Los nombres de las víctimas fueron cambiados para proteger su identidad.
Después de vendarle los ojos, golpearla y amarrarla de manos y pies, Ronnie Fook Lorca violó a Julia. Así quedó acreditado en la sentencia del tribunal de Arica. Fue un 1 de noviembre de 2014. Lo hizo al interior de su vehículo, frente a unas casas abandonadas cerca de la Villa Frontera de Arica. Cuando se detuvo, encendió el motor y la fue a dejar a su casa, como si nada hubiese pasado.
El 20 de mayo de 2022 lo volvió a hacer. El documento apunta que llegó hasta unos galpones del Cerro Chuño, apagó el auto y golpeó a su segunda víctima, Catalina. Le vociferó que si no se desvestía, la iba a matar a ella y a su hijo. La violó en múltiples ocasiones y la drogó. A la mañana siguiente la llevó hasta su casa y se esfumó.
Ambas víctimas tenían algo en común: Ronnie Fook no era ningún desconocido para ellas. Incluso, podría decirse que eran amigas de él. Por eso se subieron a su vehículo cuando gentilmente les ofreció llevarlas hasta sus casas después de estar compartiendo junto a otras personas. Fue Catalina —su última víctima— quien se atrevió a denunciarlo el mismo día del ultraje. Todavía drogada, cuenta, llegó hasta el hospital de Arica para que le tomaran exámenes.
El Ministerio Público armó una causa contra Ronnie que duró tres años y terminó en una condena de 16 años de prisión. Cárcel efectiva. Su defensa, el abogado Wladimir Robles Santos ingresó un recurso de amparo para cambiarla por un arresto domiciliario. La Corte de Apelaciones se la rechazó. La Corte Suprema se la aceptó.
Hoy, Ronnie Fook está sólo con arresto nocturno —ante un posible riesgo de fuga y viviendo cerca de sus víctimas— hasta que se ejecute su sentencia.
Tres pastillas y un peladero
El 20 de mayo de 2022 Catalina asistió al cumpleaños de M. Además de ellas dos, otros cinco invitados estaban presentes, incluido Ronnie Fook Lorca. Para la mayoría, la presencia de él era sorpresiva. Ninguno le veía ni la sombra desde hace meses. Pero ese día apareció y compartió con todos. Hasta cantó karaoke.
—En una junta él dijo que estaba desaparecido porque la ex pareja lo había demandado por pensión alimenticia. Habló mal diciendo que era la típica mina que quería plata —cuenta hoy Catalina a BBCL Investiga.
Catalina se lo pasó bien, no lo niega. Cada cierto tiempo le escribía a su mamá para dar señales de vida y avisarle que pronto se iba a casa. Tenía compromisos al día siguiente con su hijo así que su plan original siempre fue irse temprano. Y hubiese sido así, pero M. le insistió que se quedara un rato más.
Después de comer torta y cantar tres canciones de karaoke, Catalina avisó que se marchaba en un uber. Fue Ronnie quien la detuvo y le ofreció llevarla en su auto, a ella y al resto de los invitados. Catalina le envió el último mensaje a su mamá cerca de las 5:30 para comunicarle que ya se iba a casa. Cuando ella lo leyó, se durmió.
Según la declaración que entregó Catalina frente a fiscalía, Ronnie armó un trayecto donde ella quedó última. No le pareció extraño, ni siquiera cuando una vez solos le mintió al decirle que tenía que desviarse del camino para ir a recoger una ropa. Recién comenzó a sospechar cuando manejó por la calle Capitán Ávalos que da al Cerro Chuño. Entonces, sintió miedo.
—Llegó hasta el final de la calle hasta un “peladero” y luego da la vuelta en U. Se detiene bruscamente. Ella pensó que la iba asaltar. Le extrañó la actitud que tuvo. Ella le dijo que si la robaba la dejara ir, sin embargo, la tomó del pelo muy fuerte y le pegó con algo, no sabe qué habrá sido, era algo duro como cuadrado. Le dice que se saque la ropa sino la mataría a ella y a su familia —se lee en los documentos a los que accedió BBCL Investiga.
