José Gregorio Colina Flores nunca redujo la velocidad. Ni cuando salió del condominio ni cuando se acercó al paso de cebra. Pese a que su visión frontal y lateral izquierda le mostraba la panorámica casi completa de la calle, su BMW igualmente impactó y arrolló a Yarizta Paulina Fuentes. La Pauli, para todos.
Las cámaras del condominio exponen que en vez de frenar en su viraje a la izquierda, aceleró por la calle camino El Parque con dirección al sur. Aun cuando la intersección Las Hualtatas en Vitacura —por donde pasó— tenía cuatro cruces peatonales.
En el parte policial de ese día, Carabineros anotó lo que él relató: que fue la Pauli la culpable porque apareció corriendo de manera sorpresiva y le fue imposible verla. Los videos demuestran lo contrario.
Colina pudo haber actuado. El informe técnico pericial de Carabineros concluye que los sistemas avanzados de conducción que tenía su vehículo de última generación, los que incluían sensores de proximidad frontal, le permitían haber intervenido de manera oportuna para evitar el accidente.
Por una lado, la familia de Paulina asegura que Colina, con su título de médico profesional, no prestó ayuda. Él lo niega rotundamente. Afirma que prestó auxilio dentro que lo que se pudo, “considerando la gravedad de sus lesiones”.
70 minutos después del impacto, Paulina murió.
Su sueño de ser madre, su plan de casarse y los 15 días que faltaban para recibir su nuevo departamento, terminaron ese 16 de julio a las 9:47 horas. Fue un politraumatismo esquelético y visceral que le provocó el atropello.
Planes estancados
Paulina es sureña, de eso no hay duda. Nació en Puerto Varas, se crio en Chiloé y estudió en Temuco. Empezó estudiando traducción en la Universidad Católica y convalidó hasta titularse de Pedagogía en Inglés.
Para su madre, Soraya Villarroel, lo que mejor la describía era su instinto maternal. No tenía hijos, pero actuaba como si los tuviera. Sobre todo con su hermana menor a la que le sacaba 20 años de diferencia. También con sus amigas o con las personas que conocía.
—Por lo general andaba como ayudando, aconsejando —cuenta su madre a BBCL Investiga.
Esa crianza de la que Soraya se siente orgullosa, la llevó a siempre ser honesta. La verdad aunque duela, era su lema de vida. Eso igual hizo que no tuviera filtros con sus comentarios. No despectivamente. Era capaz de abrazarte para plantearte su pensamiento.
—Yo creo que por eso la gente la estimaba mucho y la quería, porque no te andaba con cuentos.
Fue su carrera la que la llevó a conocer a una familia que la contrató para que hiciera clases de inglés a unos mellizos. Según Soraya, los niños la quisieron tanto que lo que empezó como una hora a la semana, terminó con un contrato permanente y Paulina yendo de lunes a viernes.
Las clases partieron en Puerto Varas y terminaron en Santiago. En enero de 2024 la familia se trasladó a vivir a Vitacura y le pidieron a Paulina que se fuera con ellos. Coincidía que su pololo, un año atrás, se había ido por trabajo y esa era la oportunidad para estar juntos. No la desaprovechó.
Su nueva aventura incluiría un nuevo departamento y un matrimonio. El 1 de agosto estaba pactado que recibiría su nuevo hogar en Las Condes. Y en febrero, que se casarían.
Al final, no pasó ni lo uno ni lo otro.
Un día feriado
El martes 16 de julio Paulina salió de la casa que 15 días más tarde dejaría. Su meta era llegar al hogar de los mellizos para ayudarlos con las tareas. Se detuvo en la esquina Las Hualtatas con Camino el Parque. Estaba a una cuadra del condominio. Miró rápidamente y cruzó el paso de cebra.
De manera paralela, José Colina bajó desde Edificio el Lingue, uno de los siete departamentos que componían el sector residencial a donde Paulina entraría. Fue al estacionamiento y se subió a su BMW X4. Un automático de ocho velocidades que tenía poco más de un año. Tenía que cruzar la misma intersección donde Paulina estaba detenida.
Cuando puso un pie en la calzada, José estaba saliendo del condominio. Cuando comenzó el viraje a la izquierda, Paulina ya iba en la mitad de la calle. Cinco segundos después “fue brutalmente embestida”. Esa misma terminología usó la querella que la familia interpuso más tarde contra Colina.
Mientras todo eso ocurría, en Chiloé Soraya acababa de despertar con su hija menor. Era feriado y, a las 8:30 seguían con el pijama puesto. Estaba a más de 1.200 kilómetros de distancia.
El primer llamado que recibió fue de su exmarido, el padre de Paulina. Le avisaba que su niña estaba grave. Que un accidente de tránsito la tenía internada en la Clínica Las Condes.
—Yo dije pero ¡¡qué, cómo!! —recuerda de ese día.
Ocho minutos después aproximadamente recibió un segundo llamado. Se estaba cambiando de ropa para viajar.
—Me dice “Soraya, la hija falleció”. Ahí me volví loca. Loca. Grité. Lloré.
Dice que le pasó algo extraño en la piel imposible de describir. Una especie de escalofrío que le erizó todo el cuerpo. Mientras gritaba y gemía de dolor miró a su lado y estaba su hija de ocho años.
—Estaba destrozada, llorando a mares también, gritando y escuchando todo lo que a mí me habían contado.
