El 28 de octubre de 1892, en París, el inventor Émile Reynaud presentó sus “Pantomimas luminosas”, consideradas las primeras películas de dibujos animados.
El creador del “teatro óptico”
Reynaud, pionero del cine animado francés, perfeccionó el zoótropo, un tambor circular con cortes a través de los cuales el espectador veía dibujos que, al girar, parecían moverse. Más tarde ideó el praxinoscopio, un aparato que proyectaba imágenes sucesivas sobre una pantalla transparente mediante un sistema de lentes.
El inventor patentó su creación bajo el nombre de “teatro óptico” y fue el primero en perforar la película para lograr un arrastre mecánico. Sus proyecciones estaban acompañadas por música compuesta por él mismo e incluían efectos sonoros.
Ese 28 de octubre, en el Museo Grévin de París, estrenó tres cortometrajes: Pobre Pierrot, Payaso y sus perros y Un bon bock, breves escenas humorísticas y poéticas que permanecieron en cartelera por ocho años.
El trabajo artesanal —que exigía hasta 700 dibujos por cinta— y la competencia de las películas de los hermanos Lumière terminaron por desplazar su espectáculo. Con el tiempo, Reynaud cayó en el olvido y en la pobreza.
En 1910, destruido por la depresión, rompió sus máquinas y arrojó la mayoría de sus películas al río Sena. Murió en 1918, en un hospital psiquiátrico de Ivry, abandonado y en la indigencia.
En este video, Nibaldo Mosciatti relata la vida y obra del precursor de los dibujos animados, Émile Reynaud.