún no está clara. Lo ocurrido en septiembre de 2023 mantiene hasta hoy a su familia desesperada, intranquila y luchando por sacar adelante a su hijo. Radio Bío Bío conversó con Jocelyn Araya, madre de Matías, quien relata una historia marcada por el silencio institucional, las sospechas de abuso y una lucha por conocer la verdad.

El 16 de abril de 2023 es una fecha imborrable para la familia de Matías Hormazábal. Ese día ingresó al Regimiento N°1 Brigada Acorazada “Coraceros” de Arica, de dotación del Batallón de Infantería Blindado N°27 “Bulnes”. “Se fue con la máxima ilusión de servir a su país”, señaló su madre, Jocelyn Araya.

Los primeros días en el Ejército no son fáciles para ningún joven: largas jornadas, normas estrictas, y una realidad completamente distinta a la de sus hogares. El caso de Matías no fue la excepción. Pero además, según relatan sus cercanos, fue víctima de hostigamientos por parte de otros soldados.

Él aspiraba a convertirse en soldado de tropa profesional. Habló con sus superiores, consultó los requisitos de postulación y estaba motivado por seguir una tradición familiar en las Fuerzas Armadas.

Pero su historia dio un giro abrupto. Matías fue internado en el Hospital de Arica en estado catatónico, sin hablar ni reaccionar ante estímulo alguno. Las hipótesis que baraja la familia van desde abuso sexual, consumo de drogas hasta hostigamiento institucional, pero ninguna ha sido confirmada.

Primer llamado

A las 18:02 horas del 4 de septiembre de 2023, Jocelyn recibió una llamada del teniente Cristóbal Villegas, quien le comunicó que su hijo se encontraba en “un estado muy extraño”.

En esa conversación —según relató a La Radio— el oficial le dijo: “Se queda como pegado y solo suspira, entonces no me cuadra nada. Yo voy a estar pendiente de él”, le comentó.

Pero al día siguiente, la situación empeoró. Villegas volvió a comunicarse con la madre y le informó que Matías había sido llevado a enfermería debido a que no mejoraba. Allí, el personal médico reportó que el joven parecía estar bajo los efectos de una sustancia desconocida. Ya no hablaba y solo suspiraba.

“El enfermero me dijo que Hormazábal estaba extraño, ‘como drogado’. Me comentó que Matías temblaba, sudaba y tenía la mirada perdida frente a los casilleros”, relató Jocelyn.

Traslado al hospital

En ambulancia fue trasladado al Hospital Dr. Juan Noé Crevani de Arica, pero Hormazábal ya estaba totalmente disociado, no respondía a nada, no cooperaba en urgencias, por lo que fue derivado al área de psiquiatría.

Ese mismo día, Matías se agravó y fue internado en una sala de aislamiento dentro del psiquiátrico. Ya no recibía alimento, no orinaba y estaba totalmente desconectado de la realidad.

El médico que lo acompañó y tomó su caso fue el psiquiatra Víctor Escobar. Él mismo llamó a Jocelyn para informarle la gravedad de su hijo. En la conversación, “me detalla la gravedad del estado de mi hijo, que estaba en estado de estupor y catatonía grave, que no respondía a ningún estímulo de dolor, que activaron el código azul, que ya le habían tenido que poner sonda para sacar su orina y que solo respondió a la entubación, que es el reflejo más alto del ser humano”, señaló la madre.

En la misma conversación, Escobar le comentó que era necesario realizar una terapia electroconvulsiva (electroshocks), tratamiento que utiliza corrientes eléctricas para aliviar síntomas de ciertos trastornos mentales graves, y que ella debía autorizar el procedimiento desde Santiago.

Electroshocks

Jocelyn no dudó y tomó el primer avión para llegar a Arica. Pidió que no se realizara ningún tratamiento hasta que ella estuviera con su hijo. Y a las 18:30 de ese mismo día ya se encontraba en la capital nortina. Pero no pudo ver a Matías hasta el día siguiente por la mañana.

“Me pasa a buscar Villegas al lugar donde me hospedé y me lleva al hospital para una reunión con el doctor, en donde me explican detalladamente su estado, que aún está en estado catatónico grave, que no recibe alimentos ni agua”, agrega la madre.

Después de la cita con el equipo médico logra ver a Matías.

