Efemérides: El 19 de abril de 1600 se produjo el combate de Castro

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En Chiloé el 19 de abril del año 1600 se produjo el combate de Castro, después de que la ciudad fuera invadida por la tripulación de una nave holandesa capitaneada por el corsario Baltazar de Cordes.

De Cordes había llegado a Chiloé a comienzos de marzo de ese año en su navío La fidelidad, aliándose con los huilliches que querían expulsar a los españoles de su territorio.

En Lacuy, al norte de la isla, los indígenas persuadieron al corsario de aliarse con ellos ofreciéndole 400 mil pesos de oro que llevarían en breve tiempo.

Según relata el historiador Diego de Rosales, como un adelanto de la paga le trajeron al corsario una barreta de oro. De Cordes tenía que tomar Castro y matar a todos los españoles, dejándole a todos los indígenas la tierra y las mujeres españolas que estuvieran ahí.

El corsario consideró que la oferta no era mala, hizo el trato y navegó hacia la costa de Castro.

Llegaron a la bahía y un tripulante desembarcó para informar a los españoles que eran solo comerciantes, que les interesaba el intercambio de mercancías.

El holandés hizo ver la necesidad en que se hallaban los abastecimientos y que les dieran 30 vacas hechas cecinas y algunas legumbres, señalando que todo lo iba a pagar adecuadamente.

A los pocos días Cordés desembarcó con toda su gente, mientras que desde las laderas de las lomas que rodean Castro comenzaron a bajar cientos de indígenas en guerra.

Con fuerzas superiores a los españoles, Cordés y los indígenas redujeron y degollaron al corregidor de la ciudad así como a varios soldados. Se metieron a la iglesia donde degollaron al cura, a un capitán y a algunos vecinos.

Finalmente, los holandeses se hicieron con toda la ciudad de Castro. Se instalaron en una de las mejores casas de la ciudad y con la ayuda de los huilliches construyeron alrededor una empalizada de madera.

10 piratas permanecieron en la nave y 38 se establecieron en el fuerte con más de 600 indígenas aliados.

De acuerdo al relato de Benjamín Vicuña Mackenna, Baltazar de Cordes incluso se proclamó rey de todo el archipiélago de Chiloé, aunque solo pensaba quedarse hasta que los huilliches cumplieran el trato: que extrajeran de los lavaderas la cantidad de oro prometida y abastecieran con provisiones su buque.

Mientras tanto, en Osorno el ejército español estaba en medio de la alianza mapuche-huilliche. Aún así, en medio de esta guerra el coronel Francisco del Campo llegó hasta Carelmapu con 150 soldados y cruzó el Canal del Chacao.

Siguieron sin vacilar hasta Castro y al amanecer de ese 19 de abril cayeron como aluvión sobre el fuego. A eso del mediodía los huilliches y los holandeses no podían aguantar el apremio, aunque los españoles exigían la rendición los holandeses se negaban.

Entonces, el coronel del Campo ordenó quemar el fuerte y los holandeses salieron arrojándose por una ladera que daba a la playa, donde tenían una lancha.

Al final murieron 26 holandeses y unos 300 indígenas. Baltazar de Cordes pudo escapar en su nave La Fidelidad, pero meses más tarde los portugueses lo apresaron en las islas Molucas.

En represalia, los españoles castigaron con gran salvajismo a los indígenas. Según Diego de Rosales, el coronel del Campo metió a todos los prisioneros a un rancho de paja y los quemó vivos.

Fue el retrato del infierno, ese 19 de abril de 1600.

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En Chiloé el 19 de abril del año 1600 se produjo el combate de Castro, después de que la ciudad fuera invadida por la tripulación de una nave holandesa capitaneada por el corsario Baltazar de Cordes.

De Cordes había llegado a Chiloé a comienzos de marzo de ese año en su navío La fidelidad, aliándose con los huilliches que querían expulsar a los españoles de su territorio.

En Lacuy, al norte de la isla, los indígenas persuadieron al corsario de aliarse con ellos ofreciéndole 400 mil pesos de oro que llevarían en breve tiempo.

Según relata el historiador Diego de Rosales, como un adelanto de la paga le trajeron al corsario una barreta de oro. De Cordes tenía que tomar Castro y matar a todos los españoles, dejándole a todos los indígenas la tierra y las mujeres españolas que estuvieran ahí.

El corsario consideró que la oferta no era mala, hizo el trato y navegó hacia la costa de Castro.

Llegaron a la bahía y un tripulante desembarcó para informar a los españoles que eran solo comerciantes, que les interesaba el intercambio de mercancías.

El holandés hizo ver la necesidad en que se hallaban los abastecimientos y que les dieran 30 vacas hechas cecinas y algunas legumbres, señalando que todo lo iba a pagar adecuadamente.

A los pocos días Cordés desembarcó con toda su gente, mientras que desde las laderas de las lomas que rodean Castro comenzaron a bajar cientos de indígenas en guerra.

Con fuerzas superiores a los españoles, Cordés y los indígenas redujeron y degollaron al corregidor de la ciudad así como a varios soldados. Se metieron a la iglesia donde degollaron al cura, a un capitán y a algunos vecinos.

Finalmente, los holandeses se hicieron con toda la ciudad de Castro. Se instalaron en una de las mejores casas de la ciudad y con la ayuda de los huilliches construyeron alrededor una empalizada de madera.

10 piratas permanecieron en la nave y 38 se establecieron en el fuerte con más de 600 indígenas aliados.

De acuerdo al relato de Benjamín Vicuña Mackenna, Baltazar de Cordes incluso se proclamó rey de todo el archipiélago de Chiloé, aunque solo pensaba quedarse hasta que los huilliches cumplieran el trato: que extrajeran de los lavaderas la cantidad de oro prometida y abastecieran con provisiones su buque.

Mientras tanto, en Osorno el ejército español estaba en medio de la alianza mapuche-huilliche. Aún así, en medio de esta guerra el coronel Francisco del Campo llegó hasta Carelmapu con 150 soldados y cruzó el Canal del Chacao.

Siguieron sin vacilar hasta Castro y al amanecer de ese 19 de abril cayeron como aluvión sobre el fuego. A eso del mediodía los huilliches y los holandeses no podían aguantar el apremio, aunque los españoles exigían la rendición los holandeses se negaban.

Entonces, el coronel del Campo ordenó quemar el fuerte y los holandeses salieron arrojándose por una ladera que daba a la playa, donde tenían una lancha.

Al final murieron 26 holandeses y unos 300 indígenas. Baltazar de Cordes pudo escapar en su nave La Fidelidad, pero meses más tarde los portugueses lo apresaron en las islas Molucas.

En represalia, los españoles castigaron con gran salvajismo a los indígenas. Según Diego de Rosales, el coronel del Campo metió a todos los prisioneros a un rancho de paja y los quemó vivos.

Fue el retrato del infierno, ese 19 de abril de 1600.