Vinka Jackson en una potente y emocionante conversación sobre "Derecho al tiempo"

Publicado por Francisca Grau Vargas
La información es de Ana Josefa Silva
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Sicóloga, mamá, educadora, Vinka Jackson se reparte entre su casa en Chile y la de EE.UU., a donde en un momento de su vida se le hizo imperativo irse a vivir.

Su inmenso arrojo y valentía, que contrastan con su aspecto delicado y su manera dulce y amable, aunque muy clara y sólida, de expresarse, ya había quedado indeleble en la memoria en su libro testimonial “Agua Fresca en los Espejos” (2007). Luego escribió dos textos para niños, “Mi cuerpo es un regalo” (2013) y “Todos juntos” (2015). Y más aún cuando consiguió en 2019 lo que ahora conocemos como el “ASI”, Abuso Sexual Imprescriptible, algo que, ella recalcará, fue un logro colectivo, de muchos.

Ahora acaba de publicar “Derecho al Tiempo. Trauma y Ética del Cuidado” (Penguin Chile) y sobre ello estuvo hablando en el programa “Del Fin del Mundo”, de TV BioBio, con Ana Josefa Silva y Marco Antonio de la Parra.

Un texto que precisamente comienza, en su prólogo, con: “Un inolvidable 11 de julio de 2019 se promulgó en Chile la ley de la República que declara como imprescriptibles los delitos sexuales contra niñas, niños y adolescentes”.

“Desde 2008 a 2019, estuve casi 12 años dedicada al tema”, comenta. “La primera vez que escuché la palabra Prescripción fue el 2001. Fue cuando yo consulté a un abogado, porque si bien el padre mío había muerto (él se suicidó), quedaron otras personas involucradas vivas”, relata refiriéndose a aquel testimonio personal detallado en “Agua Fresca en los Espejos”. Fue la primera vez que escuchó aquello de “lamentablemente eso está prescrito”. “Cómo prescrito, dije. Cómo se levanta un muro antes de siquiera entender”. De ahí surgen las reflexiones y posteriores acciones (“porque el cuidado es anterior a la justicia” y “la justicia es importante para la reparación”).

Y de ahí emerge “esto del Derecho al Tiempo: la niñez, el aprendizaje, las convalecencias y cómo los procesos colectivos de países, de comunidades, no son considerados”.

Por ello, en el libro relata el asombroso proceso de reparación de trauma al que se dedicó Lituania, en plena pandemia. “Uno dice, pero avancemos: es una tentación porque el presente es muy exigente, pero no puedo arrastrar cicatrices abiertas o a medio supurar”.

“Las miradas colectivas es como un lente para mirar lo propio”.

Es asomarse a “qué historia trae el cuerpo de un territorio, qué respuestas humanizantes, no violentas, tenemos (lo que es muy difícil). Eso no es hippie, ni naif, yo lo veo como fuerza de resistencia. Seguirse preguntando por la historia de los pueblos, no querer ver enemigos por doquier. No antes de. Lo primero, de dónde viene esa voz de angustia, pero si partes cancelando el diálogo… No hay nada que el odio me haya dado”.

“La palabra nos salva, nos sana”.

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Sicóloga, mamá, educadora, Vinka Jackson se reparte entre su casa en Chile y la de EE.UU., a donde en un momento de su vida se le hizo imperativo irse a vivir.

Su inmenso arrojo y valentía, que contrastan con su aspecto delicado y su manera dulce y amable, aunque muy clara y sólida, de expresarse, ya había quedado indeleble en la memoria en su libro testimonial “Agua Fresca en los Espejos” (2007). Luego escribió dos textos para niños, “Mi cuerpo es un regalo” (2013) y “Todos juntos” (2015). Y más aún cuando consiguió en 2019 lo que ahora conocemos como el “ASI”, Abuso Sexual Imprescriptible, algo que, ella recalcará, fue un logro colectivo, de muchos.

Ahora acaba de publicar “Derecho al Tiempo. Trauma y Ética del Cuidado” (Penguin Chile) y sobre ello estuvo hablando en el programa “Del Fin del Mundo”, de TV BioBio, con Ana Josefa Silva y Marco Antonio de la Parra.

Un texto que precisamente comienza, en su prólogo, con: “Un inolvidable 11 de julio de 2019 se promulgó en Chile la ley de la República que declara como imprescriptibles los delitos sexuales contra niñas, niños y adolescentes”.

“Desde 2008 a 2019, estuve casi 12 años dedicada al tema”, comenta. “La primera vez que escuché la palabra Prescripción fue el 2001. Fue cuando yo consulté a un abogado, porque si bien el padre mío había muerto (él se suicidó), quedaron otras personas involucradas vivas”, relata refiriéndose a aquel testimonio personal detallado en “Agua Fresca en los Espejos”. Fue la primera vez que escuchó aquello de “lamentablemente eso está prescrito”. “Cómo prescrito, dije. Cómo se levanta un muro antes de siquiera entender”. De ahí surgen las reflexiones y posteriores acciones (“porque el cuidado es anterior a la justicia” y “la justicia es importante para la reparación”).

Y de ahí emerge “esto del Derecho al Tiempo: la niñez, el aprendizaje, las convalecencias y cómo los procesos colectivos de países, de comunidades, no son considerados”.

Por ello, en el libro relata el asombroso proceso de reparación de trauma al que se dedicó Lituania, en plena pandemia. “Uno dice, pero avancemos: es una tentación porque el presente es muy exigente, pero no puedo arrastrar cicatrices abiertas o a medio supurar”.

“Las miradas colectivas es como un lente para mirar lo propio”.

Es asomarse a “qué historia trae el cuerpo de un territorio, qué respuestas humanizantes, no violentas, tenemos (lo que es muy difícil). Eso no es hippie, ni naif, yo lo veo como fuerza de resistencia. Seguirse preguntando por la historia de los pueblos, no querer ver enemigos por doquier. No antes de. Lo primero, de dónde viene esa voz de angustia, pero si partes cancelando el diálogo… No hay nada que el odio me haya dado”.

“La palabra nos salva, nos sana”.