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Rodrigo Alda, presidente de las ues regionales: "No hay certezas del nuevo modelo de financiamiento"

Sábado 16 septiembre de 2023 | 06:37

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UCN

En conversación con BioBioChile, Rodrigo Alda, rector de la Universidad Católica del Norte y presidente de la Agrupación de Universidades Regionales de Chile, aborda los desafíos y temas relevantes para una educación superior descentralizada. Enfatiza en la necesidad de políticas públicas que reconozcan las particularidades y diversidad de cada región, y cuestionó la aplicabilidad de soluciones uniformes para el conjunto de casas de estudio que representa. De paso, reprocha la incertidumbre en torno a un nuevo modelo de financiamiento integral. "Mientras no tengamos esa bajada difícilmente vamos a poder tomar decisiones", advierte.

Hace dos semanas, Rodrigo Alda, rector de la Universidad Católica del Norte, asumió por un año como nuevo presidente de la Agrupación de Universidades Regionales de Chile (AUR).

Para comenzar, admite las dificultades que le plantea el centralismo, incluso dentro de las propias regiones, y cuestiona que desde el gobierno se le intente dar una solución igual a todas las regiones cuando en realidad las problemáticas de cada una son diversas y dependen del territorio en que están insertas.

De paso, observa un retraso en torno a las definiciones del nuevo modelo de financiamiento integral, un asunto que es de largo plazo y que tiene todo “en compás de espera”. “Esa ambición hace que hoy día no tengamos nosotros claridad de cuáles son las acciones concretas en los próximos dos años”, afirma.

En ese contexto, critica el complicado proceso de acompañamiento a la Universidad de Aysén, que recientemente logró apenas 3 años de acreditación. A su parecer, dicho proceso “podría haberse implementado de una manera mejor”.

“Las capitales regionales también tienen un centralismo que incomoda”

—¿Cuáles son los desafíos más importantes?

El principal trabajo que tenemos que desarrollar es ver cómo somos capaces de contribuir a una política pública que sea pertinente, que reconozca las particularidades y heterogeneidades de nuestro territorio, que es tan diverso. Nos parece que ser una red que está desde Arica a Magallanes nos posibilita para poder entregar antecedentes a los que deben formular esta política pública y que tenga mayor conexión y pertenencia en los territorios.

Y desde esa perspectiva, también, otro desafío que va de la mano con este, es cómo somos capaces de aportar a esta nueva descentralización que quiere llevar a cabo el gobierno y que ya hemos tenido aproximaciones con la Subsecretaría de Desarrollo Regional para poder en cada territorio tener espacios en que podamos escuchar a los distintos actores en los territorios y ver cómo podemos implementar esta descentralización de manera más efectiva y efectiva.

—¿Cómo se ha dado ese diálogo? ¿Qué objetivos concretos están esperando ustedes poder desarrollar?

Lo primero es constituirnos en un espacio en el cual la comunidad pueda a través de las universidades regionales hacer sus aportes y contribuciones a esta nueva mirada que se espera a la descentralización. Y ahí generamos los espacios para poder recoger y escuchar de manera activa y poder transferir esta información a la Subsecretaría de Desarrollo Regional, pero también articulando con los distintos actores en los territorios, léase el Gobierno Regional y comunal que mucho tienen que decir en esto y en que no hay una unicidad en cuanto a cómo estos procesos se viven en los distintos territorios. Hay mucha asimetría y muchas veces dependen más de los perfiles de las autoridades personales y que no sea más bien una cuestión personal sino que sea estructural el cómo logramos mejorar esta relación entre los actores para que las decisiones que se toman en las regiones tengan mayor fuerza y que tenga la región un mayor protagonismo y los territorios un mayor protagonismo.

—¿Y cómo se traduce esto en la práctica? ¿Qué iniciativas se le vienen a la mente a ustedes que se están impulsando desde las universidades regionales y que pueden generar un cambio relevante?