No sabe cómo lo hizo pero secó sus lágrimas y, esa pena que sintió por su hija mayor, por esa chica de ojos verde pardo que tuvo a los 17 años, la guardó para consolar a su pequeña. A ella y a todos. Más tarde se subió al auto para viajar a Santiago y tomar un avión desde Osorno. Su objetivo era alcanzar a abrazarla en la clínica. El resto son recuerdos nebulosos y borrados para ella.
Cuando aterrizó en Santiago el cuerpo de su hija ya estaba en el Servicio Médico Legal.
Evitar el atropello
Los videos exhiben que después de golpearla con el capó, Paulina quedó atrapada debajo del auto, y así, la arrastró unos metros. La querella detalla que cuando se detuvo, no le ofreció ayuda.
“Ni dio cuenta a la autoridad policial más inmediata de lo ocurrido. Todo lo contrario: en lugar de prestarle auxilio a la víctima, de llamar a la policía o de llamar a alguna ambulancia para pedir ayuda, el imputado habría priorizado llamar a sus familiares para conseguir la asistencia de un abogado“, estipula la denuncia.
José Colina fue detenido sólo por unas horas y formalizado. En su declaración que quedó estampada en el parte policial de Carabineros, el médico cirujano con especialidad en dermatología aseguró que Paulina apareció de manera sorpresiva corriendo por la calle. Dijo que no alcanzó a divisarla a tiempo. Pero que apenas la chocó, frenó y le prestó ayuda.
Al médico venezolano de 38 años le duró poco su mentira. La policía levantó las cámaras de la Municipalidad de Vitacura y se percató que en ningún momento la víctima corrió. El informe técnico de carabineros es más rotundo. Determinaron que todas las funciones del BMW estaban operativos. Eso incluía el sistema de cámaras de visión envolvente y el asistente de estacionamiento.
“Proporcionando al conductor una visibilidad extendida y alertas en tiempo real, esenciales para la prevención de colisiones y atropellos”, afirma el escrito.
Asimismo, se chequearon los sensores de proximidad frontal y corroboraron que estaban operativos. En simple, esos sistemas son cruciales para detectar obstáculos y sobre todo, peatones. Si algo se atraviesa por cualquier costado del auto, va a sonar una alarma para advertir el peligro.
“La efectividad y operatividad de estos sistemas sugieren que, bajo condiciones normales, el conductor habría recibido indicaciones suficientes para evitar el atropello“.
Por lo mismo, sugieren “la necesidad de explorar otros factores que pudieron haber contribuido al siniestro”.
En la Clínica Alemana, a donde fue trasladado, lo diagnosticaron con “lesiones leves” y le hicieron un test de alcoholemia que dio cero. En paralelo, Paulina estaba en Clínica Las Condes a punto de morir.
Conducta intachable
Aunque Colina no figura con causas pendientes, en 2022 estuvo imputado por abuso sexual por sorpresa. Como la denuncia estrictamente ya cerró, su comportamiento es intachable judicialmente. Y con la alcoholemia en cero, sumó puntos.
Ni siquiera la quitaron su vehículo. La única medida que le dieron fue firma mensual y la prohibición de salir del país. La audiencia donde lo dejaron libre fue breve.
—Al otro día que pasó la muerte de mi hija, y en cuatro minutos, le dijeron (en la audiencia) que no era un peligro para la sociedad —lamenta Soraya.
Por eso ahora inició una campaña en redes sociales para endurecer las penas. Apunta que las sanciones y medidas cautelares son muy bajas. Y también que siempre priman las garantías del imputado.
—Si tú atropellas a una persona acá en Chile, no pasa nada —critica—. Él no paró, él la mató. Y yo estoy en pie de guerra con eso. Él la mató y no es un accidente.
El abogado querellante, Alejandro Awad, explicó a este medio que solicitaron el tráfico de llamadas de Colina y una instrucción particular de la SIAT de Carabineros. Al mismo tiempo, que utilicen los restos de la muestra de alcoholemia para hacer un test de drogas.
Ayudar dentro de lo que se puede
José Colina no quiso hablar. A través de su abogado, Juan Leva, dejó en manifiesto que “no prestará ningún tipo de declaración a terceros distintos del Ministerio Público y/o las policías, atendida la existencia de un proceso penal en curso y el carácter reservado”.
Eso sí, su abogado dijo que Colina “se encuentra humanamente muy afectado” por este accidente que provocó una pérdida y dolor irreparable a la familia de Paulina. Negó no prestar ayuda:
—Existen grabaciones, en poder del Ministerio Público, tanto del momento anterior, como del accidente en sí y todo la etapa posterior a él, en los que queda claramente evidenciado que José, detuvo su marcha; se bajó del vehículo que conducía solo nueve segundos después de verificado y prestó ayuda a la víctima, dentro de lo que era posible realizar, considerando la gravedad de sus lesiones. Igualmente queda demostrado el arribo al lugar del accidente, tres minutos después de ocurrido.
A la fecha, la querella interpuesta contra José Colina lo acusa por el delito de cuasidelito de homicidio en contexto de la conducción de vehículo motorizado, y en segundo lugar, por la omisión de auxilio en caso de accidente. Si comprueban esto último, admiten que podrían lograr alguna sanción significativa. Aunque aseguran que en estos casos, la ley no está de su lado.
—El tipo iba sano según la cuestión de alcohol. El tipo antes no había matado a nadie. Y todo eso la Ley Emilia no pesca —critica Soraya.