Alemania derriba muros en la Bienal de Arquitectura de Venecia

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Alemania sorprende en la XV edición de la Bienal de Arquitectura que se inaugura el sábado en Venecia al derribar literalmente los muros de su histórico pabellón en los Jardines, en un mensaje al mundo de apertura mientras algunos países en Europa alzan sus fronteras ante la crisis migratoria.

Las nuevas puertas siempre abiertas del pabellón alemán, las sillas de plástico distribuidas en sus amplios espacios para que el público descanse, el yogurt amargo libanés que se reparte gratuitamente a los visitantes, forman parte de la original propuesta a favor de la integración y el multiculturalismo que ese país presenta en el certamen internacional.

Una serie de fotografías y mapas de los barrios en los que se alojan los emigrantes cuando llegan a Alemania, ilustran la idea de “Heimat”, de patria, que ese país quiere transmitir ante uno de los fenómenos sociales que marcan el inicio del siglo XXI.

Las autoridades venecianas dieron permiso para que varios muros del pabellón alemán, construido durante el nazismo, en 1938, fueran abatidos en una alusión también a la caída del muro de Berlín en 1989 que marcó una nueva era para el viejo continente.

El tema de la emigración, de la desigualdad, recorre la bienal veneciana dirigida por el chileno Alejandro Aravena, quien invitó bajo el lema Reportando desde el frente a los países participantes (65 en total) a contar experiencias positivas, soluciones audaces y originales a los dramas modernos que el arquitecto debe encarar.

Alojar, alojar dignamente emigrantes, desplazados, pobres u olvidados es un asunto que arquitectos de todas las latitudes abordan en la manifestación veneciana.

Inmigrantes en Alemania | AFP

Inmigrantes en Alemania | AFP

El tema lo tratan Bélgica, Finlandia y de alguna manera Francia, que opta por contar cómo a través de 22 proyectos modestos pero humanos, como una panadería, un centro turístico o un taller de arte, realizados en distintas regiones del país, en suburbios como en zonas rurales, se logra reducir la desigualdad y descubrir “Nuevas riquezas”, como reza el lema decidido por la agencia Obras y el colectivo AJAP14, curadores del pabellón.

“De tanto celebrar los arquitectos estrellas y los proyectos costosos hemos olvidado que la arquitectura es aportar respuestas simples, adaptables, compartidas y eficaces, más comunes y más modestas”, sostienen los curadores en la presentación.

Ideas simples, grandes logros: la funicular que transformó Medellín

Brillan en esta edición las ideas simples, puntuales, de arquitectos anónimos, con las que se obtienen importantes logros. Entre ellas la del funicular que el colombiano Giancarlo Mazzanti construyó hace doce años en Medellín, la ciudad colombiana considerada hasta hace poco la capital mundial del narcotráfico.

A través de videos y entrevistas se narra cómo el funicular que salva distancias y alturas de acceso a los barrios pobres situados en lomas con pendientes abruptas, junto con la llegada de la electricidad, el teléfono, los servicios higiénicos y una biblioteca, enriqueció la vida de los sectores más vulnerables para dejar de ser un lugar estigmatizado por la violencia y los carteles de la droga.

La Bienal, que permanecerá abierta hasta finales de noviembre, resulta tan espectacular como la bienal de arte, por la creatividad con que las numerosas propuestas son presentadas, instalaciones con materiales reciclados, como la curiosa choza puntiaguda de fango realizada por la alemana Anna Heringer para viviendas en Bangladesh.

La selva, el desafío de Perú

Los arquitectos peruanos Jean Pierre Crousse y Sandra Barclay optaron por narrar una historia heroica, cinematográfica, el llamado Plan Selva para la construcción de centenares de escuelas modulares en la selva amazónica peruana.

“Queremos preservar la selva con la educación”, sostiene Barclay quien considera que se trata de un proyecto ejemplar por las dificultades del lugar y porque está dirigido a gente olvidada, a niños que estudian en condiciones muy difíciles.

“Acabamos de inaugurar 10 escuelas”, contó a la AFP la arquitecta con tono satisfecho.

A través de un camino sinuoso como los amazónicos, limitado por enormes fotografías de rostros de indígenas que envuelven como en la selva, se testimonia “la precariedad” de esos niños, cuyos vetustos pupitres y sillas viajaron hasta Venecia como muestras de la fragilidad y necesidad de conservar el equilibro entre saber y naturaleza.