Hemos generado el año pasado un convenio de colaboración con la agrupación de gobernadores y gobernadoras y esperamos poder generar espacios de articulación con los distintos gobiernos regionales. O sea, actualizando sus estrategias de desarrollo regional y las estrategias regionales de innovación es donde se puede producir un espacio de convergencia con los planes y con las acciones que llevamos las universidades. La agrupación es única en el sentido de que tiene capacidades distribuidas desde Arica a Magallanes y con capacidades diversas.

—¿En las conversaciones con la Subdere, ustedes han tenido buena acogida? ¿Creen que van a estar las posibilidades y los recursos para que ustedes puedan desplegar toda esta estrategia?

Bueno, con el que era Subsecretario de Desarrollo Regional, actual ministro de Educación (Nicolás Cataldo), tuvimos esta primera conversación el mes pasado. Generamos un espacio de colaboración y esperamos que con las nuevas autoridades eso se mantenga, pero está toda la disposición de las universidades de poner a disposición de este proceso todas las capacidades de las universidades.

—¿Cómo esperan aportar las universidades regionales a la descentralización en la práctica?

Lo fundamental que tenemos que ver es cómo esta descentralización se está viviendo desde cada territorio de manera distinta. Hoy día no podemos decir que el nivel de descentralización es igual en Magallanes, en Bío Bío o en Punta Arenas. Hay diferencias que tenemos que ser capaces de identificar, como cuáles son esos aspectos distintivos que debieran tener un acomodo y un ajuste en la política dentro de cada uno de los territorios. Entonces no podemos pensar que una política homogénea va a encontrar capacidades similares en todos los territorios. Hay que generar capacidades en los territorios, hay que tener capital humano adecuado para que una descentralización efectiva se pueda dar.

Y hay otro elemento importante. Así como las regiones nos quejamos del centralismo, dentro de las propias regiones, las capitales regionales también tienen un grado de centralismo que incomoda también a las localidades más pequeñas, que tenemos que ser capaces de ir anticipando y mitigarlo.

La Universidad de Aysén “podría haberse implementado de una manera mejor”

—¿Dónde observan ustedes que están las principales brechas en regiones?

Yo creo que tiene que ver con que las capacidades en términos técnicos, profesionales, pues las estructuras de los gobiernos regionales y comunales no es la misma. Ahí hay que tener un diagnóstico fino para poder apoyar. Por ejemplo, en algunas regiones hoy día hay mayor disponibilidad de recursos públicos. Por ejemplo, ley de royalty. Y en algunas regiones o comunas no está la capacidad técnica para levantar la cantidad de proyectos posibles de financiar. Y eso es un aspecto que tenemos que trabajar. Y en eso, ya hay acciones en distintas regiones para poder apoyar a los gobiernos comunales y regionales en esos procesos.

—¿Cómo evalúan el proceso que se concretó en 2015 y que creó las universidades de O’Higgins y de Aysén?

Hay realidades diferentes. Claramente eran territorios en que había un clamor por tener una universidad. Y podemos ver que la evidencia muestra que probablemente los apoyos, desde el punto de vista de los recursos y el acompañamiento técnico y de capital humano, no fue exactamente el mismo. Y los resultados no son los mismos. Hoy día vemos a una Universidad de O’Higgins bastante más fortalecida comparativamente con la Universidad de Aysén, ya que en el último proceso de acreditación logró nuevamente tres años de acreditación. Por eso creo que, más allá de las capacidades de gestión de las propias universidades, tiene que ver también con cómo fueron los recursos y los planes de acompañamiento para que los proyectos educativos que tenían ambas instituciones pudieran dar los frutos que se esperaban. Hay realidades territoriales distintas y que no podemos evaluar con la misma vara a ambas instituciones porque cada una responde a realidades distintas.

—¿Cree usted que puede ser en parte el mismo problema de descentralización del que estamos hablando? Naturalmente la Universidad de O´Higgins está más cerca de Santiago respecto a la de Aysén.

Justamente. Tiene que ver con una efectiva política pública de descentralización y de apoyo a los territorios, de acuerdo a las necesidades que efectivamente tienen.

