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Los secuestros del Tren de Aragua: el largo camino de inmigrantes para llegar a Santiago

Los secuestros del Tren de Aragua: el largo camino de inmigrantes para llegar a Santiago

Jueves 04 mayo de 2023 | 06:00

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Conocida es la peligrosidad de la banda internacional llamada el “Tren de Aragua”. Sicariato, tráfico de drogas, trata de personas, entre otros, son los ilícitos por cuales están siendo investigados en nuestro país. ¿Sus víctimas? Inmigrantes que buscan cruzar la frontera chilena. Una ilusión que se transforma en tragedia en cosa de horas. La Unidad de Investigación de Radio Bío Bío tuvo acceso a detalles de la indagatoria que sigue la Fiscalía Regional de Tarapacá. En ella se revelan testimonios de personas que perdieron su libertad en manos de esta organización criminal, los que a punta de amenazas deben trabajar para ellos. De lo contrario, la muerte.

Un largo y angustioso camino es el que tienen que atravesar diversos inmigrantes, tanto mujeres como hombres, que son secuestrados por el Tren de Aragua con el fin de ingresar droga, especialmente ketamina, con la cual se elabora el llamado “tussi”, a Chile.

Experiencias crudas, difíciles de olvidar y que han sido relatadas por las víctimas al Ministerio Público, quien investiga a esta peligrosa red internacional dedicada al crimen organizado. Son estas mismas las que han ido develando el paso a paso de cómo opera el Tren de Aragua, el que incluye presuntas “agencias de viajes” para cumplir su cometido.

Violencia física, psicológica y sexual, golpes y maltratos, son algunas de las situaciones relatadas por extranjeros que pagaron altas sumas de dinero por un viaje que sería “sin problemas, con todo incluido” para llegar a Santiago. No obstante, en la frontera con Bolivia, específicamente en Pisiga es donde comienzan las horas y días de “terror”.

La Unidad de Investigación de Radio Bío Bío tuvo acceso a detalles de la investigación que sigue la Fiscalía Regional de Tarapacá en contra del Tren de Aragua. En ellos se detalla la vía que utilizaban para ingresar migrantes a suelo nacional, los hoteles donde retienen a las personas y la extorsión a la que son víctimas para que acepten ingresar droga al país.

Pisiga, Bolivia

El Tren de Aragua es una banda criminal venezolana nacida en el estado de Aragua, en 2005, y en la actualidad es una de las organizaciones delictivas más poderosas y violentas de Latino América. En Chile, por ejemplo, son responsables del aumento en el delito de tráfico de personas.

Para lograr su cometido, sería en la ciudad de Pisiga, Bolivia, el epicentro donde capturan y secuestran a las personas que buscando una oportunidad en nuestro país ingresan de forma clandestina a territorio Chileno. Se les obliga a transportar sustancias ilícitas, es decir, trabajar para ellos como burreros.

¿Cómo llegan los extranjeros a manos de esta banda internacional? La respuesta sería engañados a través de “agencias de viajes” que les prometen, en los países de orígen, un viaje seguro a Santiago. Bajo esta promesa, los ciudadanos extranjeros llegan al poblado boliviano sin sospechar lo que les ocurrirá.

Testimonios contenidos en las cientas de hojas de la carpeta de investigación dan cuenta de días de viaje por distintos puntos de Bolivia, como Oruro, La Paz, el Lago Titicaca, y finalmente Pisiga, lugar que les dicen que será la última parada antes de cruzar a Chile. Todo, al final, queda en nada.

Terror en voz de una mujer

“Llegamos a Pisiga a las 7 de la mañana y el mismo carro nos dejó afuera del hotel”, relata un hombre de nacionalidad peruana que fue secuestrado por la banda. “Nos dijeron que en ese hotel nos iban a hacer cruzar la frontera desde Pisiga hacia Colchane, que se cruzaba de noche”, dijo.

Nada sospechan, ni siquiera al entrar al lugar. Una mujer describe así el lugar: “Habían muchas personas. A nosotros nos hacen ingresar, y casi todos eran de nacionalidad venezolana. Y bueno, yo hasta el momento desconocía quienes eran las personas que a nosotros nos iban a pasar (a Chile)”.

Minutos después de hacer ingreso al inmueble, a ambos se les acercan unos jóvenes venezolanos de no más de 30 años. “Estas personas nos invitan a un cuarto a mí y a mi pareja y a otra chica mas de nacionalidad peruana también. Nos hacen entrar a los 3 y ahí se presentan ellos”, dice la mujer. Aquella presentación no la olvidarán jamás.

Entraron 5 personas a las habitación, entraron con armas de fuego. Las 5 personas armadas con una granada entraron a la habitación y se presentan como el cartel del Tren de Aragua”, prosigue la misma víctima. Aquellas personas eran: “Estrella”, “Zeus”, “Águila”, “José Ramón” y “Kevin”. Todos venezolanos y miembros activos de la banda, siendo “Estrella” el líder.