“Al entrar, estaba amarrado de manos y pies en una sala oscura, fría, horrible”. Comentó que fue el doctor quien le abrió los ojos y le dijo que su mamá estaba en la habitación. “Me acerqué, lo abracé, pero tenía su mirada perdida. Comencé a hablarle al oído, que no tuviera miedo, que yo estaba ahí, que lo amaba”.

Pero “solo reaccionó con lágrimas que corrían por su mejilla, me miró a los ojos como pidiendo ayuda. Le dije: ‘Aquí estoy, hijo, no te voy a dejar solo’, y le seguían corriendo lágrimas”.

“Fue el momento más triste y angustiante de mi vida”.

Brote de esquizofrenia

Después de la primera sesión de electroshock, Jocelyn pudo conversar nuevamente con el médico.

“Me dice que tuvo una buena convulsión, pero que seguía mutista y catatónico, y que iba a necesitar al menos cinco sesiones. Me habla de un primer brote esquizofrénico, pero que, dada la gravedad de su estado, requería de más sesiones”.

Lo que es confirmado con el parte médico del 12 de septiembre, donde se indica que “el paciente Matías Jesús Hormazábal Araya, RUT: XXXXX, se encuentra hospitalizado en nuestro servicio desde el 5 de septiembre de 2023, con diagnóstico de síndrome catatónico grave en estudio, siendo las principales hipótesis etiológicas a evaluar un trastorno de estrés postraumático y un primer brote esquizofrénico, no descartándose la aparición de nuevas hipótesis etiológicas en el futuro”.

Preexistencia

Matías volvió a comer, pero solo recibía alimentos de su madre. Poco a poco fue evolucionando.

El 9 de septiembre, el comandante de la unidad, Francisco Núñez, llamó a la madre de Matías para, según describe Jocelyn, “indicarme que estaba al tanto de los hechos. Le pregunté si tomarían acciones, como por ejemplo un sumario, y me dijo: ‘No, aquí no va a haber ningún sumario administrativo, no corresponde’, y que me quedara tranquila, ya que era solo una guarreta de niños”.

Al día siguiente, uno de los enfermeros del hospital se acercó a Jocelyn y le sugirió que solicitara exámenes para ver si existió algún abuso sexual. Esa fue la primera vez que la madre de Matías escuchó la opción de que su hijo haya sufrido un abuso al interior de la institución.

La relación con los miembros y autoridades locales del Ejército comenzó a cambiar. El sargento Víctor Silva citó a Jocelyn a una reunión donde estarían Núñez, Villegas y él. En el encuentro le comentaron que su hijo “ya venía con un problema, que a lo mejor las burlas y el hostigamiento fueron la punta del iceberg”.

Núñez señaló —comenta Jocelyn— que su hijo venía con preexistencias. Pero “le respondí: ‘¿Y de dónde sacó eso? ¿Tiene algún documento o información que avale esto que me está diciendo?’”.

Relatos sexualizados

Después de la segunda sesión de electroshocks, Matías comenzó a comunicarse más y con mayor fluidez, pero los relatos y todo lo que decía tenían una temática en común: todo estaba relacionado con sexualidad.

“Me contó que le habían hecho una punción lumbar y que de ahí le chorreaba semen por su espalda”, comenta la madre. Ella pensó que era por la sedación o medicamentos que recibió previo a la sesión, pero esto fue desestimado por el médico. “El doctor Escobar me cuenta que es casi imposible, ya que la sedación era solo por tres minutos y muy suave”.

En la misma conversación con Escobar, le preguntó si en urgencias le habían realizado exámenes para descartar un abuso. “Me responde que no sabe y llama al psiquiatra que lo vio en urgencias (…). Él le indica que no lo revisaron y sugiere que lo haga, cosa que el doctor prefirió no hacer por el avance positivo que estaba teniendo mi hijo”.

La familia de Matías exigió hacer una investigación interna para saber lo que le había sucedido en el Ejército. Por eso, el comandante Núñez, el lunes 11, llamó a la madre para “decirme que había hablado con los involucrados, en donde reconocían que se le habían subido encima mientras él dormía y reconocían el ‘punteo’ de carácter sexual que había mencionado Matías en un principio”, y que iban a realizar una investigación sumaria administrativa (ISA) frente a este supuesto abuso, que estaría a cargo de la Fiscalía Militar.