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Alemania sorprende en la XV edición de la Bienal de Arquitectura que se inaugura el sábado en Venecia al derribar literalmente los muros de su histórico pabellón en los Jardines, en un mensaje al mundo de apertura mientras algunos países en Europa alzan sus fronteras ante la crisis migratoria.

Las nuevas puertas siempre abiertas del pabellón alemán, las sillas de plástico distribuidas en sus amplios espacios para que el público descanse, el yogurt amargo libanés que se reparte gratuitamente a los visitantes, forman parte de la original propuesta a favor de la integración y el multiculturalismo que ese país presenta en el certamen internacional.

Una serie de fotografías y mapas de los barrios en los que se alojan los emigrantes cuando llegan a Alemania, ilustran la idea de “Heimat”, de patria, que ese país quiere transmitir ante uno de los fenómenos sociales que marcan el inicio del siglo XXI.

Las autoridades venecianas dieron permiso para que varios muros del pabellón alemán, construido durante el nazismo, en 1938, fueran abatidos en una alusión también a la caída del muro de Berlín en 1989 que marcó una nueva era para el viejo continente.

El tema de la emigración, de la desigualdad, recorre la bienal veneciana dirigida por el chileno Alejandro Aravena, quien invitó bajo el lema Reportando desde el frente a los países participantes (65 en total) a contar experiencias positivas, soluciones audaces y originales a los dramas modernos que el arquitecto debe encarar.

Alojar, alojar dignamente emigrantes, desplazados, pobres u olvidados es un asunto que arquitectos de todas las latitudes abordan en la manifestación veneciana.

Inmigrantes en Alemania | AFP

Inmigrantes en Alemania | AFP

El tema lo tratan Bélgica, Finlandia y de alguna manera Francia, que opta por contar cómo a través de 22 proyectos modestos pero humanos, como una panadería, un centro turístico o un taller de arte, realizados en distintas regiones del país, en suburbios como en zonas rurales, se logra reducir la desigualdad y descubrir “Nuevas riquezas”, como reza el lema decidido por la agencia Obras y el colectivo AJAP14, curadores del pabellón.

“De tanto celebrar los arquitectos estrellas y los proyectos costosos hemos olvidado que la arquitectura es aportar respuestas simples, adaptables, compartidas y eficaces, más comunes y más modestas”, sostienen los curadores en la presentación.

Ideas simples, grandes logros: la funicular que transformó Medellín

Brillan en esta edición las ideas simples, puntuales, de arquitectos anónimos, con las que se obtienen importantes logros. Entre ellas la del funicular que el colombiano Giancarlo Mazzanti construyó hace doce años en Medellín, la ciudad colombiana considerada hasta hace poco la capital mundial del narcotráfico.

A través de videos y entrevistas se narra cómo el funicular que salva distancias y alturas de acceso a los barrios pobres situados en lomas con pendientes abruptas, junto con la llegada de la electricidad, el teléfono, los servicios higiénicos y una biblioteca, enriqueció la vida de los sectores más vulnerables para dejar de ser un lugar estigmatizado por la violencia y los carteles de la droga.

La Bienal, que permanecerá abierta hasta finales de noviembre, resulta tan espectacular como la bienal de arte, por la creatividad con que las numerosas propuestas son presentadas, instalaciones con materiales reciclados, como la curiosa choza puntiaguda de fango realizada por la alemana Anna Heringer para viviendas en Bangladesh.

La selva, el desafío de Perú

Los arquitectos peruanos Jean Pierre Crousse y Sandra Barclay optaron por narrar una historia heroica, cinematográfica, el llamado Plan Selva para la construcción de centenares de escuelas modulares en la selva amazónica peruana.

“Queremos preservar la selva con la educación”, sostiene Barclay quien considera que se trata de un proyecto ejemplar por las dificultades del lugar y porque está dirigido a gente olvidada, a niños que estudian en condiciones muy difíciles.

“Acabamos de inaugurar 10 escuelas”, contó a la AFP la arquitecta con tono satisfecho.

A través de un camino sinuoso como los amazónicos, limitado por enormes fotografías de rostros de indígenas que envuelven como en la selva, se testimonia “la precariedad” de esos niños, cuyos vetustos pupitres y sillas viajaron hasta Venecia como muestras de la fragilidad y necesidad de conservar el equilibro entre saber y naturaleza.