Cuando Yolanda Caroca ingresó a la Clínica Universidad de los Andes de Santiago, ya era poco lo que se podía hacer. Llegó a las 19:08 del 19 de agosto de 2023, directo a la sala de reanimación. Estaba hipotensa y prácticamente inconsciente. Los médicos la derivaron a pabellón de forma urgente. Una laparotomía exploradora arrojó a primera vista que el abdomen estaba lleno de líquido y tenía dos lesiones en una parte del intestino.
Su ficha clínica de entonces detalla que después de eso no hubo nada más que hacer. Su evolución, con cada minuto que pasaba, era más desfavorable. Entre las jefaturas médicas y sus familiares decidieron que no escalarían a medidas adicionales. La recomendación profesional era simplemente “acompañamiento familiar”.
Yolanda murió el 21 de agosto de 2023 a las 23:11 horas.
Dos años después de su muerte, su familia interpuso una querella por cuasidelito de homicidio en el Cuarto Juzgado de Garantía de Santiago. Acusan que Yolanda vivió una concatenación de negligencias médicas al interior de la Cínica Monteblanco. El escrito —al que accedió BBCL Investiga— apunta al cirujano plástico Cristián Sepúlveda Torres, quien realizó el procedimiento. Según denuncian, durante la operación le habría roto el íleon distal (última parte del intestino delgado).
“Existe una relación de causalidad entre la conducta imprudente y el resultado lesivo (…) Se advierte que el Dr. Cristián Sepúlveda Torres, en su calidad de médico cirujano plástico, intervino quirúrgicamente a doña Yolanda Caroca, quien fallece como consecuencia directa de una perforación intestinal causada durante la realización de una liposucción mayor”, estipula la denuncia.
Exámenes previos
Yolanda Caroca Lisboa tenía 66 años cuando decidió someterse a una cirugía estética bajo las manos del cirujano Cristián Sepúlveda Torres. Llegó a principios de agosto de 2023 a su consulta y le explicó que quería realizarse liposucciones en la zona abdominal y del cuello, sumado a una lipoinyección glútea. Él, por su parte, chequeó sus antecedentes y le entregó un presupuesto que sumaba $8,1 millones de pesos.
Dicho monto no incluía el arriendo del pabellón ni de la habitación al interior de la Clínica Monteblanco. Eso sumaba otros $1,5 millones más $290 mil por noche. Este espacio ubicado camino a Farellones en Lo Barnechea, tiene como director a Cristián Sepúlveda. La querella estipula que fue él quien eligió el lugar para realizar la operación.
Según el libelo, a Yolanda le pidieron solamente dos exámenes. Uno para determinar la creatinina en sangre y otro para los electrolitos. Adicionalmente un electrocardiograma que arrojó que tenía “bradicardia sinusal”. Eso, sumado a que tenía hipertensión arterial e hipotiroidismo, la convertían en una paciente con comorbilidad. Es decir, con enfermedades base que podrían significar un mayor riesgo.
“De acuerdo con la información con la que cuenta la familia, [Yolanda] no se habría realizado en ningún momento algún examen de radiografía o algún tipo de tomografía computarizada (TC) de abdomen a fin de poder evaluar las condiciones físicas para realizar la intervención”, reza el escrito.
El énfasis que ponen dentro de las 16 páginas que ingresaron al tribunal el 15 de mayo, es que al tener bradicardia se debe contar necesariamente con la evaluación de un anestesiólogo y cardiólogo para que autoricen las cirugías. Asimismo, el centro médico debe contar con una UCI por si ocurriese alguna emergencia. La Clínica Monteblanco no la tenía:
“De esta forma, fue el propio facultativo quien decidió no adoptar las medidas preventivas necesarias en una paciente con comorbilidades, y en consecuencia, seleccionar una clínica que no cuenta con unidad de emergencia médica”.
Seis horas en pabellón
Con todos estos antecedentes, el 17 de agosto Yolanda ingresó a pabellón. Eran las nueve de la mañana. La ficha clínica detalla que se realizaron ambas lipoaspiraciones y una lipoinyección mediante el “BodyTite” y “Morpheus”. En simple, métodos que utilizan radiofrecuencia para derretir la grasa y eliminarla de forma menos invasiva y, por ende, resulta ser más seguro.
Sumado a eso se le aplicó la técnica tumescente: le inyectaron lidocaína y epinefrina para facilitar la aspiración del tejido graso. Lo que pasó durante ese procedimiento se resume así, según la querella:
“Con todos estos elementos, que en definitiva generarían un procedimiento menos invasivo y con movimientos menos traumático para los diferentes tejidos, el Dr. Cristián Sepúlveda Torres durante la operación rompió el peritoneo, ocasionando un neumoperitoneo y una serie de lesiones en el íleon distal, constatándose una falta a la lex artis en cuanto a la ejecución del procedimiento. En definitiva, el Dr. Sepúlveda con la cánula de precisión del Bodytite ocupando energía de radiofrecuencia realizó un movimiento que generó la perforación de tejidos abdominales de doña Yolanda Caroca”.
La cirugía se extendió por casi seis horas.
El BodyTite utiliza una sonda especializada que emite energía de radiofrecuencia. Esta calienta y derrite las células de grasa. Según la denuncia, el profesional puede controlar la dirección de la cánula (tubo insertado en el cuerpo) con mayor precisión. La diferencia con una liposucción tradicional es que con el BodyTite se licúa y se extrae la grasa de forma más suave. Esto disminuye los moretones y la hinchazón. También se le denomina liposucción sin cirugía.