La violó en múltiples ocasiones al interior del auto. Cuando se detuvo la obligó a ponerse el pantalón y a bajarse del auto. Entraron a un galpón adornado por un sillón de felpa y una malla negra en el techo por la que entraban los primeros rayos de sol. Tenía una pared de madera y observó a unos perros. Ahí adentro la volvió a violar.
—Después se desparece como dos minutos y vuelve con unas pastillas blancas en la mano y un jarabe. Le apretó la cara muy fuerte y la obliga a que se las tomara. Le mete las pastillas en la boca por la fuerza. No sabe cuál medicamento era porque pierde el conocimiento.
“¿Quieres que llegue muerta?”
A las 12:15 del día siguiente Ronnie la fue a dejar a su casa. Las cámaras del pasaje la muestran tambaleándose, con el pelo desordenado y la ropa mal puesta. Un vecino se le acercó para preguntarle si estaba bien. Su madre, para ese entonces, estaba desesperada. Cuando despertó por la mañana y se percató que su hija no había llegado comenzó a escribirles a sus amigos.
Apenas la vio cruzar la puerta le preguntó qué había pasado. Ella no escuchaba ni entendía lo que decía su madre. Entró directo a su habitación, se sentó en la cama y lloró. Desbloqueó su celular y se percató que Ronnie le había sacado el chip para esconderlo en el bolsillo de su chaqueta. Se conectó al wifi de la casa y abrió el grupo de WhatsApp que organizaron con los presentes de la fiesta. Todos la estaban buscando luego que su mamá alertara sobre su desaparición.
En uno de los audios que envió M. se escucha: “¿Cómo chucha puede ser que pasen estas hueas? ¿Cómo chucha va a desaparecer la Cata? No habrán pescado al Ronnie, hueon, por andar metido en sus cagás y habrá caído la Cata.
La acompañaron hasta el servicio de salud más próximo para que le tomaran exámenes de sangre. Denunció la violación a los médicos que la atendieron y llegaron dos funcionarios de la Brigada Investigadora de Delitos Sexuales —Brisex— de la Policía de Investigaciones. La entrevistaron a duras penas. Catalina no podía hablar y se quedaba dormida. Balbuceó lo que más pudo antes de que la citaran al cuartel días después.
Según Catalina y el fallo del propio tribunal, los policías no le creyeron. A la salida le pidieron que se fuera a la casa en tono de burla porque a su juicio, no le había pasado nada. Catalina lo recrea así:
—(El policía) viene, me mira y me dice: “Pero es que a ti no te pasó nada. Es que tení que llegar en ambulancia”. Yo le dije: “¿O sea usted está esperando que llegue muerta?”.
Después de ese momento durmió cinco días casi sin parar. Una prima le inyectaba suero.
Un patrón
Ocho años antes de esa violación, Ronnie Fook había repetido el patrón. La víctima esta vez fue Julia, que el 1 de noviembre de 2014 estaba en el sector La Puntilla de Arica, carreteando. Sus acciones fueron similares: Julia quiso irse y él se ofreció a llevarla hasta su casa. Pasó a dejar a su amigo antes y luego quedaron solos en su vehículo. Para desviarse del camino mintió diciendo que tenía que ir a buscar a su tía al aeropuerto.
Cuando Julia se dio cuenta que iban hasta un peladero, ya no podía escapar. Ronnie, a punta de una pistola, le aseguró que si obedecía no le haría daño.
—Refiere que fue amarrada de pies y manos, después procede con el acto. Esto duró como 45 minutos a una hora, y después como si nada hubiese sucedido, le dijo que se suba a la parte del copiloto y que no le cuente a nadie porque él haría todo lo posible para que nadie le creyera —se lee en la declaración.
