Pasado las 14:00 horas de este jueves, el mandatario argentino Javier Milei aterrizó en Chile y permaneció por apenas seis horas en territorio nacional. Durante su estadía, participó en un evento privado en el Hotel Mandarín Oriental, ubicado en la comuna de Las Condes.
Si bien no era una visita oficial, desde que se supo que venía el Jefe de Estado trasandino, se especuló con un posible encuentro con el Presidente Boric, lo cual no ocurrió.
Probablemente sí hubo espacio y tiempo para que al menos ambos presidentes pudiesen tomarse una taza de café, o darse un apretón de manos. Dicho se han especulado si acaso hubo una carencia de voluntades por parte de las autoridades.
Las relaciones diplomáticas han ido cambiando sus formas. No obstante, en función de los cánones tradicionales en torno a este ámbito, se han generado cuestionamientos por lo ocurrido. Lo anterior, teniendo en consideración el contraste con respecto a cómo fue el paso de Lula.
Sin duda, resulta extraño que la primera visita de Milei a un país vecino, sea a puertas cerradas, tan rápido y que no haya habido capacidad de coordinación para poder zanjar aunque sea un saludo.
Por ejemplo, Cristina Fernández y Sebastián Piñera, pese a ser opuestos en materia de ideología política, siempre respetaron la investidura del otro y se cumplieron con los protocolos de la vieja usanza.
Las formas también indican algo. Los gestos de acercamiento significan que hay políticas de Estado que quieren privilegiar relaciones sólidas y cercanas, más allá de las diferencias.