El 19 de abril de 1913 en Chicago nació el policía Eliot Ness, líder del famoso grupo de “Los Intocables”, el famoso equipo de la ley de dicha ciudad y que logró capturar al mafioso Al Capone.
Fue el menor de cinco hermanos, su familia tenía descendencia noruega y contaban con una panadería en Chicago. Ness estudió en la Universidad de Chicago donde se graduó con un título en economía y trabajó para una compañía de crédito minorista donde investigaba los antecedentes de los potenciales clientes para obtener información crediticia.
En 1927 se convirtió en agente del Departamento de Hacienda de Estados Unidos, fue más tarde transferido al Departamento de Justicia en 1928 y recibió el encargo de crear una unidad especial para investigar al gánster Al Capone.
La reputación de este incluso había llegado hasta Washington donde el presidente estaba furioso ante los informes que determinaban que el mafioso evadía la Ley fiscal a parte de estar implicado en el tráfico de bebidas alcohólicas prohibidas por ese entonces en el país.
Como director de ese destacamento, Eliot Ness y otros 9 agentes llevaron con éxito operaciones en licorerías controladas por Capone que fue condenado a 11 años de prisión.
Su logro más importante fue el control del comercio del licor en Cleveland, Ohio, una ciudad que era famosa por la ser la segunda con más muertes y lesiones por el tráfico de alcohol. Los esfuerzos de Ness incluso dieron lugar a que la localidad recibiera el título a la ciudad más segura del país.
Sin embargo, su tarea más difícil fue la acusación de Al Capone y el año 1928 el mafioso había ingresado casi 120 millones de dólares donde 75 provenían del negocio ilegal del alcohol.
Capone tenía por entonces 20 cervecerías operativas trabajando todo el año, además de vender cerveza también se encarga de la distribución de ginebra, whisky y otros licores.
En octubre de 1929 Ness ya había seleccionado a los 9 agentes para realizar la tarea quienes comenzaron a localizar y cerrar cervecerías en Chicago. Ante esto Capone reforzó la seguridad de sus negocios y sin que se diera cuenta un investigador se infiltró entre sus hombres como espía, logrando reunir pruebas de ingresos ilegales y defraudación fiscal.
Ya sin salida Capone no tuvo más remedio que confesar el delito de defraudación al fisco por más de 300 millones de dólares y fue sentenciado a purgar esa pena con 11 años de prisión.