También le informó que los soldados habían sido sancionados con 10 días de arresto en su hoja de vida. “Pero yo tenía una información interna (…) que había un documento impreso donde Ruiz, uno de los soldados, reconoce que le realizó una llave de sumisión y que lo estaban amenazando hace días”.

Al día siguiente, a las 12 del día, fue hasta el hospital el coronel Rojo, junto al comandante Núñez, el sargento Silva y el teniente Villegas.
“Rojo me cuenta formalmente lo de la denuncia, la ISA y que efectivamente existía el famoso documento en donde admitían una llave de sumisión, más el punteo”, explica la madre.

Agrega: “Me vuelve a insinuar que Matías venía con algún problema desde antes, porque los niños juegan así, y que la llave de sumisión quizás no era para dejarlo en estado catatónico”. Y terminó diciéndome que derivaría el caso “a una asistente social para ayudar con los gastos, y me indicó que ahora Matías pasaba a comisión de sanidad. Me dijo que llegaría hasta las últimas consecuencias para indagar en los hechos que dejaron a mi hijo así”.

Regreso a Santiago

El miércoles 13, Matías recibió su última sesión de electroshock y con eso consolidaba el tratamiento. Ese mismo día, el soldado, junto a su madre, salieron al patio del recinto hospitalario y le dijo: “Mami, ya sé lo que me pasó, yo creo que me drogaron”.

Dos días después, el viernes 15, Matías fue dado de alta. “Estaba feliz y confiado de que no volvería a la brigada, pero me llama el cabo primero Casteletti para que le enviara la epicrisis, y que lo irían a buscar en ambulancia al hospital porque debía regresar a la unidad militar”.

Jocelyn se opuso a la decisión, llamó a Núñez y logró un permiso especial hasta el 27 de septiembre, a la espera de la comisión de salud que evaluaría el caso de Matías. Por lo que pudieron irse al hostal y regresar a Santiago. Pero “su actitud era como de 15 años, inocente y no tomaba el peso de sus relatos tan macabros, e incluso miraba con nostalgia la parada militar”.

Lucha por saber la verdad

Desde el arribo a Santiago, Jocelyn puso toda su energía en la recuperación de su hijo, pero también en buscar y conocer la verdad.

En noviembre llamaron a Matías a declarar, pero el 9 del mismo mes fue revisado por el psiquiatra Juan Ignacio Reculé, el cual indicó que “es mi opinión que el paciente se encuentra interferido por síntomas de salud mental que le impedirían poder prestar un testimonio ordenado en cualquier situación que se requiera. He sido informado de que debe comparecer frente a la PDI el día de mañana. Aconsejo que dicha evaluación se postergue. Los síntomas que me ha reportado tienen un pronóstico favorable pero lento de recuperación. Con la información que tengo a mi haber, sugeriría, de ser posible, postergar la comparecencia por tres meses”.

Fue recién el 28 de mayo de 2024 que Matías pudo contar lo que le sucedió. No tuvo la posibilidad de relatar en detalle la historia por sí mismo, solo pudo contestar un cuestionario. Y, lamentablemente, su familia —por falta de recursos— no tuvo la opción de acceder a un abogado que los ayudara.

Carta a Iturriaga

En septiembre de 2023, ante su desesperación, Jocelyn le envió una carta al Comandante en Jefe del Ejército, Javier Iturriaga. Escrito de tres páginas, donde relata lo vivido por su hijo y pide ayuda para salir adelante.

“Durante los primeros meses de conscripción su vida se desarrolló sin problemas, hasta que sin ninguna causa justificada el CB1 TRONCOSO comenzó a hostigarlo. A raíz de esto, dio cuenta de ello al TTE CRISTÓBAL VILLEGAS, quien era su comandante de Pelotón. La denuncia, lejos de ayudar, hizo que los hostigamientos siguieran por parte del CB1 TRONCOSO”, explica la madre en el escrito.

Y directamente le señala: “Como usted debe haber sido informado, el 5 de septiembre de 2023, fue agredido física y sexualmente por parte de otros soldados conscriptos, hecho que obligó a que fuera trasladado al Hospital Regional de Arica ‘Dr. Juan Noé Crevani’, con un diagnóstico de trastorno catatónico orgánico, siendo la principal hipótesis etiológica un trastorno de estrés postraumático”.

