La porfía del Gobierno

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El gobierno perdió el fin de semana, no solo porque sus cuadros intelectuales y políticos son los mismos que han venido empujando hace mucho tiempo la necesidad de una nueva constitución, ni porque los principales liderazgos de la Convención eran parte de las fuerzas políticas del oficialismo. Más bien por la decisión de tomar como propia la opción del Apruebo.

¿Qué se podría esperar luego de sufrir una caída tan dura? Lo primero es acusar recibo. Pero no. No hay muestras de eso. El cambio de gabinete fue la primera señal con el protagonismo que tomó el PC y luego, ese mismo día, con su discurso donde dijo que “los procesos de cambios siempre tienen retrocesos cuando se pretende ir más rápido que el pueblo al que se representa”. Esto no es un asunto de velocidades. Es un asunto de dirección. Hacia dónde se debe conducir el país y con qué profundidad. A eso le dijo que no el pueblo de Chile. Esto fue un límite claro a la pretensión de pensar que el progresismo no es indefinido. Todo tiene límites, y esto fue una firme respuesta a eso.

La soberbia es lo que hay que eliminar. Aún hay tiempo. Pero para eso, hay que acusar recibo y soltar la porfía de manera decidida.

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El gobierno perdió el fin de semana, no solo porque sus cuadros intelectuales y políticos son los mismos que han venido empujando hace mucho tiempo la necesidad de una nueva constitución, ni porque los principales liderazgos de la Convención eran parte de las fuerzas políticas del oficialismo. Más bien por la decisión de tomar como propia la opción del Apruebo.

¿Qué se podría esperar luego de sufrir una caída tan dura? Lo primero es acusar recibo. Pero no. No hay muestras de eso. El cambio de gabinete fue la primera señal con el protagonismo que tomó el PC y luego, ese mismo día, con su discurso donde dijo que “los procesos de cambios siempre tienen retrocesos cuando se pretende ir más rápido que el pueblo al que se representa”. Esto no es un asunto de velocidades. Es un asunto de dirección. Hacia dónde se debe conducir el país y con qué profundidad. A eso le dijo que no el pueblo de Chile. Esto fue un límite claro a la pretensión de pensar que el progresismo no es indefinido. Todo tiene límites, y esto fue una firme respuesta a eso.

La soberbia es lo que hay que eliminar. Aún hay tiempo. Pero para eso, hay que acusar recibo y soltar la porfía de manera decidida.