—En el caso de Aysén, algunos parlamentarios han cuestionado la gestión ante los pocos años de acreditación obtenidos ¿Usted cree que debería ser intervenida por el Mineduc para que pueda subir un poco su nivel?

No sé si la palabra que ocuparía es intervención. Creo que pudiera ahí haber un trabajo articulado desde la misma Subsecretaría de Educación Superior o incluso con la Superintendencia, que ha detectado ciertos elementos que pudieran ser mejorables. Creo que pudiera haber un trabajo más colaborativo, más que de intervención.

—Pero, al margen de estas dificultades ¿Fue una decisión acertada en su momento haber creado esta universidades?

Todos somos generales después de la guerra, pero yo creo que podría haberse implementado de una manera mejor, particularmente el trabajo que se hizo en el caso de la Universidad de Aysén, con un acompañamiento mucho más efectivo y un monitoreo más permanente de cómo el proyecto institucional se iba completando.

“No hay certezas en torno al nuevo modelo de financiamiento”

—¿Usted cree que la creación de más universidades en regiones es la solución para la descentralización o ya es suficiente con las que existen?

Lo que hoy día más necesita el país es el fortalecimiento de las instituciones de educación que hoy día están dentro del Consejo de Rectores y particularmente las universidades regionales. No creo que la solución sea crear más instituciones de educación superior. Creo que las que estamos hoy día en los territorios es suficiente, pero necesitamos claramente mayores certezas en torno al financiamiento para que todas las instituciones puedan proyectar sus planes de desarrollo. Hoy día, eso limita un poco las decisiones en algunas instituciones. Puesto que no hay certezas en torno al nuevo modelo de financiamiento integral. Mientras no tengamos esa bajada operativa difícilmente vamos a poder tomar decisiones de cómo fortalecer y robustecer las capacidades de las instituciones.

—Y esas indefiniciones ¿Qué tantas dificultades le están generando a las universidades regionales?

Todo está en compás de espera. Es difícil pensar en desarrollar planes de inversiones cuando uno no tiene certeza sobre todos los ingresos que va a tener. En el segundo semestre se nos ha anunciado que van a haber ciertas definiciones en torno a estos planes se piensan implementar y eso podría de alguna manera poder potenciar el trabajo que las instituciones vamos a hacer.

—¿Creen que es suficiente la celeridad con la que se está abordando este asunto o ha habido algo de lentitud?

Lo que pasa es que las metas que se han autoimpuesto, para implementar un nuevo modelo integral de educación superior, no es un tema que uno pueda decir que se va a implementar en uno o dos años. Es una agenda de más largo plazo y, por lo tanto, esa ambición hace que hoy día no tengamos nosotros claridad de cuáles son las acciones concretas en los próximos dos años. Sobre todo con las que estamos en zonas extremas, la Universidad de Tarapacá, la Universidad de Magallanes, en las cuales todo este tipo de temas que tienen que ver con financiamiento claramente pegan de manera diferente.

—Al margen de su aporte en regiones, en algunas zonas con universidades nuevas, los estudiantes de todas formas siguen eligiendo emigrar para ir a universidades con más trayectoria en Valparaíso, Concepción o Santiago ¿Cómo las universidades regionales pueden romper con ese estigma y retener a los estudiantes que son de esas zonas?

Esa labor de atracción y retención de talento es una labor que los gobiernos regionales están asumiendo como mayor protagonismo. Hay estrategias de desarrollo regional que lo declaran como una de las prioridades. Los desafíos de todas las regiones no son posibles de abordar de manera individual, sino que tiene que ser un trabajo colaborativo. Y ahí la labor con los gobiernos regionales y comunales es fundamental.

—¿Y cómo aportan en específico los gobiernos regionales a esto?