Luego que Ronnie la dejara afuera de su casa, Julia le contó a su madre y abuela lo que había vivido. Ellas le dieron dinero para comprar las pastilla del día después y acordaron nunca hablar más del tema, menos con su padre. Sumado a eso, Ronnie la amenazó y le aseguró que si lo denunciaba, él mismo ingresaría una querella por injurias.
Julia se pasó ocho años sin denunciar hasta que se enteró que Catalina vivió lo mismo. Ambos hechos se unieron en una única causa que terminó por condenar a su agresor.
Más allá de toda duda razonable
En el caso de Julia, las pruebas eran inexistentes por la cantidad de años atrás en el que se cometió el delito. Para acreditar los hechos de 2014, los testimonios de diferentes testigos y profesionales fueron esenciales. Como el de la psicóloga que atendió a la víctima, quien determinó que los síntomas de Julia son concomitantes con un trastorno de estrés postraumático que experimentan las víctimas de violencia sexual.
—Estos síntomas, principalmente, tenían que ver con un miedo intenso, con sintomatología ansiosa, con pensamientos intrusivos, también se conocen como flashback que son recuerdos involuntarios de la experiencia de victimización propiamente. Ella comienza generar un proceso disociativo evitativo de esta experiencia, como querer olvidar esta situación, de no pensar respecto a estos hechos —acreditó la profesional.
Por su parte, Catalina presentó diversas pruebas que la defensa de Ronnie —a cargo del abogado Wladimir Robles Santos— intentó desmentir. Uno de ellos fue el peritaje sexológico que descartó “lesiones evidentes”, pero sí confirmó actividad sexual reciente. Si fue con violencia o no, el legista no lo podía asegurar.
Otro hilo del que se agarró el abogado fue que no se encontraron espermatozoides. Para este punto de la indagatoria no sólo desacreditaron a la víctima, también expusieron datos íntimos sobre ella. Esto fue de la mano con la idea de que Catalina estaba ebria o “coqueteó” con Ronnie. Hipótesis que se descartó cuando el examen de alcohol dio negativo y los audios de esa noche demuestran que ella nunca quiso irse con él. Asimismo, el tribunal dijo que la presencia o no de líquido seminal no descartaba una agresión sexual.
Algo similar ocurrió con el examen toxicológico. Catalina afirmó que fue drogada pero el test dio negativo. El punto es que el químico farmacéutico que tomó la muestra explicó que, lo ideal, es que desde que ocurren los hechos no pasen más de cinco horas al momento de ejecutar las tomas de sangre y orina. Catalina llegó a la consulta a las 14:01 horas. El rango temporal fue mucho mayor, casi el doble.
Pese a todo, en los alegatos de clausura la fiscalía señaló que se acreditaron, más allá de toda duda razonable, ambos delitos, en los cuales las víctimas “fueron vulneradas gravemente, no sólo en la esfera de la libertad sexual, sino que también en su derecho de acceso a la justicia”.
Condena en casa
En resumen, el tribunal dio por acreditado ambos hechos, tanto la violación de Catalina como la de Julia. Y durante la investigación apareció una tercera denuncia de su expareja, también por el delito de abuso sexual. No obstante, ésta terminó en condena por violencia intrafamiliar.
En palabras del juzgado, “los elementos de prueba se aquilataron con peso suficiente para producir plena convicción sobre su responsabilidad como autor del ilícito (…) La participación de Fook Lorca en el delito se tuvo por demostrada, más allá de toda duda razonable”.
Así las cosas, el 20 de marzo de este año el Juzgado de Arica condenó a Ronnie a una pena de 10 años por el delito de violación que cometió contra Catalina. Y sumó otros seis por el de Julia.
“La pena impuesta en la presente sentencia será de cumplimiento efectivo. Se le reconocen 11 días de abono, tiempo que ha estado en prisión preventiva el condenado”, sentenciaron.