Desde ese minuto, todo se convirtió en una pesadilla. Los separaron en distintas habitaciones, desnudaron a las mujeres y comenzaron a amenazarlos con la muerte. “Por orden de Estrella dicen que maten a mi pareja y a la chica, que los maten a los dos. Entonces en ese momento yo dejé de saber de ellos y a mí me dejaron en la habitación junto con Águila y con Zeus”, continúa la mujer.

Explica que en ese minuto por miedo estaba dispuesta a hacer todo lo que ellos le pidieran: “Por miedo por las armas de fuego y por todas las amenazas, yo estaba dispuesta a hacer lo que sea, porque no había ningún efectivo policial, no había nadie a quien yo acuda por ayuda (…) Águila desde el primer momento que me conoció y me vio se sobrepasaba conmigo, me besaba. Tuve relaciones con él sin mi consentimiento, me desnudaron en frente de mi pareja, igual que la otra muchacha”.

La pareja de la mujer recuerda así el traumático episodio: “En ese momento pensaba que todo era un sueño, quedé en shock por la pistola y por la granada y ya me veía como muerto. En un momento empecé a rezar por dentro y decirle a Dios que cuidara a mi mamá, cuidara a mi familia, que me perdone por mis pecados y que por favor siempre cuide a mi abuela. Estaba asustado, ya ahí decía ahorita me matan”.

En ese minuto y aprovechando la fragilidad de las víctimas, el mensaje final de los miembros de la banda era uno: si aceptan ingresar droga a Chile, serán recompensados con su vida. Las alternativas no eran más que dos, unirse a la banda obligatoriamente o desafíar a los miembros del Tren dejando su vida como garantía.

“Empecé a llorar y suplicarle por mi vida. Me dijo: ¿Qué vas a hacer por tu vida? Le dije que haría lo que sea, le doy todo el dinero, mis pertenencias, déjame libre. Yo no he hecho nada, no tengo problemas con nadie, ni lo conozco y me dice pero, ¿qué vas a hacer por tu vida? ¿Dime que vas a hacer? No sé qué quiere que haga, le digo, y me dice: ¿Tú vas a ir para Santiago o no? Sí, le digo. Ya. Me vas a llevar una beta, me dijo”, detalla el mismo hombre.

Caminando por el desierto

Paso por el desierto

Desde la llegada a Pisiga, en menos de 48 horas se realiza el cruce de la frontera. Siempre es de noche, de un minuto a otro, sin previa organización, a la espera de que la ruta utilizada no tenga presencia de carabineros o militares.

Pero para los extranjeros son largas horas de espera. “Estábamos secuestrados, incluso Kevin y Estrella decían que aunque nos escapemos ellos estaban con la PDI. Me decían ‘aunque escapes la PDI te va a encontrar y ahí te vamos a matar”, relata el hombre.

Antes de salir, los integrantes del Tren de Aragua preparan la droga y la dosifican en botellas. Acto seguido, se le asignan de dos a tres unidades por persona. “Estrella nos llevó a un cuarto donde habían puras botellas de agua llenas con la droga, que es ketamina, que yo en ese momento no sabía. Había botellas de agua, de alcohol, de gaseosas Sprite, varios productos”, dijo el sujeto peruano en su declaración a la fiscalía.

Droga en botellas

Cuando la droga ya está distribuida, luego viene el momento de salir, tomar rumbo a Chile. En ese minuto, recién, es cuando logran respirar al aire libre. La ruta es por el desierto, y a lo lejos se observa la aduana chilena. “Cuando ya estuvimos ahí en el desierto nos hicieron pasar por la parte de un hueco como de un… no sé si habrá sido un río, pero era así hondo como una zanja”, dice la otra mujer peruana que también ingresó al hotel y luego perdió su libertad.

La misma persona agrega que la caminata se extendió por aproximadamente “una hora”, donde les decía que “ya no podía más”. “Ya no tenía fuerzas para poder caminar porque no había comido, no había tomado agua, sentía que ya no podía, que mi cuerpo… Lo único que hacían era arrastrarme, arrastrarme y decirme que avance o si no me iba a matar ahí”, complementó.

El destino era una casa de ladrillos en Colchane, que no llamaba la atención en relación a las viviendas que la rodeaban, solo que se encontraba “abandonada”. “Esa casa se notaba que estaba abandonada porque no había nada, lo único que había eran bolsas de basura negra con ropas”, indica la misma mujer. En ese lugar, los esperaban vehículos para seguir el camino. Ya habían dado un gran paso, pensaban ellos, se encontraban en tierra chilena. Pero el secuestro continuaba y la tensión también.