Lo más grave, indica, es que: “La agresión física y sexual a mi hijo fue filmada con los teléfonos celulares de otros soldados conscriptos, situación que vulnera la integridad psíquica de mi hijo y de su familia, y pone en riesgo su salud mental”.

Final de la investigación

Pasaron los meses y la familia no tenía noticias de lo que ocurría con la investigación. Recién el 20 de enero de 2025 tuvieron acceso al dictamen final: “No se pudo establecer ni acreditar que ocurriera o se produjera un acto determinado del servicio, o con motivo de este, por lo que su tratamiento de salud mental no se puede asociar a las funciones que este presenta en la institución”.

La comisión de Salud concluyó que “no hay relación directa de causa a efecto respecto del accidente sufrido y la enfermedad contraída, o entre las actividades profesionales y la enfermedad producida”.

Denuncia en tribunales

La familia ya estaba devastada. La investigación no terminó como esperaban, se encontraban dolidos y afectados por no haber sido apoyados por la institución en la que confiaron el bienestar de su hijo.

Y por un llamado de La Radio Bío Bío se enteraron, además, de la denuncia del Ejército contra su hijo por fotografías subidas a redes sociales, cuando este se encontraba en Santiago en reposo, que aludían a un posible delito.

El documento, proveniente de la Fiscalía Militar y con fecha 9 de agosto de 2024, señala que el soldado “se encuentra con reposo médico en la ciudad de Santiago mostrando en sus redes sociales portonazos, venta de droga, armas blancas y posibles armas de fuego”.
Adjuntan las imágenes (ver abajo) y se envían al tribunal militar. Pero al ser revisadas por la Fiscalía Militar de Iquique, el 13 de diciembre de 2024, se decide remitir los antecedentes al Primer Juzgado de Garantía de Santiago, los que fueron recibidos el 21 de marzo de 2025.

Imágenes denuncia

Declaración del Ejército

Radio Bío Bío se acercó al Ejército para conocer su versión de los hechos y el porqué de la denuncia realizada, sabiendo la situación mental del soldado.

Respondieron únicamente:

“En relación con su consulta, indicamos que el Ejército realiza permanentes controles de seguridad militar. En uno de ellos se detectó, a través de la denuncia efectuada por otro soldado con fecha 09 de agosto de 2024, imágenes en redes sociales que podrían ser constitutivas de delitos, correspondientes al soldado conscripto Matías Hormazábal Araya, quien se encontraba con licencia médica, con diagnóstico reservado y siendo atendido en el Hospital Militar en Santiago, ciudad donde reside. Por lo anterior, la unidad entregó, el 5 de septiembre de 2024, dichas imágenes a la Fiscalía Militar de Arica, y ésta, a su vez, el 17 de marzo de 2025, las derivó al Primer Juzgado de Garantía de Santiago para que se efectúe la correspondiente investigación judicial, a fin de esclarecer los hechos”.

Agregaron: “Lo denunciado por el Ejército se fundamenta en lo estipulado en el Código Procesal Penal, en su artículo 175, letra a) ‘Denuncia obligatoria’, que dice lo siguiente: ‘Estarán obligados a denunciar los miembros de Carabineros de Chile, Policía de Investigaciones de Chile y de Gendarmería, todos los delitos que presenciaren o llegaren a su noticia. Los miembros de las Fuerzas Armadas estarán también obligados a denunciar todos los delitos que tomaren conocimiento en el ejercicio de sus funciones’. Por lo tanto, dada esta obligación de denunciar, se efectuó la entrega de los antecedentes para esclarecer los hechos antes mencionados. Finalmente, precisar que todo lo anterior sucedió mientras el soldado Hormazábal se encontraba realizando su servicio militar obligatorio, y que con fecha 31 de marzo del presente año fue licenciado del Ejército”.

También se les consultó por los nombres de las personas que son parte del caso pero solo indicaron: “le señalamos que el ex soldado conscripto mencionado realizó su Servicio Militar en la 1ra Brigada Acorazada “Coraceros”, en la ciudad de Arica”.

Y que “en cuanto a la precisión sobre nombres de militares de dicha unidad, podemos indicar que existe un proceso judicial en curso, por tanto, al estar radicado en los tribunales de justicia, al Ejército no le corresponde pronunciarse ni entregar antecedentes al respecto”.

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