Pero la causa no terminó ahí. El abogado Wladimir Robles de la Defensoría Penal Pública de Arica ingresó un recurso de amparo a la Corte de Apelaciones para evitar la prisión preventiva. Se la negaron, así que insistió en la Corte Suprema y acogieron su solicitud. Los argumentos que entregaron se resumen a cinco páginas.
“El Tribunal decretó la prisión preventiva del amparado teniendo como fundamento cardinal para su imposición el hecho de haber sido comunicado un veredicto de carácter condenatorio como autor de los delitos de violación (…) la resolución recurrida no contiene desarrollo argumentativo acerca de la concurrencia del literal. Como se viene explicitando, la resolución en cuestión carece de la fundamentación esperada para una que dispone la medida cautelar más intensa que considera nuestro ordenamiento jurídico, vulnerándose entonces el derecho a la libertad del amparado”.
En simple, cambiaron la prisión preventiva por un arresto domiciliario nocturno entre las 22:00 horas y 6:00 de la mañana a la espere de que la condena quede ejecutoriada. Según razonó la Corte Suprema, el tribunal ariqueño que condenó a Fook no fundamentó de manera suficiente —más allá de la condena— las razones que justificaban la prisión preventiva, al no evaluar los argumentos de la defensa en su decisión.
“Pesa sobre el juez el deber de hacerse cargo de ellos en su resolución en la forma que las disposiciones antes comentadas demandan; de otro modo, esa sentencia no puede ser calificada como una decisión fundada”, apunta el fallo.
Dicha decisión fue firmada por los ministros María Teresa de Jesús Letelier, Leopoldo Andrés Llanos Sagristá, María Cristina Gajardo Harboe y la abogada integrante Pía Verena Tavolari Goycoolea. El único voto que se opuso a dejarlo con arresto parcial fue el del ministro Manuel Antonio Valderrama Rebolledo.
Falta de fundamentación
El abogado penalista Nelson Salas Stevens lo explica a este medio en términos simples. En cierto modo, la Corte Suprema sanciona el actuar de los tribunales que no justifican una prisión preventiva. Independiente que estos sean delitos graves, como una violación.
—Cuando decreta prisión preventiva tiene que fundamentarla. No basta con decir, “mire, está condenado y la pena es grave”. Tiene que dar un razonamiento, como por ejemplo, el riesgo de peligro de fuga. Eso, sumado a la acreditación de dos delitos sexuales y a las pruebas que se rindieron en el juicio oral. Esa es una resolución fundamentada respecto de la cual uno puede estar de acuerdo o no, pero está fundamentada.
Por su parte, la abogada Paola Sepúlveda Santibáñez, socia del estudio jurídico Defensa Privada del Norte, explica que estas decisiones se empezaron a acoger desde el Caso Monsalve, que también lo da la Corte Suprema.
—La Corte Suprema lo que dice en definitiva es que sí, que procede el amparo toda vez que el imputado, si bien es condenado, todavía no está ejecutoriada la sentencia. Y es en base al principio de inocencia… Es un discurso en realidad superbásico que ocupa todo el mundo en la audiencia de revisión de prisión preventiva y que nunca se toma en consideración. Y esto coincide con el fallo en el caso Monsalve. Que también lo da la Suprema. Los argumentos son básicamente casi los mismos.
Catalina cuenta que ha mandado cartas hasta al Presidente Gabriel Boric para que la situación se revierta. Lo que más le aterra es que es Ronnie sabe su dirección y ya fue amenazada con una contrademanda.
—Yo siempre dije que iba a demostrar mi verdad y la verdad siempre va a salir a la luz. Cuesta, cuesta harto, porque yo golpeé muchas puertas y se me cerraron en la cara. Entidades que se supone que velan por las víctimas…
El abogado Wladimir Robles declinó referirse para este artículo. Por su parte, la Corte Suprema no entregó ninguna respuesta hasta el cierre de esta publicación.