La realidad es muy distinta. La disponibilidad de recursos es diferente en cada una de las regiones. Pero hay, creo yo, la voluntad política de los gobernadores y gobernadoras de fortalecer sus universidades. Algunos a través de los proyectos de los FNDR. Hay distintos instrumentos en los cuales se pueden apoyar distintos requerimientos de las universidades e instituciones de educación superior. Pero cada gobierno regional ha delineado estrategias distintas y esperamos nosotros poder empezar a establecer ciertos mínimos comunes para que las estrategias sean con una base común, dependiendo de la disponibilidad de recursos.

“Me gustaría ver mayor claridad al reconocer las diferencias de las universidades en regiones”

—Usted habla de voluntad política en el GORE. ¿Usted ha visto también voluntad política en el gobierno central?

(Hace una pausa). Me gustaría ver mayor claridad en torno al reconocer las diferencias de las universidades en regiones y los problemas y desafíos que tenemos en las universidades en regiones. Aún sigue primando una mirada muy tenida por las instituciones que están en el centro del país, que obedecen a condiciones y a desafíos muy distintos de las regiones, particularmente de las extremas. Hay que estar en el territorio y conocer la realidad concreta para poder dimensionar lo difícil que puede ser, ser universidad en regiones.

—¿Y hasta ahora le han intentado dar un foco muy genérico para todas las regiones?

Por supuesto, hay una mirada más bien del promedio, pero claramente el promedio no funciona para todas las instituciones.

—¿Y qué situaciones específicas han alertado ustedes viendo las realidades locales?

Nosotros tenemos estudiantes en regiones que tienen brechas formativas mucho mayores que los estudiantes de la zona central. Por lo tanto, las universidades nos hacemos cargo de acompañar a esos estudiantes, porque si no tuviéramos planes de acompañamiento, esos estudiantes lo más probable es que dejarían la universidad en el primer o segundo semestre. Por lo tanto, implica inversiones de las propias universidades para acompañar y lograr que la promesa que hemos hecho de que van a tener un título profesional no sea solo una quimera.

Y por otro lado, tenemos también que muchos de estos estudiantes son estudiantes de gratuidad, en los cuales también su capital social y relacional es menor. También en términos de los costos de vida de lo que significa hacer universidad en algunas regiones, los costos son muy distintos en términos de las inversiones, las construcciones, los equipamientos y el atraer y retener talento en algunas regiones se hace mucho más difícil.

—¿En cuáles observa usted que tienen más profundizadas esas dificultades? ¿Cuáles universidades la tienen en específico más difícil en esta misión?

Mientras más te alejas del centro, más difícil se hace la atracción y retención del talento humano. Es muy, muy complejo. Y de igual forma, las brechas formativas de los estudiantes de enseñanza media. Los resultados de las distintas pruebas estandarizadas en tercero, cuarto medio, la misma PAES, muestran una brecha importante en las universidades de regiones.

—¿Sería buena idea realizar una evaluación diferente para las universidades que están en zonas más extremas?

No, yo creo que los cambios que se han hecho en la PAES van en la línea correcta, pero tenemos que empezar a incorporar ciertos elementos de territorialidad, que a lo mejor premien a los estudiantes cuando postulen a universidades en sus propios territorios. Estar mirando siempre al centro, efectivamente es un fenómeno que nos afecta a las universidades de regiones. Y justamente los que se van son los que tuvieron mejores puntajes, que tienen mayores posibilidades de poder migrar por los costos que se involucran. Probablemente ahí hay un trabajo mucho más fino que realizar actualmente al sistema. La idea sería que pudiera haber un componente de regionalidad en alguno de los elementos a considerar.

—¿Cuál cree usted que es el mayor desafío que va a tener durante su gestión en torno a mejorar el desempeño de las universidades regionales?

Creo que tenemos que ser capaces de escuchar activamente a los territorios para hacernos cargo de los desafíos con una mirada prospectiva. Y eso nos obliga a poder generar espacios de conversación, no solo con los gobiernos regionales, sino que por las comunidades de nuestros territorios, para que nosotros respondamos a sus expectativas y mejoremos efectivamente la calidad de vida donde estamos insertos.

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