El Morpheus genera colágeno y es complementario al BodyTite. También es un procedimiento de radiofrecuencia que dispara microagujas que penetran la piel, sin dañarla.
Colapso multiorgánico
El postoperatorio estuvo a cargo de la Clínica Monteblanco. Uno de los primeros antecedentes que se leen en su ficha médica es que Yolanda tuvo una evolución “habitual, pero con tendencia a la somnolencia”. De aquí en adelante hubo una serie de falencias que —acusan— llevaron a su muerte.
De partida, hubo una “diuresis por sondeo intermitente”. Esto se traduce en que le controlaban la orina mediante una sonda. El problema, aseguran, fue que como no realizaron un “monitoreo riguroso”, no detectaron la falla renal que Yolanda padecía.
Además, la somnolencia no fue motivo de alarma para el personal médico, pese a que sus glóbulos rojos disminuían.
“Yolanda, tras la cirugía presentó dificultades para poder respirar por sí sola, entonces se utilizó “Triflo” que es un incentivador respiratorio cuya función es prevenir las denominadas atelectasias, que corresponde a un colapso total o parcial de una parte del pulmón. En consecuencia, la saturación de doña Yolanda llevó a que necesitara oxígeno extra a fin de mantener la saturación aceptable”.
Este fue un punto de quiebre. Para determinar si hay o no un colapso en el pulmón se debe realizar una radiografía en la zona afectada. Ese examen habría arrojado también la perforación en el intestino que estaba causando el colapso multiorgánico. Pero la orden para dicho análisis nunca se emitió.
Con todos estos indicios, a Yolanda la querían dar de alta.
“El día 18 de agosto doña Yolanda fue visitada nuevamente por su marido, quien se comunicó con el Dr. Sepúlveda mediante vía telefónica. El profesional le indicó que la paciente se encontraba lista para ser dada de alta. Esto, pese a que no consta en la ficha clínica de la paciente si ésta fue debidamente evaluada para el alta. Sin embargo, dado que doña Yolanda se percibía en un claro estado de deterioro, el marido le manifestó su intención de dejarla hospitalizada un día más para efectos de que ella recibiera los cuidados adecuados. Se le solicitó el pago inmediato de un día más por la estadía”, dice la denuncia.
Ese mismo día, el hijo de Yolanda —que es médico de profesión— la fue a visitar. Inmediatamente se percató que su madre estaba grave y debía internarse en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). Se comunicó con el doctor Sepúlveda y se lo planteó. La respuesta de él, aseveran, era que su madre estaba así a consecuencia de los medicamentos que le estaban dando.
Recién, cerca de las nueve de la noche, llegó a visitar a Yolanda y derivó su traslado inmediato a la Clínica Universidad de Los Andes.
Agonía y muerte
Habían pasado dos días desde la cirugía cuando Yolanda llegó prácticamente inconsciente al centro médico ubicado en Las Condes.
El parte de entonces relata: “Ingresó el 19:08 al reanimador de urgencias de este centro, trasladada desde clínica externa. Destaca antecedente de liposucción de toda la circunferencia abdominal y lipoescultura con inyección grasa en glúteos realizada tres días previos a su traslado. Se le describe al ingreso muy grave, hipotensa, mal perfundida y comprometida de conciencia. Abdomen doloroso a la palpación”.
Le hicieron una tomografía que arrojó líquido libre intra peritoneal. La trasladaron de urgencia al pabellón. Una laparotomía exploradora mostró todo: “Dos lesiones únicas en el íleon distal a 35 centímetros de la válvula ileocecal, una lineal y otra puntiforme, de bordes levemente irregulares”.
Yolanda estuvo casi tres días agonizando por una perforación gastrointestinal que requería una intervención médica inmediata.
Cuando retornó de la sala de operación se fue directamente a la UCI, con ventilación mecánica. Estaba grave; una falla orgánica múltiple la mataba.
Los exámenes arrojaban que tenía una falla renal anúrica, hepatitis isquémica y acidosis metabólica. “Evoluciona en forma desfavorable”, sentenció el parte médico.
Yolanda falleció cuatro días después de la cirugía. A las 23:11 horas.
“Una conducta negligente”
A casi dos años desde ese momento, la familia de Yolanda decidió interponer una querella en el Cuarto Juzgado de Garantía de Santiago por cuasidelito de homicidio. El 19 de mayo el tribunal la declaró admisible.
La denuncia se basa en el artículo 491 del Código Penal, que sanciona a médicos que causaron mal por negligencia.
“En el presente caso, se advierte que el Dr. Cristián Sepúlveda Torres, en su calidad de médico cirujano plástico, intervino quirúrgicamente a doña Yolanda Caroca, quien fallece como consecuencia directa de una perforación intestinal causada durante la realización de una liposucción mayor”, acusa la familia en el documento.
Según ellos, el procedimiento “fue ejecutado sin haberse observado los estándares exigidos por la lex artis”.
“Tal perforación dio lugar a un cuadro de neumoperitoneo y shock séptico, que derivó finalmente en una falla multiorgánica irreversible y, con ello, en la muerte de la paciente. La relación causal entre la conducta negligente del facultativo y el resultado letal resulta, en consecuencia, palmaria”, sentencian.
Tanto el cirujano Cristian Sepúlveda como sus abogados declinaron referirse para este artículo por ser una causa judicializada.