Mapa cruce

Huara

Encerrados en la casa, esperan ser nombrados para poder dirigirse a una van o automóvil asignado. Pese a encontrarse en suelo nacional, no tenían libertad. El hombre protagonista de esta historia declaró que antes de subir a la van “Kevin me dijo que ya sabía lo que tenía que hacer”. Ante cualquier desobediencia la amenaza era “ya sabes lo que va a pasar con tu familia”.

Son entre 10 y 12 personas las que van en el mismo vehículo, todas tienen el mismo destino: Santiago. La siguiente parada era Huara y es la primera vez que tienen contacto con chilenos: los choferes. Aunque no se comunican con los pasajeros, logran escucharlos hablar con los miembros de la banda, pero no tienen un rol importante, solo reciben las indicaciones y se dirigen -sin paradas- al destino indicado.

“En el transcurso del camino, en medio de la carretera nos bajamos. Me acuerdo que me quedé dormido, me levantó mi señora diciéndome que teníamos que bajar, entonces bajamos todos. Nos estaba esperando un venezolano ahí que nos dijo que a 10 minutos había una comisaría y que teníamos que cruzar para el lado izquierdo”, cuenta una de las víctimas.

Ese venezolano era el “Gato”. Según el recuerdo de las víctimas, aquel sujeto tiene cerca de 50 años, es flaco y es quién los lleva hasta el “hotel” en Huara. Este último, en realidad, es un restaurante llamado “Mollo” (ver foto). “El Gato dijo que nos íbamos a quedar a dormir ahí, que nos iban a dar cuartos y que al día siguiente íbamos a ir a Iquique (…) Llegamos al hotel pero no entramos por la puerta, entramos por el garaje”, relata la misma persona.

El inmueble es viejo, feo, con poca limpieza, “como un hotel de 1 estrella”, señalan las víctimas. Los separan entre hombres y mujeres y los dividen en cuartos. “Cuando nos ingresaron a la casa nos llevaron a la parte última de la casa, al último cuarto al fondo”, relata una de las mujeres víctimas de este relato.

Es en el “Mollo” donde tienen contacto por segunda vez con chilenos. “Parece que ese hotel lo administraba un chileno, porque la cocinera era chilena, el cocinero era chileno, el que atendía era una persona chilena”, dan cuenta los testimonios. Al día siguiente salieron del “hotel” nuevamente por el garaje, caminaron unos 5-6 minutos y llegaron donde habían “4 taxis o colectivos que nos estaban esperando”. La función de este último transporte era llevarlos hasta Iquique, el último destino antes de Santiago.

Restaurante Mollo

Iquique

Entre 1 hora y media, máximo 2, es cuanto se demoran en llegar al último hotel. Es de color celeste con azul, tiene tres pisos y queda en la calle Serrano. Según antecedentes de la investigación de la Fiscalía de Tarapacá, el nombre de dicho recinto es “Hotel Fontana”. Al igual que en Huara, los extranjeros no tienen la posibilidad de salir.

Lo que quedaba de ruta era poco, en términos de destinos más no de kilómetros. Desde ahí deben esperar un bus que sale a Santiago pero que pasa por el control aduanero de El Loa. Este es un punto clave dentro de toda la travesía, ya que después de eso el final “está asegurado”. Ese destino es la capital.

A los 30 minutos de haber arribado al hotel, el hombre víctima del Tren de Aragua declaró que “me llamaron. A cada uno lo llamaron, y me dieron un papel donde está mi nombre y un permiso de Carabineros. Ni lo leí (…) pero decían que supuestamente si nos paraban esa era la prueba de PCR”. Poco tiempo después llegó el bus y a cada persona le entregaron un número de asiento y les indicaron que el viaje sería de 24 horas a la capital.

Hotel Fontana

Control aduanero El Loa

El recuerdo de esos días y horas bajo el mando del Tren de Aragua para las víctimas será algo difícil de borrar de la memoria. “Solo quiero olvidarme de todo del pasado y ya, para mí es muy difícil acostarme todas las noches y acordarme de esto”, relata la mujer que fue parte del grupo que viajó a Chile. Esta misma decidió autodenunciarse en El Loa.

Cuando llegaron a la Aduana y se bajaron todos los pasajeros, ella decidió ponerse última en la fila. Llegado su turno habló con una señora, la que llamó a un compañero de labores. En ese momento decidió transparentar la droga que traía consigo y les pidió ayuda porque “no aguantaba más”.

Para esta mujer lo mejor fue autodenunciarse. “Tenía miedo de llegar a Santiago (…) Tenía miedo de que me maten, ya no aguantaba más, tenía días sin comer, sin dormir bien, pensaba que me harían algo, no aguante más y lo único que me nació fue ponerme última para decir por favor que me ayuden”.

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